“Tender puentes” versus “apologética”: dos estrategias en el encuentro ciencia-religión

Leandro Sequeiros. Presidente de ASINJA (Asociación Interdisciplinar José de Acosta)

En estos meses han visto la luz dos voluminosos libros que se están convirtiendo en mediáticos, gracias a una intensa campaña de promoción. El contenido de ambos ensayos se dedica a un mismo objetivo: mostrar a los lectores y a la opinión pública que existen pruebas científicas de la existencia de Dios.

El tema no es nuevo. Muchos de los seguidores de estas páginas nutrieron su fe juvenil con la lectura del libro del jesuita padre Jesús Simón, A Dios por la ciencia. Estudios científico-apologéticosFrente a los ateos, el docto autor jesuita pretendía demostrar que Dios existe basado en argumentos científicos.

Pero la publicación en España de libros de claro diseño apologético, parece haber encontrado un grupo de personas preocupadas por solucionar en sus vidas el problema de Dios. Síntoma que creemos positivo aunque defendemos que la apologética no es el camino.

Nuevas evidencias científicas de la existencia de Dios

Uno de los libros que comentamos tiene como autor a un español: José Carlos González-Hurtado (Madrid 1964), Presidente de la red de comunicaciones EWTN España. Profesionalmente es Senior Advisor global de la consultora estratégica Roland Berger y de algunas de las mayores firmas mundiales de Private Equity así como Consejero de varias compañías multinacionales de tecnología y consumo basadas en Europa y América.

Este voluminoso y documentado estudio, Nuevas evidencias científicas de la existencia de Dios, puesto a la venta el 12 de septiembre de 2023, en la editorial Voz de Papel, aborda el tema de la relación entre ciencia y religión combinando diversos enfoques (histórico, cultural, testimonial, divulgativo, sociológico) y prestando especial atención a los debates científicos actuales y de los dos últimos siglos. No se limita a refutar la leyenda urbana de la incompatibilidad entre ambas formas de conocimiento. Su objetivo es demostrar que una mirada sin prejuicios al panorama de la ciencia moderna lleva necesariamente a la idea de Dios. Para ello presenta argumentos de peso apoyándose en abundante documentación y usando un estilo desenfadado que convierte la lectura del libro en gratificante y enriquecedora.

Dios, la ciencia, las pruebas. El albor de una revolución

El segundo de estos libros de carácter apologético que están teniendo mucha repercusión mediática es una traducción del francés: Michel Yves Bolloré y Olivier Bonnassies (2023). Dios, la ciencia, las pruebas. El albor de una revolución. Editorial Funambulista, en coedición con Ladera Norte, Madrid, 573 páginas.

La tesis básica de este voluminoso y bien documentado estudio es que la ciencia moderna es impensable hoy sin aceptar la existencia de Dios. La tesis de este estudio ha sido refutada por el jesuita François Euvé (La ciencia ¿es una prueba de la existencia de Dios? Respuesta al libro Dios, la ciencia, las pruebas, edición de François Euvé y Etienne Klein. Éditions Salvator, mayo de 2022, 577 p.). Euvé pone en duda en valor de los argumentos, basados en el diseño del mundo, que para él no tienen valor para demostrar que Dios existe.

El trasfondo filosófico y teológico de este estudio es similar al del libro anterior. Para estos autores apologéticos, el llamado argumento del diseño, el argumento teleológico o “argumento del diseño inteligente”, se ha propuesto en teología durante siglos. ​

De alguna manera, este libro se inscribe en lo que hoy se denomina “nueva apologética” impulsada por grupos de científicos católicos muy vinculados a movimientos conservadores. Michel Yves Bolloré es  Ingeniero de formación, es hoy administrador de empresas e instituciones de educación superior. en Londres. Olivier Bonnassies es un hipergraduado: politécnico, es intenso divulgador de videos, artículos, boletines en redes sociales sobre temas a menudo vinculados a la racionalidad de la fe.

