Racionalidad vs Irracionalidad (IV)

(Por Adolfo Castilla) En esta cuarta entrega de nuestra, breve y ligera, revisión de la irracionalidad filosófica, terminamos la referencia a Edmund Husserl iniciada en la anterior. Este filósofo alemán, cuya vida y obra transcurrieron a caballo de los siglos XIX y XX, es el padre de la fenomenología trascendental, una escuela o corriente de pensamiento, de gran influencia, todavía muy activa y con muchos seguidores. Puede que este autor sea el último de los grandes filósofos racionalistas, a pesar de que se dio cuenta de los excesos del racionalismo y del idealismo y trató de corregirlos. Se hace mención también a la obra de su alumno y sustituto en su cátedra de la Universidad de Friburgo, Martin Heidegger. Filósofo de una importancia capital, que sí debe situarse de lleno en el irracionalismo, y que iniciando su carrera en el neokantismo y en la fenomenología terminó corrigiendo de forma importante a sus maestros.

Eidética

Seguimos refiriéndonos a la Fenomenología de Edmund Husserl (1859-1938) y nos detenemos en lo que se denomina “reducción eidética”. Es el primer paso de la metodología de esta corriente de pensamiento, como hemos dicho en el trabajo anterior. Lo que se pretende con dicha reducción es comparar varios objetos intencionales para destacar una esencia común y para estudiarla en tanto que mera posibilidad. En este punto, y en relación con la frase anterior, necesitamos aclarar los tres términos mencionados: “eidética”, “objetos intencionales” y “mera posibilidad”.

“Eidético”, según el diccionario de la RAE y en relación con la filosofía, es, “lo que se refiere a las esencias de las cosas o fenómenos”. Según la misma fuente, el eidetismo en relación con la psicología, es, “la capacidad que poseen bastantes individuos, sobre todo en edades infantiles prepuberales, de reproducir imágenes perceptivas caracterizadas por una inusitada viveza y abundancia de detalles en ausencia del estímulo excitante”.

La reducción eidética es algo así como lo explicado anteriormente para la manzana: la aparición de una idea en nuestra mente a través de la percepción intuitiva, pero con la aportación de la intuición procedente de la mente.  La idea de manzana, por otra parte, se guardará en nuestra memoria y se desvanecerá con el tiempo o se mantendrá según las características de las personas a las que nos refiramos. Una idea, por tanto, es algo más íntimo, personal y objetivo que la realidad de la que procede.

Para Husserl, en resumen, hay dos componentes claves del pensamiento, lo que llama percepción sensible o, intuición empírica, y lo que denomina percepción proveniente del pensamiento, o, intuición eidética.

 

Objetos intencionales y mera posibilidad

En cuanto a lo de “objetos intencionales” debemos recordar a uno de los maestros de Husserl: Franz Brentano (1838 – 1917), el cual, a su vez, fue discípulo de Bernard Bolzano (1781 – 1848). El primero fue un sacerdote católico, posteriormente secularizado, con mucha influencia en el propio Husserl, en Freud y en Rudolf Steiner (1861-1925), personaje, este último, al que no hemos hecho referencia, por su encuadramiento en el esoterismo y por la creación de una materia nueva (antroposofía) sin mucho recorrido. En nuestro blog “Cognotecnología y Consciencia” sí lo tratamos a fondo en los posts dedicado al esoterismo.

Brentano desarrolló mucho la idea de intencionalidad la cual es un concepto procedente del latín (in-tendere, «tender hacia») que se refiere a la propiedad de los hechos con referencia a la mente (o hechos psíquicos).

La intencionalidad tiene que ver tanto con el contenido de la mente o la conciencia, como con la relación entre la conciencia y el mundo. Fundamentalmente, la intencionalidad significa que la actividad de la mente se refiere a, indica o contiene, un objeto.

