¿Cosmología sin Dios?

[Enrique Solano] David Alcalde nos presenta en este libro una versión revisada y traducida al español de su tesis doctoral defendida en 2017 en la Universidad Católica de América. Es por tanto una obra que, aun manteniendo una línea argumental clara y amena, no se puede clasificar como obra para todos los públicos ya que requiere de una cierta familiarización con diferentes conceptos filosóficos, en particular en el campo de la filosofía de la ciencia. Es de destacar, asimismo, el hecho de que el padre Alcalde, junto con el doctorado en Teología, posee también un doctorado en Astrofísica lo que le confiere una visión privilegiada sobre el tema a tratar en este libro.

La obra se estructura en dos grandes bloques. En el primero de ellos, el autor nos proporciona una visión de lo que se entiende por ciencia moderna, desde sus orígenes en la revolución científica del siglo XVII, fruto de la unión de las ciencias exactas y la filosofía natural, hasta su definición actual como fuente de conocimiento de los fenómenos y procesos naturales a través de la observación, experimentación y matematización.

Una vez introducido el concepto de ciencia, el autor alerta de que el auge experimentado por la misma en las últimas décadas y el consiguiente desarrollo tecnológico asociado, han dado lugar a la aparición de ideologías como el cientifismo que afirma que el único acceso al conocimiento se realiza a través de la ciencia, minusvalorando (cuando no rechazando) otras vías como la filosofía o la teología. Muchas de estas visiones cientificistas se fundamentan en una ontología mecanicista, esto es, una visión del universo como un sistema mecánico regido por leyes deterministas, en donde todo puede explicarse reduciendo la realidad a materia e interacciones físicas, excluyendo cualquier elemento de tipo espiritual o trascendental.

Si bien es cierto que existen disciplinas como la biología evolutiva o la cosmología en donde los descubrimientos normalmente se usan para reforzar las posturas ateas y que una parte significativa de la comunidad científica considera el método científico epistemológicamente superior y, a diferencia de la filosofía o la teología, una vía de acceso al conocimiento que es transnacional, neutro y libre de prejuicios, es necesario destacar los esfuerzos realizados en las últimas décadas para aunar esfuerzos y conseguir un diálogo constructivo y fructífero entre ciencia y teología. A este tema dedica el libro la segunda mitad del primer bloque. En este sentido el libro es bastante escéptico y crítico tanto en los frutos conseguidos como en los mecanismos normalmente usados. El autor sostiene que el naturalismo metodológico (al que también se refiere como extrinsecismo moderado) en el que el científico no apela a entidades sobrenaturales para explicar los fenómenos naturales, no porque esto suponga una renuncia de lo divino sino porque no es relevante para los métodos que se usan, es insostenible y termina indefectiblemente derivando en un naturalismo ontológico en el que no hay lugar para lo sobrenatural o metafísico. Dentro de este marco argumentativo quizás hubiera sido deseable una mayor concreción de cómo, según el autor, debería proceder el científico católico en su día a día. Igualmente debatible es la idea también defendida por el autor de que la distinción entre ciencia y cientifismo es simplista e insostenible ya que la ciencia moderna no puede deshacerse de su cientifismo ya que es inherente a ella.

Estas argumentaciones nos introducen en el segundo bloque del libro, dedicado a la creación tanto desde el punto de vista de la ciencia como desde la perspectiva de la fe católica. El autor expone, a mi entender de manera muy acertada, la deficiente comprensión que, parte de la sociedad, tiene de la creación, reduciéndola a un simple acontecimiento natural dentro del mundo. El término “parte de la sociedad” es de cosecha propia ya que en el libro se usa el concepto de “ciencia moderna”. En mi opinión, creo que es más adecuado ya que es posible tanto encontrar científicos que admiten e, incluso, defienden la trascendencia de la creación como personas ajenas al mundo de la ciencia que asuman el relato materialista de la creación. También es conveniente apuntar que, cuando se hace referencia a ciencia en este segundo bloque del libro, el autor está cayendo en una sinécdoque al centrarse en una rama muy específica de la Astrofísica como es la Cosmología, lo cual no es directamente extrapolable al resto de disciplinas científicas.

