Racionalidad vs Irracionalidad (III)

(Por Adolfo Castilla) En este tercer artículo dedicado a seguir el rastro de la irracionalidad filosófica, prestamos atención en primer lugar al que quizás sea el mayor responsable de ese fenómeno o, si se quiere, de esa corriente filosófica: Friedrich Nietzsche. Se hace también una primera y breve incursión en el Existencialismo, de la mano de Soren Kierkegaard. Se menciona la aparición y el desarrollo de la Psicología como reacción en parte al irracionalismo en el que había caído la filosofía en la segunda mitad del siglo XIX. Finalmente, se entra en la Era Contemporánea con una introducción a la fenomenología de Edmund Husserl.

El gran impacto de las ideas de Nietzsche

A finales del siglo XIX entran en juego Nietzsche (1844-1900) y su obra. Este autor fue inicialmente un admirador y seguidor de Schopenhauer, cuyas ideas llevó a grandes extremos y las superó con otras mucho más radicales, tales como:

“– Crítica profunda al racionalismo, a la moral, a la religión a las ciencias positivas y al lenguaje y, por supuesto, a la metafísica. Es decir, una crítica a todas las concepciones de la humanidad desde Socrates y Platón, afianzadas por el cristianismo, hasta sus días. Esto lleva al nihilismo.

— La entrada del mundo en el nihilismo o pérdida en los seres humanos del propósito de sus acciones, de rechazo de todos los principios religiosos y morales y de no encontrar sentido a la vida. Este autor lo expresó con “La muerte de Dios”, una frase fuertemente unida a él.

— Pero, no es que defendiera el nihilismo, sino que consideraba que los hombres habían caído en lo que denomina “nihilismo negativo”, es decir, substituir a Dios, la moral y la religión, por la ciencia, la actividad económica y los negocios.

— Preconiza, precisamente, un nihilismo positivo, basado en el superhombre, es decir, en un hombre que acepta su mundo, adquiere una voluntad de poder para vivir en él y cambiarlo, está dispuesto a vivir en el devenir de ese mundo y se muestra preparado para aceptar el eterno retorno de las cosas.

— Cree que todo lo existente en el mundo en términos de concepciones, era producto de resentimiento, o sentimiento generado en los débiles, que los lleva a considerar como malvados a los fuertes.

— La moral del esclavo, achacada por cierto por este autor a los judíos, según la cual, y en línea con lo anterior, un ser humano fuerte, sano y dotado de talento se considera malo y un ser humano débil se considera bueno.

— Voluntad de poder, según la cual el origen de todas las acciones y sentimientos de los hombres es su aceptación de su mundo y su disposición a vivir en él y cambiarlo.

— Perspectivismo, o existencia de múltiples visiones de las cosas y, como consecuencia, la no existencia de valores universales.

— El eterno retorno, o no existencia de progreso alguno en el hombre y su mundo. El tiempo es infinito y siempre estamos volviendo a lo mismo.

— El superhombre, o ser que acepta el eterno retorno y el mundo sin valores en el que Dios ha muerto. Dicho hombre crea sus propios valores y de esa manera es profundamente libre”[1].

Son un conjunto de ideas a las que podemos incluir, sin duda alguna, en lo que denominamos “irracionalismo”.

Se pueden identificar en estas concepciones el origen de la influencia posterior de este autor en el Nazismo que surgió en Alemania años después de su muerte. Son inquietantes, sin duda, aunque los filósofos que defienden a Nietzsche, no consideran que de haber vivido en los años 1933 a 1945 hubiera apoyado a los nazis.

Algunos, creen, de hecho, que la conexión de Nietzsche con el nazismo vino de la labor de su hermana, Elisabeth Alexandra Förster-Nietzsche (1846 – 1935), creadora en 1894 del Archivo Nietzsche y miembro posteriormente del partido nacionalsocialista, con la que tuvo en vida importantes desacuerdos y conflictos.

Nietzsche soportó una salud delicada, padeció demencia a partir de 1889 y murió joven (55 años) en 1900.

A pesar de lo dicho, Nietzsche es considerado como uno de los grandes filósofos de la historia y tuvo grandísima influencia en la segunda mitad del siglo XX, cuando la Filosofía se encontraba ya en la Edad Contemporánea. Por razones temporales este autor se incluye en la Edad Moderna de la Filosofía.