De Brentano procede la idea de “vivencia intencional”, según la cual, la vida de la conciencia es necesariamente intencional, esto es, todas las vivencias se refieren necesariamente a objetos. Es algo fundamental en la fenomenología y Husserl habló siempre de “objetos intencionales” para referirse a la relación de vivencias y objetos, entendiendo por vivencias, repito, aquello que experimentan o viven las personas y se queda grabado en sus mentes. La conciencia es siempre conciencia de algo.

En cuanto a “mera posibilidad”, se relaciona con otro componente fundamental del método de la fenomenología, la llamada “reducción fenomenológica”. Para referirnos a ella debemos recordar otro término utilizado por Husserl. Se trata de “epojé” o “epoché”, término procedente de la filosofía griega, fundamentalmente, de los escépticos, que significa suspensión y que fue utilizado por Pirrón de Elis (ca. 360 – ca. 270 a. C.) como “suspensión del juicio” o estado de la conciencia en el cual no se afirma ni se niega nada.

Husserl lo emplea de forma más radical, es decir, no solo referido a las teorías o conocimientos existentes sobre algo, sino al conocimiento de la realidad misma. La cuestión de coincidencia entre idea y realidad (de la que hemos dicho que los hombres tenemos convicción), hay que ponerla metodológicamente “entre paréntesis” y admitir que la realidad puede no existir.

 

Inmanencia y transcendencia

A continuación, Husserl, y en relación con la intencionalidad, indica que en ésta coexisten dos conceptos: “noesis” y “noema”. El primero es la acción estructurada de la conciencia (acto mental) al enfrentarse a la manzana y el segundo, la conciencia del objeto mismo (manzana). Ambos, como hemos dicho, proceden de la intuición empírica y de la intuición eidética.

A la combinación de esos elementos se le llama “inmanencia”, o ente intrínseco de un objeto, y Husserl llama “transcendencia” a esa característica de los objetos.

Queda un último paso para unir la idea y el objeto y reconocer que ambos existen y están relacionados. Se trata de la “intersubjetividad”, a lo cual se refiere Husserl explicando que el hombre en su desarrollo mental se hace consciente de su cuerpo, así como de la existencia de otros objetos que no son su cuerpo. Se percata adicionalmente de la existencia de los demás, los cuales distingue de las cosas. Contando con una empatía creada en su interior, reconoce enseguida la subjetividad, psiquismo o vida interior, existente en esos cuerpos similares al suyo. Es lo que llama “intersubjetividad”. Ésta es la que hace posible la existencia de un mundo objetivo similar para todos. Es decir, la realidad existe porque es compartida por muchas personas, que tienen además las mismas percepciones de ella.

Un largo recorrido lógico para explicar algo que conocemos todos los hombres por nuestra experiencia de vida hoy en día. Es decir, que existen las ideas y los objetos, la subjetividad y la intersubjetividad. Resulta un poco simplista todo, a la vez que muy elaborado, después de más de un siglo de sus primeras publicaciones, enseñanzas y conferencias.  Sus ideas fueron hechas públicas por primera vez en los dos tomos de su, Investigaciones Lógicas, de 1900 y 1901. Ideas relativas a una fenomenología pura y una filosofía fenomenológica, también conocida como Ideas I, es de 1913. Meditaciones cartesianas (1931) y Lógica Formal y Lógica Trascendental (1029) son dos obras importantes.

En lo que a este trabajo se refiere, y aunque estamos haciendo pocas citas bibliográficas, hemos utilizado las cinco lecciones dictadas por Husserl en Göttingen del 26 de abril al 12 de mayo de 1907, publicadas en español como, La Idea de la Fenomenología, Fondo de Cultura Económica, 1982 (Tercera reimpresión 2004).

 

Un filósofo influyente

Siguió escribiendo hasta el final de su vida en 1938 y tuvo que pasar por varios tragos desagradables debido al triunfo en Alemania del Nacionalsocialismo. En 1933 fue desposeído del título de profesor emérito de la Universidad de Friburgo, hecho que tuvo lugar durante el rectorado de su alumno y enorme filósofo, Martin Heidegger. Éste retiró la dedicatoria hecha a su maestro en la segunda versión de su libro, Ser y tiempo, publicada en 1941.

