[Leandro Sequeiros, SJ] Dentro de la colección Ciencia y Religión que impulsa la Cátedra Hana y Francisco J. Ayala de Ciencia, Tecnología y Religión de la Universidad Pontificia Comillas, se sitúa este volumen. La moderna antropología filosófica pretende indagar sobre la condición humana partiendo de la antropología positiva, y especialmente la que se construye desde los datos de las ciencias biológicas. Los autores de este ensayo están muy lejos de la mentalidad cientificista que se cierra a las posibilidades de la trascendencia. Es más: ellos mismos reconocen que son científicos humanistas. Tanto es así, que el New York Times definió a Ayala como “el hombre renacentista de la evolución”.
Desde esta perspectiva, la reflexión sobre la condición humana parte de los datos de la biología. Los recientes progresos en genómica, epigenética, neurobiología, evolución humana, genética de poblaciones, paleoantropología y prehistoria convergen en la integración interdisciplinar sobre el ser humano, tanto en los aspectos individuales como sociales, y tienden puentes entre saberes.
Pero en la comunidad científica hay tres tendencias bien marcadas desde los tiempos de Max Scheler en 1928: la tendencia reduccionista, que pretende explicar al ser humano solo desde la biología. La tendencia dualista (heredera de Descartes) que distingue la res cogitans y la res extensa. Y una tercera vía, más difícil, que, sin caer en monismos ni en dualismos, integra los diferentes saberes manteniendo un difícil equilibrio que hace compatible los resultados de las ciencias con una concepción cristiana del ser humano. Ayala y Tibayrenc son conscientes de que la biología no explica de forma completa cuál ha sido el proceso que nos hace humanos. “Salta a la vista -escriben (p. XIII) – que la biología por sí sola, no basta”. Dejan muy claro que han optado por huir del llamado “imperialismo científico” que practican muchos especialistas que exageran el valor de la sola biología como explicación del humano irreductible, o lo que ellos llaman “la naturaleza humana”.
“En la presente obra (p. XIX) prevalecerá un enfoque holístico. Se establecerá una estrecha relación entre la biología, la medicina y las ciencias humanas: antropología, etnología, historia, psicología y psicoanálisis. El diálogo entre especialistas desde disciplinas por completo diferentes es siempre difícil; sin embargo, posee capital importancia”.
Este texto es muy importante para entender su intento. Por una parte, son holísticos, pero no sistémicos. El todo se extiende como yuxtaposición de las partes. Y por ello este ensayo es un trabajo multidisciplinar sin llegar a ser interdisciplinar. La palabra “emergentismo” no pertenece a su gramática. Y desde su concepto extendido de biología se explican todas las cosas sin caer en monismos o dualismos.
Para salir del posible reduccionismo “los autores del presente libro tenemos sesgos culturales como todo el mundo. Hemos hecho lo posible por liberar nuestras mentes de tales prejuicios, esfuerzo que es la base del conocimiento objetivo y fiable. Además, hemos intentado evitar el “imperialismo científico” de los biólogos tomando en consideración las importantes contribuciones de las ciencias sociales al tema de esta obra” (p. XX).
Estructurado en siete capítulos, precedidos por una extensa introducción y culminados por unas conclusiones clarificadoras, pretende exponer con claridad pedagógica un cuerpo estructurado sobre la naturaleza humana y sobre lo que nos hace específica e irreductiblemente humanos con la aportación de las ciencias biológicas, la medicina y las ciencias humanas.
Los autores son honestos con los lectores en el momento de valorar el grado de certeza de sus afirmaciones: “Uno de los objetivos específicos de texto es discernir, en nuestros conocimientos sobre la naturaleza humana, entre lo que está 1) sólidamente corroborado, y lo que es 2) todavía especulativo, 3) aún muy tentativo, 4) obviamente engañoso (a veces de propósito) y 5) categóricamente rechazable.
Los autores (expertos en muchas disciplinas) abordan sin complejos – fundamentados en diversos tipos de saberes – los importantes debates sociales de nuestra época. No esquivan la dificultad que hoy presenta para los creyentes la problemática del origen de la humanidad y de la condición humana, del origen de la conciencia, de la diversidad genética humana, de la biología de la cognición. Y del mismo modo abordan la actitud de la ciencia ante las ideologías intolerantes, la relación entre la ciencia, la ética y la religión en general y entre la ciencia y el creacionismo (y el diseño inteligente en particular).
Desde la honestidad intelectual de Tibayrenc (doctor en Medicina y experto en genética de enfermedades infecciosas) y Francisco J. Ayala (biólogo español en California y Premio Templeton en 2010) asistimos a un esfuerzo intelectual notable para discernir, partiendo del estado actual de las ciencias de la vida, qué es un conocimiento robusto y bien fundado y qué es todavía especulativo e incluso engañoso.
Con vistas a ofrecer los contenidos lo más actualizados posibles, se utilizan más de trescientas referencias bibliográficas, no solo de carácter especializado, sino también informaciones procedentes de medios de comunicación generalistas.
El volumen se completa con un glosario de términos que pueden ser más especializados y un completo índice analítico que nos conduce a los conceptos más relevantes. Ayala y Tibayrenc fueron los editores de un voluminoso trabajo en el que colaboraron cuarenta expertos y que publicaron en 2016, On Human Nature, de carácter técnico. El presente libro es más personal (solo ellos escriben) y mucho más homogéneo. Además, han añadido temas más filosóficos, como son los de la ética, los valores y la religión. Desde este punto de vista, los mismos autores remarcan que “Lo que nos hace humanos no es una síntesis de On Human Nature” (p. XI).
Desde la revista Razón y fe, recomendamos su lectura a estudiantes y profesores de Universidad y de Educación Secundaria que deseen completar su formación permanente, así como a los lectores deseosos de una mayor información y sobre todo formación intelectual para un mundo de incertidumbres y posverdades.
Esta recensión fue publicada en Razón y fe.