Tomás de Aquino lo presentó en su quinta prueba de la existencia de Dios como consecuencia necesaria de un silogismo. En 1802, el teólogo William Paley presentó en Teología Natural ejemplos de propósito intrincado en organismos. Su versión de la analogía del relojero argumentó que, de la misma manera que un reloj ha sido evidentemente diseñado por un artesano, la complejidad y la adaptación observada en la naturaleza debe haber sido diseñada, y la perfección y la diversidad de estos diseños muestran que el diseñador es omnipotente, el Dios cristiano. ​

Al igual que la ciencia de la creación, el diseño inteligente se centra en el argumento religioso de Paley del diseño, ​ pero mientras que la teología natural de Paley está abierta a un diseño deísta a través de leyes dadas por Dios, el diseño inteligente busca la confirmación científica de repetidas intervenciones milagrosas en la historia de la vida. ​

La ciencia de la creación prefiguró los argumentos del diseño inteligente de la complejidad irreducible, citando incluso el flagelo bacteriano. En los Estados Unidos, los intentos de introducir la ciencia de la creación en las escuelas llevaron a juicios que fallaron que es de naturaleza religiosa y, por lo tanto, no puede enseñarse en las clases de ciencias de las escuelas públicas. El diseño inteligente también se presenta como ciencia y comparte otros argumentos con la ciencia de la creación, pero evita referencias bíblicas literales a cosas tales como la historia del Diluvio, la historia del Génesis o el uso de versículos de la Biblia para datar a la Tierra. ​

¿El regreso de la apologética?

Tanto el libro de González-Hurtado como este último se inscriben dentro del género que podemos llamar “apologético”: la defensa de la existencia de Dios basada, en este caso, en argumentos científicos. ¿Dios existe? Después de que la fe en fuerzas superiores, múltiples o singulares, haya moldeado la historia de los hombres, la ciencia se ha esforzado por racionalizar el mundo, tanto el comportamiento de los astros como el de los hombres.

Los autores de Dios, la ciencia, las pruebas. Michel Yves Bolloré, ingeniero de formación, administrador de empresas, miembro de la organización católica Opus Dei (que nada tiene que ver con el nombre, con la secta estigmatizada por Dan Brown en la famosa novela El Código Da Vinci ), es hoy administrador de empresas e instituciones de educación superior. en Londres.

Para los escritores apologetas, desde Galileo y Copérnico se ha buscado comprender mecanismos que ya no dependieran de lo divino, de la magia o de un orden inmutable; al comprender mejor el mundo, las estrellas y el cosmos, la ciencia ha hecho retroceder la idea misma de un Dios que diseñó el mundo y ordenó nuestros destinos.

En estos extensos ensayos, abundantemente documentado e ilustrado, los autores, González-Hurtado, Bolloré y Bonnassies nos llevan tras los pasos de los descubrimientos de los últimos 150 años, en astronomía, física, química, biología, matemáticas, lógica, en los debates que han generado. En filosofía, no para señalar que “Dios ha muerto”, sino para testimoniar que abren nuevos argumentos, incluso pruebas, sobre el origen del universo y el significado de la vida.

Este conocimiento parece venir a consolidar las lecturas históricas y simbólicas de la Biblia, a testimoniar el destino excepcional del pueblo judío, tanto las analogías propuestas a nuestra reflexión hacen converger observaciones científicas y mensaje bíblico. “Hay libros sobre las pruebas científicas de la existencia de Dios, de otros sobre pruebas filosóficas y otros más sobre pruebas religiosas. La singularidad de nuestro trabajo es haber ofrecido deliberadamente un panorama variado, alternando cosmología, filosofía, moral, historia, milagros y enigmas históricos. Esta diversidad fue posible porque las pruebas de la existencia de Dios son tan numerosas que las hay, de hecho, en todos los ámbitos”. Si el libro niega ser militante, ¡el tono está fijado!

Claramente, leer estos ensayos es fascinante. Dependiendo de tus intereses, quizás seas más receptivo a atravesar décadas de descubrimientos científicos, desde lo infinitamente grande a lo infinitamente pequeño, o a las “verdades humanamente inalcanzables de la Biblia”, al destino del pueblo judío, a los razonamientos sobre la identidad de Jesús y la fuerza increíble de la difusión del mensaje evangélico. Más abstractas, la filosofía, la lógica y las matemáticas también tienen su lugar en la abundante presentación de argumentos de los que los autores deducen con convicción a partir de numerosas pruebas.

Una de las fortalezas de estos ensayos es que parece un archivo de alegatos. A priori, todo está ahí, argumentos, contraargumentos, autores -en gran parte premios Nobel-, fuentes, tesis y antítesis… para desarrollar razonamientos interesantes y sólidamente sustentados.