Su influencia a lo largo del siglo XX ha sido espectacular, tanto en una mayoría de grandes filósofos, como en intelectuales de todo tipo. Entre los primeros está nuestro, José Ortega y Gasset (1883-1955), quien entre 1905 y 1907 estudió en Alemania y recibió sus ideas, aunque en aquella época dominaba en ese país el neokantismo.

En la actualidad, primer cuarto del siglo XXI, la fenomenología está viva y es seguida por numerosos autores. Sigue siendo una fórmula excelsa de enfrentarse al mundo sin concentrarse exclusivamente en el hombre aislado, aunque consciente.

Husserl tuvo muchos alumnos y seguidores. Los cuales no podemos nombrar aquí ya que no estamos haciendo nada exhaustivo ni completo en ningún sentido. Intentamos solo un recorrido muy personal, y ciertamente básico, en cuanto al pensamiento de Europa, desde la Ilustración a nuestros días.

Es inevitable, sin embargo, mencionar a dos destacados filósofos alemanes, de la época, Max Scheler (1874- 1928), filósofo y teólogo, y Georg Simmel (1858-1918), filósofo y sociólogo.

El motivo es que son importantes y estuvieron influidos por Husserl, primero, y después por Heidegger, aunque ambos procedían del neokantismo y habían sido, Scheler, alumno, y Simmel, compañero, de Wilhelm Dilthey (1833-1911) en la Universidad de Berlín.

El papel de Scheler fue muy destacado dentro de la fenomenología, así como en la antropología filosófica, en la ética y en la filosofía de la religión. A pesar de proceder de un padre protestante y de una madre judía, se convirtió muy joven al catolicismo y, de hecho, se bautizó en la Iglesia Católica y su segundo matrimonio fue una boda católica.

Abandonó la religión y todavía a sus 49 años se casó una tercera vez con una alumna suya de la Universidad de Colonia. Murió cuatro años después repentinamente cuando se iba a incorporar como profesor a la Universidad de Frankfurt.

En el terreno de la ética propuso la teoría de los valores, una de la más extendida en el mundo actual.

Fue muy trabajador y prolífico en publicaciones, pero llevó una vida un tanto desordenada sentimentalmente. Entre los libros que tengo a mano, y que son ediciones recientes en español, se encuentran, El puesto del hombre en el cosmos (hitos, escolar y mayo, Barcelona 2017) y La esencia de la filosofía y la condición moral del conocer filosófico (Ediciones Encuentro, Madrid, 2011). Los he leído con satisfacción y he encontrado su sentido del espíritu y de la consciencia muy cercano al mío.

En cuanto a Simmel, es probable que sea más conocido como sociólogo que como filósofo, aunque en el segundo aspecto es famoso por haber realizado una síntesis perfecta entre la tradición historicista de Dilthey y el kantismo, o neokantismo, de Heinrich Rickert (1863-1936)

Sentó las bases del antipositivismo sociológico al hacerse la pregunta, ¿Qué es la sociedad?, paralela a, ¿Qué es la naturaleza? de Kant.

Fue pionero de los estudios sobre individualidad y fragmentación social, precursor del estructuralismo del razonamiento en las ciencias sociales, del interaccionismo simbólico y de la sociología urbana.

 

Entramos de nuevo, en la utilidad de la Filosofía

Tras el esfuerzo por resumir la fenomenología en breves líneas y sin profundizar en ella, desde luego, vuelvo a detenerme en la importancia de la filosofía y en su utilidad. La verdad es que la gente corriente, aunque sea universitaria y esté formada, no tiene tiempo para dedicar a estas cosas, ni hay muchas personas preocupadas y motivadas por la mente, la realidad y la existencia a nivel de pensamiento.

