Las nuevas fronteras de la paleogenómica: Svante Pääbo

(Por Ignacio Núñez de Castro y Leandro Sequeiros) En los primeros días de junio de 2018 se ha hecho público que el investigador sueco Svante Pääbo (Estocolmo, 1955) ha sido galardonado con el Premio Princesa de Asturias de Investigación Científica y Técnica de 2018. El científico es considerado uno de los fundadores de la paleogenómica y ha dirigido el proyecto de secuenciación completa del genoma del neandertal. También demostró que otra especie humana –los denisovanos– contribuyeron en un 5% al genoma de los actuales habitantes de Australia y otras zonas de Oceanía. Svante Pääbo lanzó el proyecto de secuenciación del genoma neandertal. El primer borrador se presentó en Science en el año 2010 y confirmó que los seres humanos modernos se hibridaron a su salida de África con los neandertales hace menos de 100.000 años. ¿Qué implicaciones tienen estas investigaciones para el futuro de la especie humana?

 

En septiembre de 2015, el diario El País publicaba con el expresivo título de “El sueco que persiguió hasta cazarlo al Hombre de Neanderthal”, un expresivo artículo en el que se comentaba la traducción al castellano del libro de Svante Pääbo “El Hombre de Neanderthal”. Cuenta en el libro las apasionantes aventuras que llevaron a la primera secuenciación del genoma de una especie humana extinta hace miles de años.

Según este diario, en El Hombre de Neandertal (Alianza Editorial), el científico sueco cuenta desde el principio uno de los viajes de descubrimiento más fascinantes de las últimas décadas, desde cómo se planteó recuperar material genético de seres vivos muertos hace miles de años hasta que logró publicar junto a sus colaboradores la secuencia del genoma neandertal en 2010. Por el camino deja entrever pequeños episodios de su vida privada, como su orientación bisexual o la aventura amorosa con la esposa de un estrecho colaborador, que acabó siendo su mujer y la madre de su hijo.

El Hombre de Neandertal es la historia de la pasión de un tipo con un talento científico extraordinario. Pääbo comenzó su carrera como investigador después de estudiar medicina, ocupándose de las estrategias de los virus para escapar al sistema inmune. Tenía futuro como investigador en un campo con el que podía haber ayudado a mejorar la salud de sus congéneres, pero sus inclinaciones le empujaban por otro camino que sus mentores consideraban excéntrico. Desde que su madre le llevó con 13 años a Egipto, se había sentido atraído por el pasado, pero no le interesaban las discusiones anquilosadas de los egiptólogos que, como él mismo recuerda, parecían tan momificadas como los cuerpos que se dedicaban a estudiar. Él quería indagar en la naturaleza de aquellas personas leyendo su ADN.

Cuando el genoma neandertal aún no estaba secuenciado, aparecieron en las cuevas de Denisova, en Siberia, pequeños restos de una especie humana desconocida que conservaban en su interior una gran cantidad de ADN. Por primera vez, los análisis genéticos de piezas de fósil diminutas iban a hacer posible identificar a un nuevo individuo de nuestro linaje con independencia del análisis de la forma de los huesos.

Pääbo, que había empleado una de las piezas para secuenciar parte de su genoma, sabía que existía un trozo más grande, y en una visita se lo pidió al responsable de las excavaciones, Anatoly Derevianko, ilusionado con la posibilidad de obtener aún más información. El ruso respondió que ya no lo tenía, porque se lo había dado a su amigo.

Ante el desconcierto de Pääbo, Derevianko aclaró: “a tu amigo Eddy. Eddy Rubin, de Berkeley”. Pese a las preocupaciones iniciales del sueco, que temía que Rubin se le adelantase en la presentación de la primera secuencia de ADN nuclear de una especie humana extinta gracias a una muestra tan rica, esto nunca sucedió. De hecho, Pääbo inicia su epílogo con un pullazo a su antiguo amigo: “Tres años más tarde, mientras escribo esto, aún no sabemos qué pasó con la otra parte del hueso del dedo que Anatoly envió a Berkeley. Quizá algún día pueda usarse para la datación, para que sepamos cuándo vivió la niña de Denisova”.El genoma neandertal permitió saber que habían copulado y tenido hijos con los humanos modernos.