Tuvo una gran influencia en la filosofía europea del siglo XX, con especial referencia a la francesa, la cual entró en una espiral de irracionalidad, subjetivismo, surrealismo y otros ismos erráticos en dicho siglo XX, de la mano de la filosofía de Nietzsche.

Hasta ahora hemos hablado de la irracionalidad y hemos explicado claramente que fueron Schopenhauer y Nietzsche los que la dejaron bien establecida en el mundo de la filosofía, entre otras cosas, gracias a sus libros, la calidad de los mismos y la altura de sus reflexiones.

Son inauditas en ese sentido la influencia y la importancia de Nietzsche en todo el siglo XX, con especial referencia a su segunda mitad. Sus ideas fueron como aguas torrenciales arrasando los surcos de la racionalidad que todavía quedaban labrados en las mentes de los hombres.

Pero aparte de destacar este hecho, queremos decir, que se nos ha quedado en el camino el caso de Soren Kierkegaard(1813- 1855), filósofo danés, contemporáneo de los dos anteriores, aunque sin mucha relación con ellos. Fue testigo del “final” del idealismo absoluto hegeliano, y estuvo muy relacionado con la obra de Schelling a cuyas conferencias asistió en Berlín. Se adscribió también al romanticismo alemán de la época y terminó prestando una gran atención a la existencia del hombre, a su subjetividad, a su individualismo y a su libertad.

Pertenecía a una familia muy religiosa y él se mantuvo en el cristianismo hasta su muerte, no sin dejar de ser crítico con todo, incluida la filosofía y sus grandes autores, tales como, Sócrates o Hegel, y la religión misma, con profundos ataques a la iglesia danesa.

Escribió mucho sobre temas religiosos y algunos lo consideran más un teólogo que un filósofo.

Se preocupó por la existencia humana, por las responsabilidades del hombre y por la desesperación y la angustia. Sebreli, en su obra citada varias veces ya, lo denomina el Nietzsche cristiano, y la verdad es que tuvo gran influencia, como éste, en el siglo XX[2].

Existencialismo

Se le considera el padre del existencialismo y tuvo una gran ascendencia sobre dos filósofos destacados posteriores: Martin Heidegger (1889 – 1976) y Jean-Paul Sartre (1905-1980).

El primero fue quizás existencialista al principio de su carrera, pero posteriormente indicó que no lo era en absoluto. El segundo es la gran figura del existencialismo del siglo XX.

Kierkegaard fue también una referencia, aunque lejana, del humanismo cristiano de Jacques Maritain (1882-1973) y Emmanuel Mounier (1905 – 1950).

Conviene dejar escrito, que, para Kierkegaard, el objeto de la investigación filosófica no es la verdad, sino, “lo que el individuo singular considera su verdad”. Este es el verdadero sentido del existencialismo, el análisis de la vida y de la existencia como condición subjetiva, relacionada con el presente de cada individuo y sin dependencia de un pensamiento universal.

En resumen, hemos tachado de irracionalidad a lo ocurrido con las concepciones filosóficas a partir del romanticismo, y así es como se ha denominado en la historia oficial de la Filosofía. El olvido de la razón basándonos en sus excesos llevó al mundo a otros excesos: el predominio de la subjetividad, la creación de la ciencia del alma, la atención a la consciencia del hombre como tema casi exclusivo y la libertad absoluta del hombre para pensar, vivir y crear valores

Todo el siglo XX ha sido un siglo irracionalista, lo que ha llevado a pensamientos extremos en los que los filósofos franceses han jugado un papel fundamental. Adelanto alguna corriente de pensamiento, o escuelas, tales como, el existencialismo, el estructuralismo, el posestructuralismo, el postmodernismo y el deconstruccionismo, a las que más adelante me referiré.

La Psicología

Pero ahora hay que reseñar que el existencialismo y el subjetivismo que preconiza, tienen clara relación con la inconsciencia y el inconsciente. Fue el propio Schopenhauer en su obra de 1836, El mundo como voluntad y representación, el que subordinó la conciencia al inconsciente y el que habló de la Voluntad, a lo que ya nos hemos referido, como una fuerza ciega procedente del interior del hombre. Un impulso indómito que lo hace vivir, actuar y acometer grandes obras sin objetivo ni destino.