Los filósofos, por otra parte, cada uno tiene sus interpretaciones, sus conceptos y sus palabras clave, muchas veces difíciles de entender. Con frecuencia, además, los filósofos construyen sus teorías simplemente en contraposición a otras.

Eso último es justo lo que ha pasado con la fenomenología, una materia, o enfoque, pensado por Husserl como un esfuerzo colectivo, que sus seguidores no han interpretado así.

Las explicaciones dadas dentro de ella pueden resultar inútiles para muchas personas, ya que decir que el fenómeno, o idea abstracta, asociado a un objeto real, sea algo biunívoco, lo asumimos todos sin más consideración. Existe el objeto y la idea, aunque muchas personas no hayan reflexionado mucho sobre las ideas, sobre lo que son y sobre dónde se alojan.

Como es lógico, Husserl en sus voluminosas obras dijo bastante más que eso y sus seguidores han aportado muchas de las interpretaciones que compartimos sobre nuestra mente, nuestra sociedad y nuestro mundo.

 

Importancia de la fenomenología

Hay un aspecto, por ejemplo, señalado por dichos seguidores que merece la pena reseñar. Es el de la unión definitiva del empirismo y del racionalismo que llevó a cabo. Me permito, a este respecto, recoger la cita siguiente:

“En la fenomenología trascendental se deshace la oposición entre empirismo y racionalismo, pues en la medida en que llama a dirimir todas las cuestiones sobre la verdad última de las cosas en las experiencias evidentes que tenemos de ellas, puede considerarse una forma radical de empirismo; sin embargo, en la medida en que asume que el orden racional del mundo nace en la experiencia intencional, puede considerarse también una forma de racionalismo” (Ver Husserl: https://es.wikipedia.org/wiki/Edmund_Husserl).

Y volvemos a indicar la importancia que la fenomenología ha tenido de la mano de los innumerables seguidores de Husserl, los cuales han influido en el pensamiento de todos.

El caso de Ortega y Gasset en España y Latinoamérica ha sido ya mencionado y puede tomarse como ejemplo. Gran parte de las ideas en términos generales que los españoles compartimos en los terrenos intelectual, social o político, proceden de Ortega. Y lo mismo se puede decir de las ideas de varios otros seguidores de la fenomenología en nuestro país, como Antonio Millán-Puelles (1921-2005), José Gaos (1900-1969) o el mexicano de origen catalán, Eduardo Nicol (1907-1990).

Deshacerse de la filosofía, no enseñarla u olvidar lo que dicen y escriben los filósofos, a mí, en particular, me parece absurdo. Sería como dejar de trabajar y de pensar en el arte, la literatura o las humanidades.

No hay nada más natural, más autónomo y más primigenio en el hombre, a partir de la Era Axial, que, la mente y la reflexión.

Veremos, además, en lo que sigue, que el relativismo actual, el pensamiento débil, la sociedad líquida, la pérdida de valores, o la proliferación de estos, y la irresponsabilidad e individualismo actual, son todo producto de una larga etapa de irracionalidad en la filosofía.

El pensar y filosofar es en el hombre como el respirar, nadie podrá eliminarlo nunca. Y, mucho menos, prohibir que se practique. El por qué el hombre contemporáneo ha perdido su confianza en el pensamiento filosófico es una cuestión abierta.

 

Heidegger, un maestro de Alemania

Pero, demos un paso más y pasemos al filósofo quizás más influente de los últimos tiempos y figura muy destacada de la filosofía contemporánea, aunque probablemente también, uno de los más oscuros y de convicciones personales más dudosas. Como resulta ser su compromiso hasta el final de su vida con el nazismo, uno de los movimientos políticos y sociales más erróneos y perversos de la historia.