Svante Pääbo, un científico singular

El trabajo de Pääbo y sus numerosos y brillantes colaboradores cambió algunas de las ideas sobre lo que se considera conocimiento común. Esto le ha merecido el premio Princesa de Asturias de Investigación Científica y Técnica 2018. De acuerdo con sus hipótesis, parece que los neandertales tuvieron descendencia con los humanos hace unos 55.000 años y parece probable que tuviesen capacidad de hablar e incluso se puede pensar que sus coitos eran prolongados, como los humanos, y no cortos, como los de los simios. La mayor parte de la información que contiene el genoma neandertal, no obstante, aún está por descubrir. De momento, la aventura para lograrlo nos ha dejado una gran historia. ¿Qué implicaciones tienen estas investigaciones para redefinir lo que es el ser humano? ¿Nos encontramos en una nueva frontera de la humanidad?

Svante Pääbo (Estocolmo20 de abril de 1955) es un biólogo sueco, especialista en genética evolutiva. Nació en 1955 en Estocolmo y obtuvo su doctorado en la Universidad de Upsala en 1986. Desde 1997, se ha desempeñado como director del Departamento de Genética del Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva en LeipzigAlemania.

En agosto de 2002, un equipo encabezado por Pääbo publicó una serie de descubrimientos sobre el «gen del lenguaje«, FoxP2, el cual está ausente o se encuentra dañado en algunos individuos con discapacidades fonoaudiológicas. Pääbo es considerado como uno de los fundadores de la paleogenética, disciplina que utiliza los métodos de la genética para estudiar a los primeros humanos y otras poblaciones de la prehistoria. En 2006, anunció un plan para reconstruir el genoma completo del hombre de Neandertal, el Proyecto del genoma del neandertal. En 2007, Pääbo fue nombrado por la revista TIMEcomouno de los 100 personas más influyentes de ese año.

En febrero de 2009, en la reunión anual de la American Association for the Advancement of Science (AAAS), se anunció que el Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva, en colaboración con la corporación 454 Life Sciences, había completado el borrador de la primera versión del genoma del Neandertal, con más de 3 mil millones de pares de bases secuenciadas, proyecto dirigido por Svante Pääbo.

En marzo de 2010, Pääbo y sus colegas publicaron un informe sobre el análisis del ADN de un hueso de dedo hallado en las cuevas de Denisova en Siberia, cuyos resultados sugirieron que pertenecía a un miembro extinto del género Homo aún no reconocido, bautizado como homínido de Denisova.

Pääbo ha sido merecedor de numerosos premios y reconocimientos. En 1992, recibió el Premio Gottfried Wilhelm Leibniz de la Fundación Alemana de Investigación, el cual es el más alto honor entregado a investigadores y científicos en Alemania. Por otra parte, Pääbo ha sido elegido como miembro de la Real Academia de las Ciencias de Suecia en 2000. En octubre de 2009, la Foundation For the Future entregó a Pääbo el Premio Kistler en 2009 por su trabajo en el aislamiento y secuenciación de ADNs antiguos. Y ahora, en 2018 ha recibido el Premio Princesa de Asturias de Investigación Científica y Técnica.

El contexto científico de las investigaciones de Svante Pääbo

En un artículo publicado en la Revista Razón y Fe (tomo 273, número 1410 (2016) pág. 341-356) con el título “Adán: ¿Dónde estás?”, El  proceso de hominización desde la genómica comparada, uno de nosotros, Ignacio Núñez de Castro, ha descrito el contexto científico de las investigaciones en una nueva disciplina emergente: la genómica comparada o paleogenómica. Esta recorre hacia atrás el camino evolutivo que ha llevado desde los  primates a los homínidos y a la humanidad. La evolución humana puede recorrerse desde el ayer, a partir de las hipótesis construidas a partir de los fósiles (Paleontología); o bien desde el hoy hacia atrás en el tiempo, a partir de los cortes diacrónicos y sincrónicos que nos permite la nueva Genómica comparada. Este es el gran trabajo de Pääbo: el análisis de los genomas de los humanos actuales, de los genomas arcaicos (neandertales) y de los grandes simios (chimpancé, gorila y orangután), nos puede descifrar el proceso de hominización, es decir: el conjunto de eventos biológicos que conducen desde los primates a los homínidos y al Homo sapiens. La Genómica comparada es un arma fina y muy eficaz, que junto con las Neurociencias, la Arqueología, la Antropología, la Filosofía y la Teología, pueden ayudarnos a clarificar el proceso de humanización. Ambos procesos, entrelazados como los cabos de un cordel, constituyen nuestra historia.