La Psicología fue un intento de hacer una ciencia del estudio del comportamiento humano. Se podría decir, que aparte de sus orígenes médicos relacionados, con la neurología, con la anatomía patológica y con las enfermedades del sistema nervioso, actividad que comenzó a mediados del siglo XIX a ser un área de estudio independiente, se desarrolla con fuerza a finales de dicho siglo y, sobre todo, a lo largo de todo el siglo XX, como reacción al subjetivismo y la irracionalidad en la que había caído la filosofía.

Se suele mencionar a Wilhelm Wundt (1832-1920) como uno de los precursores de la psicología moderna. Este importante personaje, calificado como fisiólogo, psicólogo y filósofo, fundó en 1879 el primer Laboratorio de Psicología Experimental.

Antes que él se cita a veces, la obra de Gustav Theodor Fechner (1801-1887), un conocido filósofo alemán de finales del XIX.

Anteriormente, por otra parte, tuvieron mucha influencia, Franz Joseph Gall (1758 – 1828) creador de la “frenología” o estudio del comportamiento humano a partir de las formas del cráneo de las personas. Y Franz Mesmer (1734-1815), padre de lo que se llamó el “mesmerismo” que tuvo bastante influencia durante años. Fue médico en Viena y consiguió ciertos éxitos en el tratamiento de determinados enfermos con lo que él llamaba “magnetismo animal”.

Y contemporáneos o continuadores de Freud en el terreno de la Psicología, ha habido importantes personajes. Desde su alumno y posteriormente adversario, Carl Jung (1875-1961), hasta el suizo, Jean Piaget (1896- 1980), el ruso, Iván P. Pávlov (1849-1936), el alemán-estadounidense, Kurt Lewin (1890-1947), o los norteamericanos, William James (1842-1910), Frederic Skinner (1904-1990) y Abraham Maslow (1908-1970). La lista de autores es realmente extensa.

Freud, que primero había estudiado fisiología y neurología, estuvo relacionado con la hipnosis para el tratamiento de la histeria y posteriormente desarrolló el método catártico en colaboración estrecha con Josef Breuer (1842 – 1925), su mentor y maestro. De ahí pasó a desarrollar el “psicoanálisis”, a partir de la publicación de su obra, La interpretación de los sueños, en 1899. Se dedicó a este tema con gran intensidad el resto de su vida.

Freud escribió muchísimo, impartió conferencias y fue un hombre muy conocido en su época. Se le considera un gran intelectual y el impacto de su obra ha sido máximo.

Era Contemporánea

En el siglo XX se desarrolla la Era Contemporánea de la filosofía, un periodo lleno de grandes filósofos y de grandes escuelas de pensamiento, muchas de ellas, como estamos anunciando, secuelas del irracionalismo

Vemos, de hecho, que el siglo XX se abre con un predominio del subjetivismo, la inconsciencia, y la libertad de pensar de la forma más autónoma que uno pueda imaginar. Aunque al mismo tiempo, habrá esfuerzos en el terreno de la filosofía en la línea tradicional del racionalismo, aunque, como es lógico, tamizado por todo lo que se había aportado en el siglo XIX, en cuanto al espíritu, la subjetividad y la conciencia o el yo.

Pero antes de seguir prestando atención al pensamiento filosófico de esa época, deseo volver al tema guía de estas notas, que es, aparte del irracionalismo en sí, “la utilidad e importancia de la filosofía y el poder de los conocimientos desarrollados por los filósofos”. La verdad es que nos ha afectado mucho el proceso de la humanidad

Los filósofos han sido considerados en la historia como intelectuales y pensadores, es decir, generadores de ideas, conocimientos y teorías, sobre nuestro mundo, con especial referencia al interior del hombre, a la existencia y al Ser.

Su trabajo ha consistido siempre en reflexionar, enseñar, escribir, dar conferencias y difundir sus ideas. A través de ello han influido de forma notable en la sociedad, unos más y otros menos, y unos durante más tiempo y otros durante menos.

La originalidad, la altura de sus reflexiones, así como la amenidad de sus escritos y sus conferencias y varias otras cosas más, han tenido una importancia capital en ello. También, por supuesto, unas ciertas circunstancias y una cierta labor de lo que hoy llamamos marketing.