Se trata de Martin Heidegger (1889 – 1976). Nacido en el estado alemán de Baden-Wurtemberg, es decir, en la Selva Negra. Vivió allí toda su vida salvo un periodo de 5 años que estuvo enseñando en Marburgo, estado de Hesse. Estudió en la Universidad de Friburgo de Brisgovia, hoy cuarta ciudad del estado después de Stuttgart, Mannheim y Karlsruhe.  En su etapa de estudiante, últimos años del siglo XIX y primeros del XX, dominaba en Alemania el neokantismo y uno de sus profesores fue Heinrich Rickert (1863-1936), figura muy destacada de esa corriente filosófica.  Fue en la Universidad de Marburgo donde se creó la llamada Escuela de Marburgo, máximo exponente del neokantismo. Posteriormente, ya en Friburgo, trabajó con Husserl y fue su ayudante.

Procedía de una familia humilde y muy católica y sus comienzos fueron en la teología de esta religión. Abandonó el catolicismo muy pronto para concentrase en la filosofía. Posteriormente pasó al protestantismo, aunque antes de su muerte pidió ser enterrado en el cementerio católico de Messkirch, su ciudad natal.

Su primer libro, y quizás también, el más importante, fue, Ser y tiempo, cuya primera edición es de 1927. Se lo dedicó a su maestro Edmund Husserl, pero es muy conocido que, en la edición de 1941, en pleno nazismo, retiró la dedicatoria, acto considerado por muchos de sus seguidores y colegas, como vergonzoso y traidor.

Hay una extensa bibliografía sobre su pertenencia durante unos años al partido nacionalsocialista y sobre su permanencia en esa ideología toda su vida, pero no es eso lo que nos interesa de este filósofo.

 

Destrucción de la metafísica

Lo que nos interesa es decir que fue uno de los primeros filósofos en hablar abiertamente de la destrucción de la metafísica y que consideró que ese mundo extremo de las ideas innatas y del espíritu absoluto, constituye un conjunto estructuras artificiales erigidas por los racionalistas e idealistas que hay que destruir. Considera que todos los filósofos anteriores hablaban de la metafísica olvidándose del Ser, lo cual, en su opinión, es lo que de verdad lleva al nihilismo. Muy curioso, porque una mayoría de personas creemos lo contrario.

A esto último es a lo que se dedica con afán en sus primeros años, a definir el Ser. Es sabido que habló y dedicó mucho esfuerzo a definir el “ser-ahí” (o Dasein, en alemán), lo cual tenemos que entender como el hombre concreto que vive en un tiempo determinado y que tiene consciencia de su existencia. Ortega y Gasset le dijo en una ocasión que él había inventado ya esa idea, a la cual denominaba, “yo y mis circunstancias”, y también Zubiri años después habló del sentir y el entender y de la verdadera inteligencia humana que es la inteligencia “sintiente”.

Volveremos sobre estas cuestiones, pero diríamos que Heidegger y sus seguidores, entre los que hay que mencionar a los dos españoles citados y a muchos otros, intentaron “superar el subjetivismo reinante en la modernidad y el realismo ingenuo de la filosofía clásica”.

Heidegger en concreto, utilizó la expresión ya mencionada “ser-ahí” (Dasein), para resaltar la capacidad del hombre de comprender el concepto de “existir”, cosa que no pueden hacer otros entes, como los animales, que se limitan a existir.

Unida a esa primera idea surge la de “estar-en el mundo”, lo que significa que los seres humanos viven interpretando continuamente el mundo en el que habitan. El mundo y las relaciones del hombre con él, en las que estamos continuamente involucrados, es lo que constituye la existencia.

Adicionalmente utiliza solo el “Se” (Das Man, en alemán) para referirse a la existencia vivida de manera inauténtica, es decir, impersonal y condicionada por las opiniones de la gente.

No es extraño, con estas ideas iniciales, que fuera considerado como existencialista, cosa que él rechazó.

 

Un ser arrojado a la existencia

Un concepto adicional de este autor es la “condición de arrojado” a la existencia en la que se encuentra el hombre. No puede iniciar su existencia, sino que se encuentra con ella. Esto, no obstante, le permite, tras aceptar el hecho de la muerte, adscribirse al futuro y abrirse a una vida auténtica.