Recomponer el árbol genealógico de nuestra especie

Recomponer un árbol genealógico no es tarea fácil, a lo más llegamos a clarificar unas cuantas generaciones, apoyados en la memoria familiar o en la búsqueda   de archivos. Si nos cuesta fijar el árbol genealógico familiar, qué será cuando  nuestro intento sea vislumbrar   las raíces del “nacido de la tierra”: Adán.  El Prof. Emiliano Aguirre decía: “cuando intentamos recorrer a la inversa el camino evolutivo que ha llevado a la humanidad, sólo tenemos las migajas que nos van dejando los fósiles, como en el cuento de Pulgarcito”.

La antropogénesis, el estudio de la evolución de la humanidad, tiene dos vertientes: la hominización, “el  conjunto de procesos biológicos que conducen desde los primates a los homínidos y al Homo sapiens”, y la humanización, el “conjunto de procesos culturales que conducen desde los primates hasta la aparición de lo irreductiblemente humano: la conciencia”; procesos  íntimamente entrelazados, como los dos cabos de un mismo cordel.

Para recorrer el camino a partir de los primeros homínidos  hasta el Homo sapiens, la Paleontología sólo nos ofrece “migas de Pulgarcito”; sin embargo, con la Genómica[1]comparada, en sus cortes diacrónico y sincrónico,  podemos aproximarnos a una respuesta mucho más ajustada, comparando los diferentes genomas de los humanos actuales (2003)[2], de los antepasados fósiles (2014) y de los monos antropoides: chimpancé (Pan troglodytes, 2005)[3], gorila, orangután y bonobo.

En el año 1848  el Capitán de la Navy,Edmund Flint, encontró en Gibraltar un cráneo fósil de un homínido en la Cantera de Forbes. (Hoy sabemos que  pertenecía a un neandertal). El hallazgo pasó desapercibido hasta 1856 en que se descubrió por Johann Karl Fuhlrott el cráneo de un homínido en el valle de Neanderthal. Fuhlrott y Huxley reconocieron que el cráneo hallado no era de una especie como la el hombre actual y King los denominó Homo neanderthalensis. Darwin conoció los fósiles neandertales y hace referencia al gran tamaño del cráneo de los mismos, sin embargo buscaba el «eslabón perdido».

En la década de los treinta del siglo XX comienzan los trabajos sistemáticos de los esposos Louis y Mary Leakey en el Rift, África oriental. Entre 1960 y 1980 se desarrollan programas en Olduvai y borde del lago Eyasi  (Tanzania), al este del lago Turkana, en las áreas de Koobi Fora  (Kenia), en el valle del río Omo, en el Hadar (Etiopía) y Laetoli (Tanzania), yacimiento famoso por las icnitas, huellas de los pies preservadas en cenizas volcánicas; hace, pues, 3.5 Ma, el Australopithecus afarensisestaba adaptado a caminar. Los trabajos de los Leakey se suceden enOlduway; en pocos años encuentran restos de Australopithecusy del género Homo, restos de Homo habilis y deHomo erectus.Donald Johanson en Hadar en 1973 halló fragmentos de un esqueleto casi completo de una hembra  “Lucy” de 3.6 Ma y la que se denominó Australopithecus afarensis.

Para los paleontólogos bajo el género Homose incluyen los homínidos capaces de fabricar utensilios, aunque tan rudimentarios, como son los de la cultura olduvayense; el volumen craneal de estas especies primigenias es de 650-800 ml y suelen comprenderse bajo el nombre de Homo habilis.  El sucesor cronológico sería el Homo ergaster, cuyos fósiles más antiguos son de 1.8 Ma y su volumen craneal oscila entre 850-880 ml, semejantes al Homo erectus, conocido como Homo erectusafricano.

El proceso de hominización: aproximación genómica  

Pero en estos últimos años, la genómica, el estudio del material genético, ha aportado muchos datos al problema de nuestros orígenes y de nuestro futuro. Y aquí nos encontramos con Pääbo. Los primeros estudios de aplicación de la Bioquímica a la historia evolutiva se llevaron a cabo a principios de los años cincuenta del siglo pasado, comparando la secuencia de aminoácidos de proteínas pequeñas, como el citocromo C (104 aminoácidos) o las globinas[4]; los árboles filogenéticos obtenidos por el estudio  de las variaciones de los aminoácidos eran superponibles a los obtenidos por los registros fósiles. Las técnicas de secuenciación del DNA han permitido, de manera más fina, rápida y eficaz obtener las secuencias completas del DNA mitocondrial y de los genomas de una gran variedad de seres vivos.