En el campo bastante objetivo de la ciencia, aprendemos mucho sobre la comprensión progresiva de las leyes del universo, del consenso ahora ampliamente aceptado del Big Bang, un término acuñado originalmente para desacreditar la tesis de su autor sobre el tiempo cero del nacimiento simultáneo de materia, tiempo y espacio, sobre la expansión del universo y el increíble ordenamiento de la materia y la vida.

Sus leyes ahora más conocidas, tan precisas (“la sintonía fina del Universo”), las teorías recientemente demostradas por observaciones astronómicas (la radiación fósil del Big Bang en particular) o microscópicas (la increíble singularidad, complejidad e inteligencia de la genética código) precisamente ponen en duda el azar y la necesidad en el surgimiento de la vida y la conciencia. Un llamado a la reflexión, liberada del dogma materialista, sobre las “pruebas de la existencia de Dios”, de un dios o un ente superior, creador del cosmos y de las leyes de la vida.

“Durante siglos, el progreso de la ciencia ha reforzado la creencia materialista de que Dios no existe, – explica Olivier Bonnassies, coautor del libro, en una entrevista- . Pero desde hace un siglo, nuevos conocimientos han demostrado que no solo es posible que Dios haya creado el universo, sino que incluso es necesario.”

“Tender puentes entre racionalidades”

La tradición científica, intelectual e interdisciplinar de la Compañía de Jesús

La tradición científica jesuita es bien conocida en la antigua y restaurada Sociedad (A. Udías. Los jesuitas y la ciencia.  una  tradición  en  la  Iglesia.  Ediciones Mensajero, Bilbao, 2014 (Grupo  de  Comunicación Loyola), 372 pág.

En 1976 el Superior General de la Compañía de Jesús, Pedro Arrupe (1907-1991) presentó un argumento convincente para la dedicación de los jesuitas a las ciencias naturales en una carta sobre el apostolado intelectual: “¿Cómo podemos hacer presente a la Iglesia y mantener los contactos personales necesarios en un contexto social de vital importancia como el científico y tecnológico, sin darle a la ciencia la importancia que merece? ¿Cómo podemos hacer una reflexión teológica que sea inteligible sin un conocimiento profundo de las raíces científicas de esta mentalidad?”  Vio muy claramente la importancia de la ciencia y la tecnología en los desarrollos humanos modernos.

Las preguntas que Arrupe planteó en su carta siguen siendo relevantes hoy en día, cuando la presencia jesuita en los campos científicos ha disminuido radicalmente.  Para implementar la tarea científica, intelectual e interdisciplinar, desde la Compañía de Jesús se impulsaron algunas iniciativas, como ASINJA (Asociación Interdisciplinar José de Acosta) y más modernamente, desde 2004, la Cátedra Hana y Francisco J. Ayala de Ciencia, Tecnología y Religión de la Universidad Comillas.

En la práctica de ambas, siguiendo las indicaciones de las Constituciones de la Compañía de Jesús y las Congregaciones Generales, los jesuitas que se podrían incluir dentro del Sector del Apostolado Intelectual – tal como ya lo practicaron los grandes científicos jesuitas del pasado, como Matteo Ricci, José de Acosta, Christophorus Clavius, Bernabé Cobo, Christoph Scheiner, y otros – consideraban su función como de “tender puentes” con otras racionalidades más que la defensa ideológica de unas determinadas verdades de fe.

Las raíces del apostolado intelectual: la ciencia, los saberes y la interdisciplinariedad.

La Compañía de Jesús nació con una mirada hacia la cultura emergente. Y siempre procuró estar en los debates culturales y científicos de la modernidad. En esa convocatoria al debate intelectual hay que colocar a ASINJA. Pero acerquémonos a los últimos años.

La Compañía de Jesús, desde sus comienzos, se caracterizó por la presencia en los medios intelectuales (Congregación General 34, 1995, Decreto 16). Y desde el inicio, esa presencia fue muy significativa en los medios científicos. Años antes, en 1965, el Papa Pablo VI, dirigiéndose a la Congregación General 31, envió a la Compañía al mundo de ateísmo.

