La cuestión de los universales: antecedentes y actualidad

[Francisco Javier Aznar Sala] La cuestión de los universales se refiere a la relación entre los conceptos abstractos y las cosas concretas que existen en el mundo. La filosofía busca comprender la realidad en su totalidad, y la cuestión de los universales es una de las preguntas fundamentales que se han planteado a lo largo de la historia de la filosofía.

Introducción

Nuestro objetivo es el de comprender históricamente la cuestión de los universales para hallar, a su vez, claves actuales de pensamiento y de reflexión racional en clave metafísica. En su momento esta diatriba ya tuvo una enorme relevancia, pero el problema se ha ido reinventando en cada periodo de la historia y no se quedó tan solo en la Edad Media, pasando de un plano ontológico a un plano cuasi antropológico o ético en el presente, pues no solo posee derivaciones teóricas:

“la cuestión de los universales reapareció en la lógica contemporánea y se suscitaron dos posiciones extremas que en la actualidad se han aproximado mucho. Los realistas extremos o platonistas, entre los cuales se contó Russell a comienzos de siglo, reconocen las entidades abstractas; los nominalistas, por su parte, no las reconocen”.

Antes que los medievales se preguntasen si los universales eran cosas, conceptos o palabras, los neoplatónicos ya se preguntaron si las Categorías de Aristóteles eran seres, noemas o sonidos vocales, por lo que la cuestión tratada es de honda repercusión filosófica y atraviesa el mundo de la razón en todas sus etapas. Pero esta cuestión, que parece ceñirse a la Grecia clásica y al Medievo, toma un nuevo rumbo en nuestra etapa contemporánea y cobra matices diversos al de aquellos tiempos que son de gran importancia para dilucidar también en el presente ya que afectan a una determinada visión antropológica y moral

La cuestión de los universales se remonta a la filosofía antigua, pero fue en la Edad Media cuando alcanzó su mayor relevancia. Juan Escoto Eriúgena fue uno de los primeros filósofos en plantear la cuestión de los universales, y su respuesta fue que los universales son reales, pero solo existen en la mente de Dios. Esta respuesta fue muy influyente en la Edad Media, y muchos filósofos posteriores se basaron en ella para desarrollar sus propias teorías.

En la filosofía moderna, la cuestión de los universales ha sido objeto de debate entre diferentes corrientes filosóficas. John Locke argumentó que los universales no son reales, sino que son simplemente invenciones de nuestra mente. Esta teoría fue muy influyente en la filosofía moderna, y muchos filósofos posteriores se basaron en ella para desarrollar sus propias teorías. Immanuel Kant argumentó que los universales son reales, pero solo existen en la mente humana. Según Kant, los universales son necesarios para que podamos comprender el mundo que nos rodea, pero no podemos conocerlos directamente.

En la era digital, la cuestión de los universales sigue siendo relevante. La tecnología nos permite crear y manipular conceptos abstractos de una manera que nunca antes había sido posible. Sin embargo, esto también plantea nuevas preguntas sobre la naturaleza de los universales y su relación con el mundo concreto. Por ejemplo, ¿son los conceptos abstractos que creamos en la tecnología universales reales o simplemente invenciones de nuestra mente? ¿Cómo se relacionan estos conceptos con el mundo físico que nos rodea?

La cuestión de los universales también tiene implicaciones éticas. Por ejemplo, ¿existen valores universales que son aplicables a todas las culturas y sociedades, o son los valores simplemente convenciones sociales que varían de una cultura a otra? Esta pregunta ha sido objeto de debate en la filosofía moral durante siglos, y sigue siendo relevante en la actualidad.

Y la cuestión de los universales tiene implicaciones políticas. Por ejemplo, ¿existen derechos humanos universales que deben ser protegidos en todas las sociedades, o son los derechos humanos simplemente convenciones sociales que varían de una sociedad a otra? Esta pregunta ha sido igualmente objeto de debate en la política.

Conclusión

La cuestión de los universales no fue únicamente un problema circunscrito a la Edad Media, sino que en cada momento de la historia ha aparecido bajo ropajes distintos como seria amenaza al campo de la metafísica. Los pensadores medievales recogieron el testigo dejado por Aristóteles en las famosas Categorías que ya fueron discutida en su momento por los neoplatónicos, pero fueron más allá y señalaron que los universales metafísicos se correspondían con realidades ontológicas —en el caso del realismo más extremo—.

Un destacado autor como Porfirio en el siglo III d. C. se preguntó precisamente si las sustancias tenían correspondencia con las cosas de la naturaleza, pero el problema no pudo ser resuelto en su momento y fue transitando por los siglos posteriores de la filosofía sin hallar una respuesta definitiva. La problemática fue retomada por Boecio en el siglo V d. C., e indicó que los géneros y las especies eran realidades subsistentes y, a la vez, productos de la mente. Santo Tomás, por su parte, en el siglo XIII tampoco fue capaz de zanjar el debate y precisamente fue la corriente nominalista la que creyó finiquitar la cuestión de los universales desde una postura negacionista de estos que marcaría el devenir de la cuestión de forma decisiva.

En este sentido, el realismo y el posmodernismo llegaron a heredar este camino iniciado por el nominalismo y cayeron en un cientificismo extremo que negaría en la práctica la posibilidad metafísica.

La filosofía se halla todavía ante esta encrucijada desde presupuestos diversos a aquellos que vimos al inicio, lo que es signo de un tipo de debate incesante, pero que el nuevo realismo iniciado en el siglo XXI ha intentado retomar como problema para sacarlo del atolladero en el que se había instalado. La problemática en el momento actual sigue teniendo su peso y merece nuestra atención. Autores que se deslizan del realismo al nominalismo los sigue habiendo en el último siglo. No en vano, el mismo Nietzsche abordó estas cuestiones desde presupuestos negacionistas dando mayor validez a la realidad subjetiva que al propio mundo de los valores y las creencias. Especialmente se ha abierto una brecha importante en la fundamentación de la moral que fuera abordada con Kant y que ahora parece diluirse. Tanto es así que un autor como Vattimo habla de la necesidad de recuperar para nuestro siglo el mundo de referencias trascendentales y los conceptos universales.

Así lo hacen también desde el nuevo realismo M. Gabriel y M. Ferraris, para quienes el hecho es tal en su interpretación. Como también indica el surcoreano afincado en Alemania, Byung Chul Han, el pensamiento actual se ha inclinado hacia posturas propias del dataísmo y del cálculo, donde se ha cosificado, con el menoscabo de la riqueza en contenidos que ello supone. Los conceptos universales en forma de valores y creencias que configuran a una sociedad van más allá de su correspondencia con el mundo, pues perviven en referencia simbólica a los valores y creencias sociales.

En este periodo de la historia lo real se diluye entre lo irreal, máxime cuando ha hecho acto de aparición lo virtual, cuando lo que se buscaba era dar crédito única y exclusivamente a lo empíricamente demostrable. De hecho, no pocas dimensiones existenciales dejan de ser abordadas por falta de referentes con la pobreza en lo social que supone.

La ecología, la dimensión sobrenatural, la vida interior, son algunos ejemplos de este progresivo empobrecimiento, pues constituyen el posible universo de verdades que quedan desprovistas de significado. Con ello, el poder del mercado eclipsa toda la realidad y se impone sin cortapisas, por lo que es necesario revertir una situación que va más allá de nombres y palabras, dado que lo que está en juego son contenidos y vivencias.

*Extracto de un artículo publicado en Razón y fe (2023). El texto completo es accesible en PDF en la web de la revista.