El cromosoma mitocondrial humano está compuesto por una doble cadena circular de DNA que  contiene 16.569 pares de bases y posee una gran tasa de mutación; mutaciones que se transmiten a los descendientes exclusivamente por vía materna. En la fecundación las mitocondrias del espermatozoidese degradan en las primeras etapas del desarrollo embrionario.Como las mutaciones por substitución de un nucleótido son de origen materno, posibilita conocer individuos cercanamente emparentados por la vía materna y determinar cadenas de descendientes. Si suponemos que la tasa de las mutaciones es estadísticamente constante en el tiempo, es posible utilizar el llamado  reloj molecular. Analizando las secuencias del DNA mitocondrial de una parte estadísticamente significativa de todas las razas humanas  se ha podido demostrar que todas llegan a unirse en una  mujer, establecida en África hace unos 170.000 años, la llamada eva mitocondrial africana[5];  esta hipótesis  supone que todos los humanos descendemos  de la colonización de antepasados africanos pertenecientes a la segunda gran migración.

Estudios de genómica comparada

En el año 2003 se publica la secuencia definitiva del Genoma Humano con una fiabilidad de más del 99.9%[6]; “la era genómica es ahora una realidad” y “ha comenzado una revolución en la investigación biológica”[7]. La revista Nature (1988) enfatizaba “la importancia de comparar genomas de diferentes especies, no solamente porque hará avanzar la identificación de los genes funcionales en los genomas secuenciados, sino porque el conocimiento de las relaciones evolutivas, que ciertamente surgirán”. En los estudios evolutivos del hombre es, pues, crucial conocer las secuencias de los genomas de los primates más cercanos. Enseguida, vio la luz el genoma del chimpancé; los humanos y los chimpancés compartieron un ancestro común hace de 5 a 7 millones de años. La semejanza en el número de pares de bases y de genes entre ambos genomas de nuevo  plantea aclarar  los dos procesos entrelazados que nos llevan a la aparición del hombre: hominizacióny humanización. ¿Dónde está la línea divisoria de lo humano,  cuando  los genomas, del hombre y del chimpancé son tan semejantes? Las diferencias más sobresalientes son 35 millones en cambios de un solo nucleótido, cinco millones de eventos de inserciones y supresiones en el genoma, así como varias reordenaciones y reorganizacionesde cromosomas. El cromosoma 2 humano  corresponde a dos cromosomas diferentes en el genoma de chimpancé que tiene  48 cromosomas.

Evolución de genes exclusivos del cerebro humano

Una de las líneas de investigación se refiere al estudio de los genes del cerebro humano. La glutamato deshidrogenasa 2 (GDH2) es exclusiva de la retina, los testículos y el  cerebro humanos. Esta enzima, de localización mitocondrial, está implicada en el proceso de desintoxicación del neurotransmisor excitatorio, glutamato.  La degradación del glutamato es importante, pues está a concentraciones altas después de mediar en las interacciones neuronales.  La enzima es fruto de la duplicación  y retroposición del gen de la enzima GLUD1, evento que se calcula ocurrió hace 23 millones de años ocurriendo después una selección positiva acelerada hacia el género Homo[8].  Este gen GDH2es paralelo en evolución a los genes ASPMy MCPH1cuyas mutaciones contribuyeron al aumento progresivo del tamaño cerebral en los individuos del género Homo. Nos remitimos aquí al extenso trabajo publicado en la revista Razón y Fe.

Evolución de los genes del lenguaje  

Otra de las líneas de investigación se refiere a los genes del lenguaje. La funcionalidad de un gen  se clarifica al comprobar que su deficiencia   produce una determinada disfunción.  La capacidad para el lenguaje requiere un fino control de la laringe y de la boca que por lo que sabemos no lo poseen los chimpancés y otros grandes simios. Para el sonido articulado se requiere una cavidad oral mayor y una laringe más baja, lo que  permite un gran repertorio de sonidos. Paralelamente a los cambios genéticos del aparato fonador, se requieren cambios en el desarrollo neurológico, que incluyen aquellos que subyacen a la capacidad de armonizar el control motor y la articulación, así como los que contribuyen a los procesos cognitivos implicados en la adquisición y uso del lenguaje. Para más detalles, nos remitimos al artículo publicado en Razón y Fe.