El caso de Nietzsche ha sido paradigmático en este sentido. Su pensamiento influyó en muchos de sus contemporáneos, artistas, filósofos, políticos e intelectuales de todo tipo. Fue determinante, desde luego, para para muchas de las ideas del nacionalsocialismo alemán. Su influjo se ha señalado claramente en la vida y obra de grandes personajes de la política, como, por ejemplo, Mussolini y Lenin. Así como en los partidos políticos de izquierdas y derechas, especialmente, y muy curiosamente, en el partido comunista francés de mediados del XX.

Muchas de las ideas de los filósofos se transfieren, para empezar, al arte y la pintura, y a través de ellas a la cultura general de los países.

La subjetividad de finales del XIX parece estar detrás de fenómenos, como el expresionismo, el fovismo, el cubismo, el surrealismo que inundaron París y el mundo en el siglo pasado.

Desde la perspectiva del pensamiento, Juan José Sebreli, el autor argentino al que tantas referencias llevamos hechas, señala un fenómeno que sorprendió a los alemanes de después de la Segunda Guerra Mundial. Cuando ellos trataban de ocultar las obras de Nietzsche, anterior al nacionalsocialismo, pero con gran influencia en él, y de Heidegger, miembro del partido nacionalsocialista, y según sus cuadernos negros publicados recientemente, un nazi convencido y profundo, se encontraron con que ambos autores eran adorados y sus escritos devorados por los intelectuales franceses de la época y por el público en general.

El mismo Freud, que no es propiamente un filósofo, pero si un escritor e intelectual de altura, ha tenido y sigue teniendo una gran influencia en las ideas y concepciones que todos utilizamos, relacionadas con el inconsciente.

Puede que justo en nuestros tiempos las cosas estén cambiando en el nuevo mundo que se está creando con, la digitalización, la economía digital Internet, las redes sociales, los móviles y whatsapp, el pensamiento débil, la sociedad líquida, la postverdad, la posible pérdida de valores y el bajo interés de la gente en general por nuestra dimensión intelectual.

Para muchos, entre otros el periodista británico Andrew Keen (Nacido en 1960), Internet no es la respuesta, título de su libro de 2015[3]. Y en relación con el ciberlenguaje actual de los jóvenes, hay muchas personas preocupadas en la actualidad por el deterioro intelectual observado hoy en nuestras sociedades. Según ellas los Emojis, GIFs y memes se propagan entre los usuarios de las redes sociales convirtiéndose en los nuevos códigos lingüísticos, están afectado a dos de los componentes más importantes de lo que es el hombre: el lenguaje y la escritura.

Algunos se preguntan si está el hombre evolucionando o, de forma contraria, retrocediendo en términos intelectuales. Y no debemos olvidar la importancia capital, precisamente, del lenguaje y la escritura a lo que algunos filósofos dan más importancia que al propio pensamiento.

El que se haya planteado entre nosotros (me refiero a España) recientemente, la eliminación de la Filosofía en la enseñanza en general, es preocupante, y lo es también, que, de pronto, en los propios Estados Unidos, estén considerando la potenciación, casi en exclusividad, de los estudios STEM (Ciencia, Tecnología, Ingeniería, Matemáticas).

Fenomenología

Pero siguiendo con nuestra revisión de la entrada del irracionalismo en nuestras vidas y si tuviéramos que mencionar una escuela filosófica a caballo entre el XIX y el XX, pero claramente desarrollada y utilizada en este último, tendríamos que acudir a la Fenomenología. Al filósofo alemán, Edmund Husserl (1859-1938), se le achaca la introducción de la denominación, “fenomenología transcendental”, y su contenido y función. El término fenomenología había sido utilizado anteriormente y procede de la palabra, muy utilizada por Kant, “fenómeno”. La filosofía de Hegel es fenomenológica y uno de sus libros básicos, como se sabe, fue, Fenomenología del espíritu(publicado por primera vez en 1807).

Ni estos últimos ni Husserl, sin embargo, fueron los inventores de la palabra en cuestión, que se puede rastrear hasta Platón, pero sí que fue Husserl el primero el que la llenó de significado para referirse a la percepción del mundo real por parte de nuestros sentidos.

La palabra procede del griego clásico y significa “apariencia o manifestación”. Es decir, lo captado por nuestros sentidos termina instalado en nuestra mente. Es el resultado de nuestra experiencia a lo largo de un proceso que lleva consigo, las sensaciones, la percepción, la interpretación, la abstracción y finalmente la idea, a lo que va a unirse con rapidez el lenguaje.