Por último, en esta apretada descripción de los conceptos básicos de la filosofía de Heidegger, tendríamos que referirnos al “ser-para-la-muerte”, en lo que también insistió. El hombre es el único ser que sabe que va a morir y debe vivir de acuerdo con la anticipación de su propia muerte. Dijo algo así como, “la existencia o el ser-para-la muerte, es ser consciente del tiempo y de la limitación de las posibilidades disponibles y escoger la propia existencia auténtica”.

Son cuestiones hasta cierto punto difíciles de entender para cualquier persona, aunque sea un profesional y tenga orientación a la reflexión, pero al mismo tiempo, nos dan ideas para vivir una vida auténtica y nos hacen entender el mundo y nuestra existencia. Sería, de nuevo, un ejemplo de cómo los filósofos influyen en la vida de todos los hombres.

En su primera etapa, Heidegger, en su afán por alejarse de la metafísica, indicó que el objeto de la filosofía no es la verdad sino el lenguaje. Es, probablemente, una de las primeras referencias a lo que se llamó el “giro lingüístico”, en el que también entraría su coetáneo, aunque fallecido mucho antes, Ludwig Wittgenstein (1889-1951).

En la filosofía de Heidegger se han establecido dos etapas, aunque él mismo no interpretara así su obra. 1) Basada en su libro, Ser y tiempo, relacionada con el “sentido del ser” y marcada por la búsqueda del ”ser del tiempo”. Es a la que más referencia se ha hecho en los comentarios anteriores y por la que se le situó en el terreno del “existencialismo”. Viene influenciada por tres tradiciones filosóficas, el historicismo y la hermenéutica de Wilhelm Dilthey (1833-1911) y Kierkegaard, y la fenomenología de Husserl. 2) Caracterizada por un viraje (Kehre) hacia el estudio de la “historia del ser” en la filosofía de Occidente. Algo así como pasar del estudio del “ser del tiempo” a los “tiempos del ser”, como se dice en varias de las referencias utilizadas.

La influencia de Heidegger ha sido enorme, tanto por los terrenos en los que el mismo trabajó, teoría literaria, social y política, el arte y la estética, la arquitectura, la antropología cultural, el diseño, el ecologismo, el psicoanálisis y la psicoterapia, como por los filósofos, intelectuales y autores que lo siguieron.

Entre estos últimos hay muchos que lo criticaron profundamente y entraron en su adscripción al nacionalsocialismo, y otros que lo siguieron y admiraron. Entre estos últimos debemos citar a los filósofos franceses del siglo XX, Jean-Paul Sartre (1905-1980), Emmanuel Lévinas (1906-1995), Jean Beaufret (1907- 1982), Maurice Merleau-Ponty (1908 – 1961), Simone de Beauvoir (1908-1986),  Claude Lévi-Strauss (1908-2009), Jean Paul Ricoeur (1913 – 2005), Roland Barthes (1915 – 1980), Jean-François Lyotard (1924-1998), Gilles Deleuze (1925-1995), Michel Foucault (1926-1984), Jean Baudrillard (1929 – 2007), Jacques Derrida (1930-2004), François Fédier (Nacido en 1935) y Jean-Luc Nancy (nacido en 1940). Y también, aunque con menos adhesión, a un grupo en el que hay varios españoles, Otto Poggeler (1928 − 2014), Jan Patocka (1907- 1977), José Ortega y Gasset (1883- 1955), Xavier Zubiri (1898 – 1983), Julián Marías (1914- 2005), Jean Grondin (Nacido en 1955), Judith Butler (Nacida en 1956), Julia Kristeva (Nacida en 1941), el mismísimo Jürgen Habermas ( Nacido en 1929), y muchos otros.

 

Artículo elaborado por Adolfo Castilla, doctor en Ingeniería, catedrático de economía aplicada, y colaborador de la Cátedra Francisco José Ayala de Ciencia, Tecnología y Religión.

Los comentarios están cerrados.