El estudio y el conocimiento comparado del genoma neanderthal 

La tercera línea de investigación (en la que encontramos a Pääbo y a su equipo) es la del estudio comparado del genoma neanderthal. Los neandertales aparecieron en Eurasia hace unos 300.000 años y se extinguieron hace aproximadamente unos 30.000 años; los últimos  vestigios  se han encontrado al sur de la Península Ibérica: Gibraltar, Zafarraya, Complejo Humo (La Cala del Moral, Málaga)[9]. En un estudio muy amplio sobre homínidos antecesores de neandertales, realizado a partir de 17 cráneos  del Pleistoceno medio encontrados en la Sima de los Huesos de Atapuerca, se les asigna una antigüedad de 430.000 años y muestran una semejanza de rasgos con los neandertales en la cara y la parte anterior de la bóveda craneal, lo que sugiere que la modificación facial fue el primer paso en la evolución de los neandertales[10].

El genoma del neandertal es el genoma humano más arcaico… En Enero de 2014 se ha publicado la secuencia completa del genoma neandertal a partir de una mujer de las montañas de Altai en Siberia[11]. Muestra un alto grado de consanguinidad, frecuente entre los neandertales; sus padres eran parientes, probablemente medio hermanos; se confirma un flujo genético entre neandertales, denisovanos y humanos  actuales. Las excavaciones en la cueva de Denisova en las montañas de Altai han permitido, a partir del hueso de la falange distal de un dedo del pie, secuenciar el genoma completo de los denosivanos, quienes compartieron un origen común con los neandertales, aunque tienen una historia evolutiva distinta[12]a los neandertales y humanos actuales.  El análisis de los datos sugiere que los denosivanos han contribuido con un 4-6% de material genético al genoma de los melanesios actuales.  El análisis de las diferencias genéticas  de los exomas[13]de los neandertales  al comparar las secuencias de los  neandertales de  España y Croacia, con los de Siberia, indica que las diferencias son mucho  menores entre sí, que las de los exomas de los humanos actuales[14]. Vivían, pues, en pequeñas poblaciones separadas con un alto grado de endogamia. Tal vez la genómica comparada de Pääbo pueda aportar mucha luz.

¿Qué aconteció con los neandertales? Hace unos 30.000 años desaparecen de Europa y ocupó su lugar de inmediato con gran éxito reproductivo  el Homo sapiens. Las dos especies del género Homoconvivieron durante 10 milenios. Puesto que el registro fósil desaparece repentinamente, varias hipótesis han sido propuestas: ¿hubo una auténtica competición? ¿Fue mayormente un cambio en las condiciones del medio ambiente? ¿Fueron los humanos más hábiles en el confeccionar ropas para defenderse frente al frío? ¿Aumentaron los Homo sapiens las técnicas de caza? ¿Estaban los sapiens más organizado socialmente? ¿Fue un factor puramente demográfico? Muy posiblemente la última glaciación influyó en la extinción de los neandertales y los  sapiens, ocuparon un «nicho ecológico» que estaba libre: «el nicho cognitivo». Tal vez aquí la genómica comparada de Pääbo pueda aportar respuestas.

La aproximación genómica nos ha llevado hasta el final de proceso de hominización, tal como podemos conocerlo en el momento actual. Habrá que seguir investigando, buscando la aguja en pajares diferentes, como son los genomas de los simios y de los homínidos, pero  siempre quedará la gran pregunta: Adán ¿Dónde estás? ¿Cuándo en verdad nos encontramos con el primer ser humano? Es decir, hemos de bucear también en el proceso de humanización, para ello debemos reflexionar en aquellas características de lo que nos hace ser propiamente humanos.

 El proceso de humanización: las preguntas de frontera

Decíamos al comienzo que el proceso de humanización, enfocado fundamentalmente hacia la aparición de la conciencia, esta íntimamente entrelazado, con el proceso de hominización, entendiendo éste como la aparición del sistema nervioso central, punto de emergencia de la conciencia[15].

Llegados a este punto, para reflexionar sobre la humanizaciónes necesaria la colaboración y el diálogo conjunto de arqueólogos, paleontólogos, biólogos moleculares, psicólogos, filósofos, antropólogos y teólogos. Y un lugar importante puede ocuparlo la genómica comparada ¿Es el Homo sapiensuna especie biológica más?  Afirmativamente responderán algunos investigadores; otros, en cambio dirán: el hombre es una nueva especie de vida, una nueva fórmula de vida hasta él inédita[16].

Entonces, ¿cuándo comienza lo propiamente humano? ¿Dónde está Adán? No podemos olvidar que estamos ante un proceso y todo proceso es el resultado de un conjunto secuencialmente estructurado de sucesivos estadios o fases en el que no existe solución de continuidad. Nos dirá Alfred N. Whitehead: si interpretamos la realidad como proceso, las actualidades del presente  están derivándose de sus características precedentes y confiriendo sus características al futuro, “la inmediatez es la realización de las potencialidades del pasado y es el almacén de las potencialidades del futuro”[17].  La respuesta, afirma Emiliano Aguirre, se nos escapa y baila como una gota de azogue en un amplio periodo de tiempo de tal manera que “La cronología de este instante con relación a la cronología morfológica  -e incluso arqueológica- es difícil, por no decir imposible de establecer”[18].

