[Marta Medina] La revolución digital ha afectado hasta tal punto el funcionamiento del mundo y de nuestras vidas que algunos hablan, con razón, de una nueva condición, “la condición digital”. Internet ha dejado de ser una mera herramienta o medio de comunicación para convertirse en el continente más habitado del mundo y en una mediación cultural esencial. Ante este cambio de paradigma, necesitamos situarnos, reflexionar y discernir. Algunas lecturas pueden ayudarnos a ello.
La condición digital
Hace poco (Madrid 2023) se publicó en Trotta un ensayo de Juan Luis Suárez titulado La condición digital. Se trata de un texto lúcido que sitúa ante la realidad de lo que estamos viviendo, sin caer en posturas extremas, pero también sin ingenuidad. A lo largo del libro Suárez aborda lo digital desde distintos ángulos y utiliza algunas imágenes para ayudarnos a comprenderlo, como la ausencia de fricción, los enjambres digitales o la polarización de los átomos. Debido a que cada capítulo está escrito de corrido, sin divisiones ni epígrafes, hay momentos en los que puede resultar difícil seguir el hilo, pero sin embargo cuando se llega al final se tiene la impresión de que todo encaja y de que todo ha ido convergiendo.
Una tesis fundamental que va acompañando la lectura es que hoy lo digital es considerado lo real, de manera que nuestra condición humana es ya en cierto sentido una condición digital. Otra idea que el autor defiende de manera transversal es que lo digital trae consigo una complejidad tal que el usuario de la red no es muchas veces consciente de ella, y que está pensada para engancharlo y lucrar así a grandes empresas que hay detrás. Esto activa mecanismos automáticos y disminuye las decisiones voluntarias. Dice el propio autor:
“La abundancia de la sociedad digital nos ha entrenado a todos, pero sobre todo a las nuevas generaciones, para actuar como si la naturaleza fuera ilimitada, los bienes de consumo no se pudieran acabar y nuestras opciones fueran casi infinitas. El resultado de todo ello […]: reducir el número de decisiones mediante la oferta del mayor número posible de opciones” (pp. 89-90).
Para que esto funcione, es necesario eliminar la fricción, es decir, que todo sea percibido como fácil, automático, rápido y al servicio de nuestros impulsos inmediatos, cuando en realidad está al servicio de quien gana dinero a través de nuestro comportamiento en la red.
Ética de los límites digitales
La condición digital contiene muchas otras reflexiones interesantes que se poniendo en relación con hechos, noticias y anécdotas personales de manera espontánea y fluida. En mi opinión, los dos últimos capítulos son especialmente interesantes porque aquí, una vez que en los capítulos anteriores ha descrito el funcionamiento del “ecosistema digital” y cómo nos afecta, Suárez comparte su propio ejercicio de discernimiento sobre lo que él denomina una “ética de los límites digitales”.
Según el autor, no se trata tanto de preguntarse si usar internet o no, porque hoy es casi imposible ser completamente abstemio digital. Se trata más bien de establecer límites que nos permitan vivir de manera saludable nuestra condición digital, sin renunciar por ello a la condición humana. Por ejemplo, no hacer de manera digital lo que se sigue pudiendo llevar a cabo de manera analógica, o definir cuándo y por qué vamos a usar lo digital, sin dejarnos absorber por ello de manera permanente.
Suárez declara que padece “un prejuicio humano. Me interesan las personas más que los animales y estos mucho más que los robots” (p. 241). Así, el límite de la ética digital somos precisamente nosotros, es decir, su fundamento es la propia condición humana. En el final del libro, donde el autor recoge las últimas reflexiones y nos lanza a seguir reflexionando sobre todo esto, señala:
“…la digitalidad es la más grande emigración que la humanidad haya realizado desde que nuestra especie existe. […] no hemos sido capaces de resolver la única verdad incontrovertible, que somos humanos y moriremos. No es posible, ni siquiera deseable, intentar renunciar a nuestra condición digital o destruir la digitalidad […] porque no se puede volver. Pero sí podemos hacer que esta digitalidad sea más humana. Para ello solo tenemos que preguntarnos cuál es el término de llegada. Este ensayo solo ha querido ser el comienzo de esa pregunta: ¿adónde vamos?” (p. 258).
Internet y vida religiosa
La condición digital es un ensayo filosófico en diálogo con la ciencia, pero sus intuiciones pueden iluminar también la perspectiva religiosa. Al fin y al cabo, la condición humana, que es ya digital, se caracteriza por su apertura a la trascendencia, de manera que las religiones, que son respuestas a esta inquietud, no pueden pasar por alto el humus digital en el que hoy vivimos. Se les impone también un discernimiento que se puede beneficiar de la clave anterior: la ética de los límites digitales.
Un libro publicado ya hace varios años (PPC, Madrid 2021) se sitúa, me parece, en una clave parecida. Se trata de Internet y vida contemplativa. Cómo hacer que tu espiritualidad sobreviva en la era digital, de Abel de Jesús. Aunque es un ensayo planteado expresamente para la vida religiosa contemplativa, sus intuiciones pueden iluminar el discernimiento de creyentes que tienen un estado de vida distinto.
Internet y vida contemplativa afirma también con contundencia, como La condición digital, que Internet es mucho más que una herramienta o un medio de comunicación. En opinión de su autor, resulta esencial que la Iglesia y en concreto las órdenes religiosas contemplativas asuman este hecho: Internet es ya una manera de habitar la realidad y los mecanismos ocultos que funcionan en él hacen que el mero recurso a la responsabilidad personal de los adultos sea insuficiente. Se impone conocer bien sus características y el modo en el que interfieren en la vida espiritual para discernir su uso ─los límites que le ponemos, podríamos decir, por continuar con la terminología del ensayo anterior.
El ensayo ofrece algunas claves generales y también se aventura en propuestas más concretas para que los creyentes habiten Internet sin que el modo de funcionamiento de la red debilite su espiritualidad. En mi opinión, es un libro que no ha dicho todo, porque tampoco lo pretendía, pero que ha puesto de relieve con claridad cuál es la cuestión que nos urge discernir, porque se trata de un tema urgente e importante para la evangelización y para el modo como los creyentes debemos estar en el mundo hoy.
Ciencia y religión en la era digital
El diálogo entre ciencia y religión que cultivamos en Fronteras CTR se muestra como especialmente importante en el ámbito del que venimos hablando. La ciencia explica cómo funciona este nuevo paradigma digital y la religión debe hacerse cargo de ello con profundidad para poner en marcha un discernimiento sobre los límites que permitan que, digital o no, la condición humana siga siéndolo en toda su hondura.