[Joan Soriano y Sara Lumbreras] Este trabajo resume la trayectoria histórica del concepto de salud desde las civilizaciones azteca y egipcia, hasta la definición de la Organización Mundial de la Salud en 1948. Más recientemente, la definición de salud de la OMS se ha modificado y complementado con la cuarta dimensión: la salud espiritual. ‘Salud’ es un concepto evolutivo y cambiante, que además es muy personal. Depende de la edad del individuo, sus condiciones y su entorno, y también del estado inicial de cada persona, entre otras variables.
El concepto de salud es mucho más complejo de explicar que el de enfermedad, puesto que las experiencias de salud son más intangibles y elusivas que las experiencias de enfermedad, lo que hace que las primeras sean mucho más difíciles de definir y conceptualizar.
Habitualmente, la salud se considera como un estado general, que solo llama la atención de las personas en situaciones caracterizadas por la amenaza real de cambio, ya sea por enfermedad o pérdida, sea esta pérdida supuesta o manifiesta. Puede sorprender que, históricamente, el marco conceptual de la salud está mejor enfocado en la Sociología que en la Medicina. En las Facultades de Medicina se enseña una Patología Médica dedicada a tratar las enfermedades, no a cuidar de los enfermos o proteger su salud.
La salud y la enfermedad son estados inherentes humanos y de todos los seres vivos, detectables ya en la antigüedad. El concepto de salud se ha modificado históricamente, ya que la salud no es sólo un estado de ausencia de enfermedad. Si se define la salud en negativo, se trata de una definición incompleta.
Desde tiempos remotos, en las civilizaciones india y china, la salud se conceptualiza como un equilibrio entre la persona y el medio ambiente, como una unidad del alma y el cuerpo. Según el taoísmo, el yin y el yang responden a ciertos principios universales, como ser conceptos opuestos pero complementarios e interdependientes.
El concepto de salud como equilibrio aparecerá también en otras culturas. Por ejemplo, en India se plantea la enfermedad como bloqueo de los centros energéticos del cuerpo conocidos como chakras. O en las antiguas Grecia y Roma, como desequilibrio de fluidos corporales.
Píndaro, en Grecia, siglo V a.C., se refería a la salud como: “Un funcionamiento armonioso de los órganos”, enfatizando la dimensión física de la salud, el cuerpo físico y la funcionalidad general, acompañada de la sensación de comodidad y ausencia de dolor.
Platón (429-347 a. C.), fue el autor del ideal griego: “Mente sana en cuerpo sano”, que se logra si las personas establecen una armonía interna y una armonía externa con el medio físico y social. Aristóteles (384-322 a. C.), añadía que el hombre es un ser social por su propia naturaleza; tiende a vivir en comunidades con el deber de respetar las normas morales y las reglas éticas. Hizo hincapié en la necesidad de regular las relaciones en la sociedad para lograr un funcionamiento armonioso y la preservación de la salud de sus miembros. La salud, según Aristóteles, se conseguía de la misma manera que el comportamiento moralmente correcto: el camino del justo medio y la evitación de los excesos. Así, el concepto de armonía subyace a la visión de la salud de ambos filósofos, pese a disentir en su concepción más profunda del ser humano como dualista o monista.
Hipócrates de Kos (c. 460 a. C. – c. 370 a. C.), entre muchas otras aportaciones, fue el primero en introducir el concepto de “salud positiva”, y relacionaba la salud con el medio ambiente y los estilos de vida, que dependían de la constitución humana primaria (genética), más la dieta y el ejercicio.
Ya en la Edad Media, la percepción de la salud se vio fuertemente influenciada por la religión y la Iglesia, como plataforma que brindaba atención a las personas y recogía el conocimiento sobre remedios.
Durante la Revolución Industrial, la salud se convirtió en una categoría económica, que iba a permitir una buena condición y capacidad de trabajo y reducir los días de trabajo perdidos debido a una enfermedad. En consecuencia, el valor de la salud era tal que posibilitaba el beneficio económico.
Aplicando conceptos evolutivos postulados por Richard Darwin (1809 – 1882) como la supervivencia del más apto, el sentido de la vida estaba ligado a la supervivencia física. La capacidad del individuo para adaptarse a las influencias del entorno, en la medida en que el individuo pudiera tolerar y resistir los cambios. Este enfoque primero reflejó solo los mecanismos biológicos de adaptación, luego agregó influencias del medio ambiente, que necesitaban ser gobernados y modificados.
Desde entonces, todos los conceptos modernos de salud reconocen la salud como algo más que la ausencia de enfermedad, lo que implica una capacidad máxima del individuo para la autorrealización.
Un momento relevante dentro de esta historia fue la primera Definición de salud de la OMS en 1948: “Un estado de completo bienestar físico, mental y social, y no solamente la ausencia de afecciones o enfermedades”. No obstante, en las últimas décadas, la definición de salud de la OMS se ha modificado y complementado cada vez más con la cuarta dimensión: la salud espiritual. En términos generales, la salud espiritual implica un sentido de plenitud y satisfacción con la propia vida, sistema de valores, autoconfianza y autoestima, autoconciencia y presencia, paz y tranquilidad con equilibrio emocional dinámico, tanto interno como hacia el entorno, moralidad y veracidad, desinterés, emociones positivas, compasión y voluntad de ayudar y apoyar a los demás, responsabilidad y contribución al bien común y manejo exitoso de los problemas y demandas de la vida cotidiana, así como del estrés social.
En conclusión, en el ámbito médico, hemos de reconocer que no solemos preguntarnos cuál es la salud de los enfermos en las consultas o en el hospital. Habitualmente un médico, sobre todo en los Servicios de Urgencias, es un técnico que resuelve problemas, mientras que mayormente en Atención Primaria se puede decir que un médico es otro técnico que retrasa resultados negativos, o que permite conllevarlos y convivir con enfermedades crónicas y achaques. Probablemente no debe ser siempre así. El concepto de salud ha evolucionado con el ser humano y el posterior desarrollo científico, acumulando experiencia más allá de la ausencia de enfermedad; y se ha acelerado con la disponibilidad de nuevas tecnologías. Tanto en las facultades de Medicina y Enfermería como durante el desarrollo educativo continuado, se debe reflexionar más en los conceptos de salud, enfermedad y empatía con los pacientes. Y sin duda se debe compartir más con Enfermería y otros sanitarios el concepto de Promoción de la Salud.
*Extracto de un artículo publicado en Razón y Fe (abril 2023); el texto completo es accesible en PDF en la web de la revista.