Para aproximarnos, pues, al momento imperceptible, y subrayamos lo de imperceptible, de humanizaciónhemos de conjugar  la morfología, la genómica, la arqueología que nos muestra las huellas culturales, las manifestaciones de la conducta, la filosofía y la teología, relacionando las  características consideradas humanas, las que conforman la humanitas, con una forma humana fósil. Entre estas  características humanas están: la inteligencia, la comprensión, el conocimiento, la autoconciencia del yo, el lenguaje simbólico, la capacidad emocional y estética, la sociabilidad, la cultura considerada como el marco referencial de valores y símbolos en los que se representan esos valores, las representaciones artísticas, los valores morales  que definen una  ética,   y la religión. La profundización en el proceso dehumanizacióncae fuera de los límites de esta reflexión sobre la hominizacióna partir de la genómica comparada.

En las fronteras de las tradiciones religiosas

¿Podría la genómica comparada aportar alguna luz a la dimensión espiritual – o incluso religiosa-  del ser humano? En la segunda parte del artículo de Ignacio Núñez de Castro publicado en la revista Razón y Fe (volumen 274, números 1413-1414 (2916) páginas 45-57,  Adán, ¿Dónde estás? II, Reflexión sobre el proceso de humanización se aportan algunas reflexiones de frontera sobre la humanización. El texto completo puede encontrarse en el artículo de Razón y Fe. Llamamos humanización al proceso evolutivo que supone la maduración de las capacidades cognitivas y emocionales de la conciencia reflexiva humana por una auto-transcendencia activa (K. Rahner) de la materia  hacia el espíritu.

El momento de su aparición se nos escapa de las manos como la corriente del río, ya que “no podemos desenterrar el espíritu con una pala” (J. Ratzinger). Esta auto-transcendencia activa supone la dinámica creadora de Dios. Aún queda la pregunta retórica: “Adán ¿dónde estás?”

La emergencia de la dimensión espiritual y de la mente

Tanto en la historia del Universo, como en la evolución de la vida, surgen propiedades no resultantes, sino emergentes: el inicio de la vida y la aparición de la conciencia, son dos momentos procesuales, en los que la solución reduccionista monista, que ha dominado la ciencia positiva desde mediados del siglo XIX, no satisface el problema.

Los diferentes dualismos que ha habido a lo largo de la historia: el aristotélico- tomista,  el cartesiano, el interaccionista de K. Popper y J. Eccles, clarifican en parte y nos hacen comprensible el ser humano, -el mismo J. Monod[19]afirmaba el valor operacional del dualismo-, pero ninguno de los dualismos satisface plenamente la solución del problema: el misterio del hombre. El emergentismo fuerte no fisicalista, que supone un  punto de inflexión, por una autotranscendecia activa de la materia hacia el espíritu se presenta como alternativa plausible entre los diversos monismos materialistas fisicalistas y los diferentes dualismos[20].

¿Cómo explicar cuándo aparece en el doble proceso de hominizaciónhumanizaciónla emergencia del espíritu? ¿En otras palabras, cómo encontrar a Adán?. La lectura de Pierre Teilhard de Chardin hizo reflexionar al teólogo K. Rahner sobre el manifiesto parentesco materia-espíritu en relación a la creación del mundo. En  efecto, la materia, según todo su ser, procede del Espíritu creador y adquiere una profunda relación óntica con el Creador; para K. Rahner, desde su creación, la materia es un momento del espíritu[21]y en otro lugar llamará a la materia “espíritu entumecido”[22]. Así pues, la auto-transcendencia activa de la materia hacia el espíritu la explica Rahner como un producirse “algo realmente «nuevo» que, sin embargo, procede de una causa intramundana (…); causa que se supera a sí misma, pone una realidad mayor que la suya. Según el principio metafísico de causalidad, este superarse a sí misma, solo es posible en virtud de la dinámica del ser absoluto, que es al mismo tiempo lo «más íntimo» de la causa intramundana y lo más distinto del ser finito que ejerce la causalidad”[23]. Ciertamente, estas reflexiones de K. Rahner suponen una nueva visión de la creación y expresan una nueva manera de concebir la acción transcendente  de Dios en la dinámica del proceso evolutivo. Devenir, nos dirá Rahner,  “ha de ser entendido como auto-transcendencia real, autosuperación, puesto que este concepto de auto-transcendencia incluye también la transcendencia en lo substancialmente nuevo, el salto a lo esencialmente más alto” [24].

