[Marta Medina Balguerías] Los pasados 12 y 13 de diciembre tuvo lugar el VIII Seminario interdisciplinar de la Cátedra Hana y Francisco J. Ayala de Ciencia, Tecnología y Religión (U.P. Comillas). En esta ocasión exploramos la cuestión de la violencia desde la comprensión interdisciplinar propia de esta Cátedra.
En cada sesión tuvimos una ponencia dada por un experto en el tema, seguida de una breve respuesta de alguien de un ámbito cercano, cuyo objetivo era interrogar, confrontar y generar debate, y después un diálogo entre todos los presentes.
En la primera sesión, el jueves por la tarde, Jesús Romero Moñivas (profesor de Sociología en la Universidad Complutense de Madrid) habló sobre la naturaleza polimórfica de la violencia y suscitó la pregunta por su significación. En su ponencia, defendió la necesidad de intentar comprender la realidad de la violencia en su complejidad, atendiendo a distintos tipos de explicaciones (biológicas, culturales, ambientales y socioestructurales) que se catalizan situacionalmente. También suscitó mucho diálogo sobre la construcción social de la justificación de la violencia, y por ello la distinta significación que tienen diversos actos o situaciones violentas. Le respondió Josep Corcó, de la Universitat Internacional de Catalunya, poniendo de relieve la importancia de la libertad y la responsabilidad en la aproximación ética a la violencia, sin por ello descontextualizarla.
La segunda ponencia estuvo a cargo de Tamara Álvarez, profesora de Derecho Constitucional en la Universidad de León. Habló sobre la tecnología y los conflictos bélicos. Explicó algunas tecnologías que están impactando en el modo de hacer la guerra y puso de relieve el desafío ético que suponen debido al doble uso que se puede hacer de ellas, así como la necesidad de establecer un marco jurídico y controlar la desinformación, entre otros aspectos. Le respondió Rafael Amo, de la Universidad Pontificia Comillas, apelando a los principios de distinción, proporcionalidad y prevención y cómo el cambio de paradigma los está poniendo en entredicho. Surgió después un debate extenso sobre el dilema del doble uso y sobre dicho cambio de paradigma, según el cual ahora la tecnología comienza en el ámbito civil y se lleva al ejército, y sobre otras cuestiones relacionadas.
El viernes 13 abrió la sesión José Esquinas, ingeniero agrónomo de la FAO, hablando sobre la violencia contra la naturaleza. Comenzó de manera provocadora hablando del momento actual como si fuésemos en un avión a gran velocidad, pero dirigidos hacia un accidente. A su juicio, tenemos la capacidad de convertir la tierra en un paraíso o en un infierno, pero para elegir la primera opción debemos hacer cambios a distintos niveles. Para ilustrar los absurdos del sistema actual se centró en el sistema agroalimentario y algunas situaciones paradójicas e incluso absurdas que se derivan de cómo se gestiona ese sistema. El desarrollo debe ser sostenible, por la naturaleza, y por la supervivencia de nuestra especie. Le respondió Carlos Giménez, de la Universidad Pontificia Comillas, lanzando varias preguntas para el diálogo, como el valor de la naturaleza desde el punto de vista filosófico y moral, la naturaleza como sujeto jurídico y la responsabilidad moral colectiva en estas cuestiones.
Terminó el seminario con la ponencia sobre “La ‘violencia’ reconciliadora de Jesús”, a cargo de Francisco García Martínez (Facultad de Teología de la Universidad Pontificia de Salamanca). El profesor García Martínez ligó la violencia a la cuestión de la identidad y expuso diversos tipos de violencia: aquella ejercida para proteger la propia identidad; aquella reactiva frente a quienes han violentado a las víctimas, pero que inicia de nuevo el ciclo de la violencia hacia ellos, y por último la violencia mesiánica de Jesús, que, desde la mansedumbre, se considera ‘violencia’ porque pone de relieve el orden social injusto que llama a descomponerlo y recomponerlo. La cruz es la forma de desactivar la violencia y señalar que la sociedad que elimina identidades no funciona. Le respondí yo aludiendo a la paradoja que supone que alguien no violento, humilde y manso pueda hacer que otro se violente por verse confrontado con su verdad y siguió un diálogo muy rico sobre la identidad, la comprensión del cristianismo, la necesidad de superar los sistemas, etc.
En suma, han sido dos días de mucho diálogo interdisciplinar que ha dejado multitud de cuestiones abiertas que nos invitan a seguir pensando. La violencia es una realidad con la que convivimos y que no podemos eludir en nuestro quehacer intelectual así como en nuestro compromiso vital con la sociedad en la que vivimos.