[Pablo Damián Oio; Universidad Católica de Córdoba] La inteligencia distingue a los seres humanos y es expresión de la dignidad que Dios da a cada persona. En la psicología se han planteado diversas teorías acerca de la inteligencia. El progreso de las tecnologías y de la inteligencia artificial (IA) abre nuevos interrogantes, no sólo para las ciencias sino también para la teología. En tiempos del transhumanismo, el desarrollo de la inteligencia artificial y sus consecuencias nos dan oportunidad para repensar al ser humano desde la antropología teológica, con un diálogo fecundo entre fe y ciencia.
Las distintas ciencias y la teología están llamadas a un diálogo que nos haga crecer en la comprensión del misterio de Dios, del mundo y del ser humano. Aun con lenguajes, conceptos y métodos diversos los científicos y los teólogos pueden dar su aporte al desarrollo de la humanidad. Aquí hemos visto distintas aproximaciones acerca de la inteligencia humana, con teorías que siempre pueden ser profundizadas o mejoradas. En la evolución de estas teorías se ha pasado de visiones unitarias de la inteligencia o más centradas en lo biológico hacia visiones que consideran distintas inteligencias, también considerando la interacción con el ambiente. Ciertamente, se han destacado teorizaciones que se enfocan en el procesamiento de la información llegando, finalmente, a comparar la inteligencia humana con las computadoras.
Con Gardner y su teoría sobre las inteligencias múltiples, teniendo en cuenta la posibilidad de una inteligencia existencial en cada persona, creemos que se abre una oportunidad para la antropología teológica de profundizar en el diálogo con la ciencia para analizar cómo esa supuesta inteligencia existencial podría ser el espacio del encuentro del ser humano con el misterio divino. También queda por descubrir si existe o no una posible inteligencia moral en el ser humano.
En la actualidad, como hemos visto, el transhumanismo, con el desarrollo de la tecnología y las inteligencias artificiales, nos hacen volver a reflexionar sobre la persona humana y su lugar como creatura frente a Dios y al mundo creado. Las inteligencias artificiales nos plantean nuevos desafíos para el mejoramiento del ser humano que, ciertamente, modifican nuestra imagen de Dios y de la persona humana. Queda por descubrir, cada vez más, cómo son actualmente esas nuevas imágenes de Dios y del ser humano.
Frente al endiosamiento de las inteligencias artificiales o la búsqueda de una superinteligencia, debemos recordar la centralidad de Jesucristo que nos salva, teniendo en cuenta toda nuestra persona, cuerpo y alma, con inteligencia y voluntad. Por eso, aquí son oportunas las palabras de Juan Ramón La Parra (2021, p. 91):
El cristianismo ofrece, como es sabido, elementos para plantear la salvación del hombre caído, restaurándolo y llevándolo a plenitud gracias a Jesucristo, Dios hecho hombre … La teología cristiana siempre ha defendido el papel de la carnalidad en el destino último del hombre … Ante quienes proponen que sólo la mente debe ser salvada, debemos recordar que el elemento fundamental del cristianismo es que el Logos de Dios se ha hecho carne en Jesucristo.
Podemos concluir estas reflexiones sobre las inteligencias con estas palabras del Papa Francisco que considera lo humano y lo artificial a la luz de la Sabiduría
Corresponde al hombre decidir si se convierte en alimento de algoritmos o en cambio sí alimenta su corazón con la libertad, ese corazón sin el cual no creceríamos en sabiduría. Esta sabiduría madura sacando provecho del tiempo y comprendiendo las debilidades. Crece en la alianza entre generaciones, entre quienes tienen memoria del pasado y quienes tienen visión de futuro. Sólo juntos crece la capacidad de discernir, de vigilar, de ver las cosas a partir de su cumplimiento. Para no perder nuestra humanidad, busquemos la Sabiduría que es anterior a todas las cosas (cf. Si 1,4), la que pasando por los corazones puros hace amigos de Dios profetas (cf. Sab 7,27). Ella nos ayudará también a orientar los sistemas de inteligencia artificial a una comunicación plenamente humana. (2024, 24 de enero)
*Extracto del final del artículo publicado en Razón y Fe (Vol. 287 n.º 1463; 2023) accesible en abierto en la web de la revista.