Conclusión: todos somos Adán

Afirmábamos anteriormente que no podemos hablar del momento preciso de la humanización; se nos escapa de entre lo dedos de las manos como la corriente del río, ya que la maduración de la conciencia  vista desde nuestra limitada escala temporal fue un evento tremendamente lento, que sólo se puede percibir ampliando grandemente la escala.

Ya el Papa Pío XII en la Encíclica Humani generis nos advertía que “el magisterio de la Iglesia no prohíbe que la doctrina de la ‘evolución’ en la medida que busca el origen del cuerpo humano a partir de una materia ya existente y viva…sea objeto de investigación”. Cincuenta años después Juan Pablo II en el Discurso a la Academia Pontificia de Cienciasde 1996 matizaba: ”La encíclica Humani Generisconsideraba la doctrina del ‘evolucionismo’ como una hipótesis seria, digna de una investigación y de una reflexión profundas, del mismo modo que la hipótesis opuesta. Hoy, casi medio siglo después de la aparición de la encíclica, nuevos conocimientos llevan a reconocer en la teoría de la evolución más que una hipótesis”[25].

Joseph Ratzinger, a mi juicio, soluciona el problema del salto ontológico, con la afirmación de que “una creación especial supone una dependencia especial”; ahora bien, esa creación especial  debe ser entendida no sólo en la aparición del primer hombre Adán, sino también en la aparición de cada uno de todos los seres humanos que es llamado por Dios a la vida, puesto que, como afirma el mismo Ratzinger en otro lugar “el nombre de Adán alude a cada uno de nosotros: todo ser humano se encuentra directamente ante Dios. La fe no afirma del primer hombre nada que no afirme de nosotros y, a la inversa, tampoco afirma de nosotros menos de lo que afirma del primer hombre”[26].

Si todos somos Adán, la acción inmanente y a la vez transcendente de Dios en la creación del espíritu humano acontece por igual siempre que un ser humano es concebido. Si tos somos Adán y el Adán bíblico es el epónimo de la humanidad, no tenemos que seguir preguntando: “Adán, ¿Dónde estás?” Buscábamos a Adán y lo hemos encontrado en cada uno de nosotros. Ciertamente, como diría Charles Darwin en el párrafo final de El origen de las especies, -párrafo que no modificó en ninguna de las seis ediciones que se imprimieron en su vida-, “hay una grandeza, en esta concepción de que la vida, con sus diferentes facultades, fue originalmente alentada por el Creador en un corto número de formas o en una sola, y que, mientras este planeta ha ido girando según la constante ley de la gravitación, se han desarrollado y se están desarrollando, a partir de un principio tan sencillo, infinidad de formas las más bellas y portentosas”. Parafraseando a Darwin podríamos decir: hay una grandeza en esta concepción de que todo ser humano es Adán o Eva y que toda su vida, alentada por el Creador, está enraizada en el devenir de todo el proceso evolutivo del Universo. Tal vez la paleogenómica pueda ser una pieza que aporte luz para responder a estas cuestiones.

 

