NO APAGARÉ MI LUZ

Eulalia Álvarez: Su libro «LA BIOÉTICA HECHA POESÍA»  pone el foco en temas que apuntan a lo trascendente, a lo eterno, porque nos sabemos finitos, para rescatar esos valores que hacen al ser humano más persona e intentar con ellos ser referentes de la ética, que nunca prescribe.  

NO APAGARÉ MI LUZ

Yo no he encendido mi vida
ni voy a apagar mi luz,
mi final va en la moneda
al caer de cara o de cruz.

Si disfruté del vivir,
es longeva mi existencia
y alcanzo la senectud
es por divina sentencia.

Si me abatiera en tinieblas
en grado vegetativo,
incurable, no incuidable,
mi valor humano pido.

Si me arañaran las garras
en la tenebrosidad
y mi esencia se desangra,
afrontad mi oscuridad.

Rechazo ese gran disfraz
tras la falsa compasión,
eliminad sufrimientos,
no al sufriente, que soy yo.

Ese es el miedo mayor
que aturde y puede abrumar.
Nacemos para morir,
paliemos nuestro final.

¿No os laten los corazones?
¿No hay huella de Amor detrás
ni manos entrelazadas
con halo de eternidad?

¿Tan sólo seré una carga
sin salud ni utilidad,
un estorbo omnipresente
difícil de soportar?

Si pidieras ser mi esclavo,
habría de decirte… ¡No!
Si que provoque tu muerte,
rotunda mi negación.

¿Muerte digna? ¿Libertad?
¿No acompañar? ¿Expulsar?
¿Sociedad muy avanzada
sin obligación social?

¿Píldora para el cansancio
del derecho más vital
o presión de familiares
por el ansia de heredar?

La Ciencia pide prudencia,
a veces hay vuelta atrás,
la Naturaleza manda,
sólo nos queda esperar.

No adelantemos la siega,
la trilla ni la molienda,
el Creador de los granos
marca el tiempo de cosecha.

Bajo el foco de la lupa
si se acelera el final,
esta cultura de muerte
¿qué aporta a la humanidad?

 

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