El autor describe cómo el problema reside en una comprensión equivocada de lo que realmente es la creación. Por un lado, estarían los que defienden un Dios como causa primera que, muchas veces, puede derivar a un deísmo en el que flota el aroma de un dios relojero. Por otro lado, están los que abrazan el extrinsecismo teológico y rebajan a Dios a nivel de las causalidades segundas, lo que lleva sin solución de continuidad al concepto de “dios de los agujeros”, tan del agrado de los científicos ateos quienes ven en el progreso de la ciencia una oportunidad única para eliminar la necesidad de un creador. Los diferentes modelos cosmológicos descritos en la última parte del libro son excelentes ejemplos de lechos de Procusto en los que teorías sin ninguna confirmación observacional se proponen para intentar acomodar la realidad a unos intereses muy concretos: eliminar a Dios. Estos intentos forzados de sacar a Dios de la escena son los que llevan al autor a concluir que no hay Cosmología sin Dios y que toda descripción física del universo implica una determinada concepción del mismo y una idea concreta de Dios.

Pero, ¿hay una tercera vía? La hay y ésta es descrita de manera detallada en el segundo bloque del libro, en donde se define la creación como “hacer algo de la nada”, esto es, el paso del “no-ser” al “ser”. En la doctrina de la creación ex nihilo no se presupone nada aparte de Dios. Y esta creación es llevada a cabo por un Creador para el cual, en numerosas ocasiones, las representaciones que se utilizan no son las más adecuadas. Así, por ejemplo, cuando nos referimos a Dios como un ser eterno, se tiende a caer en la trampa de asociarle una existencia temporal infinita. Y, en realidad, Dios es creador del tiempo y lo trasciende.

Tal y como propone el autor (p. 115) la distinción entre origen temporal y ontológico, con prioridad de este sobre aquel, es la clave para entender los diferentes abordajes al problema de la creación. Y debemos ser capaces de mantener esta distinción y no caer en la tentación de beneficiarnos de los descubrimientos científicos. Es cierto que tanto el modelo cosmológico estándar como la segunda ley de la Termodinámica sugieren un comienzo. Y un comienzo apunta a una creación y un creador. Pero caer en esta tentación supone, por ejemplo, correr el riesgo de exponer a Dios a la confrontación con las teorías cosmológicas de modelo cíclico que buscan eludir la singularidad de un comienzo.

A todo lo anterior habría que añadir un elemento clave para entender realmente lo que significa la creación. Tal y como se describe en el libro (p. 83), la relación del hombre con Dios no es igual que la relación de una casa con su constructor donde, una vez que “el-llegar-a-ser” de la casa se completa, se rompe cualquier relación de dependencia. Esto no pasa en la relación entre Dios y el hombre. Como sostienen autores como J. Sánchez Cañizares, la creación es una relación fundamental de las criaturas con Dios que se extiende a lo largo de toda la historia del universo. Éste es el punto clave para poder entender la acción providente de Dios en el mundo.

En resumen, “¿Cosmología sin Dios?” es una obra que ofrece una exploración perspicaz de los desafíos y las oportunidades que surgen en la intersección entre la cosmología moderna y la teología. Con su enfoque equilibrado y accesible, el padre Alcalde invita a los lectores a reflexionar sobre las complejidades de estas disciplinas y a considerar las implicaciones más amplias de sus investigaciones en la búsqueda de la comprensión humana del cosmos y su lugar en él.

*Recensión de: David Alcalde Morales, ¿Cosmología sin Dios? La problemática teología inherente a la cosmología moderna, Sal Terrae/U.P.Comillas, Maliaño/Madrid 2024 publicada en Razón y Fe.