Notas
[1]Se entiende por genómica la ciencia que estudia el funcionamiento, el contenido, la evolución y el origen de los genomas.
[2]Un estudio sobre el nacimiento de la era genómica puede encontrarse en “Implicaciones éticas en torno al genoma humano”, Eduardo López Azpitardee Ignacio Núñez de Castro, Cruzando el puente. Problemas éticos relacionados con la vida,San Pablo Madrid, 2011, pp. 221-261.
[3]The chimpanzee sequencing and analysis Consortium, ”Initial sequence of the chimpanzee genome and comparison with the human genome”, Nature437, 2005, pp. 69-87.
[4]Frederick Sanger(1918-2013), dos veces Premio Nobel de Química (1956 y 1980), por sus trabajos en la estructura de proteínas especialmente de la insulina y por su contribución a la determinación de la secuencias de bases de los ácidos nucleicos. A. D. Smith,Oxford Dictionary of Biochemistry and Moleular Biology, Oxford University Press, 1997.
[5]Roger Lewin, “Mitochondrial Eve. The Biochemical route to human origins”, MOSAIC, Vol. 22, 3, 1001, pp. 46-55.
[6]  International Human Genome SequencingConsortium, “Finishing the Euchromatic Sequence of the Human Genome”, Nature, 431, 2004, pp. 931–945.
[7]Francis S. Collins, Eric D. Green, Alan E. Guttmacher and Mark S. Guyer, “A vision for the future of genomic research”, Nature, 422, 2003, pp. 835-847.
[8]Natalia López Moratalla, La dinámica de la evolución humana. Más con menos. EUNSA, Pamplona, 2007, p. 108.
[9]Jeffrey D. Wallet al., “Higher levels of Neanderthal ancestry in East Asians than in Eurpeans”, Genetics, 194(1), 2013, pp. 199-209. Vernot B.and Akey J.M., “Complex history of admixture between modern humans and neanderthals”, American Journal of Human Genetics, February 2015
[10]J. L. Arsuaga, et al., “Neanderthal roots: cranial and chronological evidence from Sima de los Huesos”, Science, 344, 2014, pp. 1358-1363.
[11]Kay Prüferetal., “The complete genome of a Neanderthal from the Altai Mountains”, Nature,505, 2014, pp. 43-49.  
[12]David Reichet al.  “Genetic history of an archaic hominid group from Denisova Cave in Siberia”, Nature, 468, 2010, pp. 1053-1060
[13]Exoma: Conjunto de segmentos intragénicos de DNA en las células eucariotas, que últimamente serán expresados en el mRNAs maduros y traducidos a proteínas.
[14]Sergi Castellanoet al.,“Patterns of coding variation in the complete exomes of three Neanderthals”, Proceedings of the National Academic of Sciences, 111(18), 2014, pp. 6666-6671.
[15]Ignacio Núñez de Castro S.J., “Emergencia, Vida y Autotranscendencia activa: reflexionando sobre la realidad evolutiva” en Pensar después de Darwin. Ciencia, filosofía y teología en diálogo.  Sal Terrae, Universidad Comillas, Santander, 2014, pp. 169-212.
[16]Juan Comas, “El hombre como especie politípica y polimórfica” en la Evolución, Op. cit.
[17]Alfred N. Whitehaed, Modos de pensamiento, Taller de ediciones Josefina Betancor, Madrid, 1973, p. 115
[18]Emiliano A. Aguirre, Las primeras huellas de lo humano en La Evolución, Op. cit. pp. 616-675.
[19]J. Monod, Le hasard et la nécesité. Essai su la philosophie naturelle de la biologie moderne.Éditions du Seuil, Paris, 1964, p. 198. Existe una frontera casi infranqueable, todavía para nosotros, tal como era para Descartes. En tanto que la frontera no sea franqueada, el dualismo conserva en suma su verdad operacional”.
[20]Ignacio Núñez de Castro, “Emergencia, vida y autotranscendencia activa” en Pensar después de Darwin,  Op. cit.
[21]Karl Rhanery, Paul Overhage,El problema de la Hominización. Sobre el origen biológico del hombre, Cristiandad, Madrid, 1961.
[22]KarlRahner, “La unidad de espíritu y materia en la comprensión cristiana” en Teología y ciencias naturales,Traducción de Jesús Aguirre,Taurus, Madrid, 1967, p. 122.
[23]Karl Rahner, “Evolución” en Sacramentum mundi. Enciclopedia teológica, Herder, Barcelona, 1972, Tomo 3, p. 20
[24]Karl Rahner,  “La Cristología dentro de una concepción evolutiva del mundo”, en Teología y ciencias naturales,Traducción de Jesús Aguirre,Taurus, Madrid, 1967, p. 156.
[25]Juan Pablo II,  Discurso a la Academia Pontificia de Ciencias de22 de Octubre de 1996. La traducción correcta de este discurso ha sido llevada a cabo porel P. George Coyne S.J. en “Evolution and the human person: The Pope in dialogue”, en Evolution and Molecular Biology. Scientific Perspective on divine action, Robert J. Russell et al. Editors, Vatican Observatory and Center for Theology and Natural Sciences, Berkeley, 1998, pp. 11-17.
[26]Joseph Ratzinger(Benedicto XVI), La fe en la creación y la teoría de la evolución, en Fe y Ciencia. Op. cit., p. 159.

 

Artículo elaborado por Ignacio Núñez de Castro -Catedrático de Bioquímica y Biología Molecular Universidad de Málaga- y Leandro Sequeiros San Román -Catedrático de Paleontología, Universidad de Sevilla-, colaboradores de la Cátedra Francisco J. Ayala de Ciencia, Tecnología y Religión.

 

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