Para Kant no era que la mente inventara lo que vemos, como dicen los solipsistas, que no creen nada más que en la existencia de su propia mente y que consideran que lo que nos rodea es incognoscible y probablemente resultado de nuestros estados mentales, sino que lo que nos llega por los sentidos es completado, perfeccionado y cargado de significado por nuestro propio pensamiento. Está claro que mi perro y yo vemos el mismo árbol, pero lo que se crea en mi mente debe ser muy distinto a lo que se alberga en la suya.

La propia palabra en griego da pie a la existencia de algo más en la realidad, ya que fenómeno significa, como decimos, “apariencia”. A eso que no se nos manifiesta con la intuición sensible es a lo que Kant se refirió con la palabra “noúmeno”. Una palabra de significado complejo pero que Kant utilizó con el sentido de intuición intelectual o suprasensible. Se supone, en resumen, que hay en las cosas algo más allá de lo que vemos, sentimos y asimilamos en nuestra mente. El concepto procede directamente de la filosofía de Platón y tiene que ver con lo que no puede ser percibido en el mundo tangible y a lo que no se puede llegar nada más que por el razonamiento. Es la base de la metafísica de Kant.

Husserl, afectado quizá por la irracionalidad y por las interpretaciones diversas de las cosas del ser y de la existencia que se habían producido antes de él, quiso hacer de la filosofía una verdadera ciencia. No en el sentido del neopositivismo posterior, del cual hablaremos más delante, sino en la forma de entender la filosofía y la manera de ponernos de acuerdo unos con otros. Quiso, por cierto, que la fenomenología fuera una labor colectiva.

Antes de “filosofar”, según este autor, deberemos conseguir un consenso en cuanto al sentido que tienen las cosas. La fenomenología tiene esa función y para conseguirlo Husserl propone un método y un programa de investigaciones. En cuanto al método, está basado en, por lo menos, tres componentes: la reducción eidética, la reducción transcendental y la intencionalidad.

Para referirnos algo más a esos tres elementos del método de la fenomenología, es conveniente recordar que, si tenemos una manzana delante de nosotros, inmediatamente se produce un proceso de percepción que permite la creación de una imagen de la manzana en nuestra mente. Dicha imagen es independiente de la manzana misma y “existe”. Permanece, además, aunque nos quiten la manzana de delante o nos vayamos a otra habitación. Lo importante de este hecho es que además de la manzana, también están en nuestra mente, las ideas que tenemos de nuestro cuerpo, los recuerdos y los sueños, por ejemplo.

Todo ese mundo podría existir sin que existiera la realidad, y eso ocurre en los sueños, aunque sabemos muy bien que la realidad existe y por eso nos comemos la manzana y no nos tiramos por un acantilado. Tenemos la convicción de que la realidad objetiva existe, a la vez, por supuesto, que sabemos que también existe la realidad subjetiva. Lo primero es una convicción en los hombres. Esos procesos físicos-mentales son para Husserl los fenómenos y la fenomenología trata de estudiarlos y de examinar el fundamento de esa convicción.

En este juego de manzanas e ideas podríamos recordar la frase de Bernard Shaw:

“Si tienes una manzana y yo otra y las intercambiamos, tanto tú como yo seguiremos teniendo una manzana. Pero si tienes una idea y yo otra y las intercambiamos, entonces tendremos dos ideas cada uno de nosotros”.

Para mí, en resumen, el mundo del espíritu es tan real como el físico o material, pero sus leyes de funcionamiento son distintas. Por eso yo abogo por impulsar las ávidas alas de nuestra imaginación y buscar unas nuevas formas de referirnos al espíritu sin naturalizarlo y someterlo a las leyes de las ciencias naturales. Tema al que se refiere magistralmente Jesús Conill en su libro, Intimidad corporal y persona humana. De Nietzsche a Ortega y Zubiri, tecnos (2019).

Notas

[1]Tomado de varias fuentes, entre ellas, https://es.wikipedia.org/wiki/Friedrich_Nietzsche.

[2] Juan José Sebreli (2007), El olvido de la razón. Un recorrido crítico por la filosofía contemporánea, Debate, Barcelona.

[3]Andrew Keen (2016), Internet no es la respuesta, catedral, Barcelona.

 

Artículo elaborado por Adolfo Castilla, doctor en Ingeniería, catedrático de economía aplicada, y colaborador de la Cátedra Francisco José Ayala de Ciencia, Tecnología y Religión.

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