Esto implicaba una sólida formación universitaria junto a una profunda espiritualidad.  Y además, esto no es una tarea de unos cuantos, sino una dimensión transversal de la Misión de la Compañía. Y esta Misión no puede separarse de la promoción de la justicia, la ecología y la espiritualidad.

Tal vez de la llamada del Papa Pablo VI a luchar contra el ateísmo y este Decreto 29 de la CG XXXI de 1965, marcan el inicio de ASINJA. El texto del decreto 29 (CG XXXI) comienza por recordar la importancia de ello:

Aprecien en gran manera los jesuitas el trabajo científico y en especial el de la auténtica investigación, y considérenlo como uno de los ministerios de la Compañía más necesarios. Es un apostolado muy eficaz, del todo conforme con la antigua tradición de la Compañía, y responder plenamente a las recomendaciones tantas veces reiteradas de los Sumos Pontífices, en particular durante el último siglo. Se adapta además muy bien a las exigencias de los hombres de nuestro tiempo, pues constituye una excelente base para iniciar y continuar el diálogo, incluso con los no creyentes, y sirve de medio para ganar su confianza en la Iglesia y para elaborar y enseñarles a realizar la síntesis de la fe con la vida [Congregación General XXXI (1965), Decreto 29 (“Investigación Científica”), número 1]

El documento anima también a los superiores a preocuparse por la formación de los jóvenes jesuitas en este campo, y a los que trabajan ya en él, a consagrarse enteramente a una tarea que requiere siempre al hombre entero (Decreto 29, número 4). También se recuerda, finalmente, que conviene respetar “la justa libertad de investigación, de pensamiento y de hacer conocer, humilde y valerosamente, su manera de ver en el campo de su competencia” (Decreto 29, número 4, citando textualmente al Concilio Vaticano II, Gaudium et Spes, número 62).

 

Conclusión: La epistemología oculta: tender puentes interdisciplinares

Será necesario acudir a los más de 40 volúmenes de ACTAS de las Reuniones Interdisciplinares de ASINJA. No es fácil encontrar en las Actas de las reuniones una definición precisa de lo que se entiende por interdisciplinariedad. Desde el primer volumen se usa esta palabra y se alude a ella como un intento de diálogo entre diferentes disciplinas. E incluso, en el volumen XI, en la presentación de Alberto Dou, se lee “La Asociación, al igual que todas las once Reuniones Interdisciplinares ya celebradas, se propone promover el diálogo entre la fe y la cultura contemporánea al servicio de los hombres de nuestro tiempo”.

Da la impresión de que se entendía por interdisciplinariedad el “diálogo entre la fe y la cultura”.  Pero, ¿qué se quería decir con esta expresión? ¿Qué epistemología oculta?

Se daba por supuesto que la fe (se supone que fe religiosa, y cristiana porque nunca –que sepamos- hubo representación de otras religiones) tiene un componente racional. Y que, por tanto, está legitimada para “dialogar” –como se entienda – con la “cultura” (que en este caso se suponía que era la cultura universitaria, la cultura científica, la racionalidad científico-técnica). Y además, al hablar de ciencia, en los primeros años se tenía una visión restringida a las ciencias experimentales y lógico-matemáticas. Más posteriormente (tal vez por influjo de Popper) se incorporaron las ciencias sociales (aunque algunos miembros no lo entendieron demasiado).

Superados los conflictos que promovió Snow en 1959 con “las dos culturas” y los debates entre Wilson y Gould sobre la asimilación o no de las humanidades por las ciencias naturales, los socios y amigos de ASINJA han podido dialogar (entendido como intercambio de opiniones, sin más) en un ambiente plural. Tal vez el único escollo que ASINJA ha tenido –al igual que sucede en la Cátedra Ciencia, Tecnología, Religión ha sido la incorporación de los teólogos.

Tal vez no deje de tener razón la profesora María José Frapolli (en el Congreso “Teología y Universidad”, Facultad de Teologia de Granada, 2012) cuando afirma que el obstáculo para la entrada de la Teología en la Universidad sea epistemológico: el método científico de la teología (al menos en España) es incompatible con la búsqueda libre de explicaciones del mundo.

Leandro Sequeiros. Presidente de ASINJA (Asociación Interdisciplinar José de Acosta) y colaborador de la Cátedra CTR Universidad Comillas