Planteamiento
Personalmente enuncié mi idea básica en una nota manuscrita de ocho páginas en el año 2000. Desde entonces me dediqué a ver si alguien la había dicho ya. No encontré nada y en 2015 empecé a intentar que alguien “sabio” me dijera si era cierta o falsa. He escrito tres libros en español y una versión en inglés, he informado directamente a más de 300 sabios en español e inglés, he respondido a las muchas dudas y objeciones que me han planteado, he escrito artículos, he creado una página web y un video resumen…. Y hasta ahora no he conseguido que alguien me diga, razonadamente, si consideran mi idea verdadera o falsa.
Quiero pensar que este fracaso está principalmente originado por mi poca capacidad para comunicar mis ideas. Este escrito es otro intento para que, quien lo lea, mire o remire mis hipótesis e intente verlas. Y que, si las ve, juzgue buenamente su validez y si le parece me haga llegar su opinión, positiva o negativa, al respecto.
No me resisto a decir que si mi idea es cierta es el descubrimiento más importante para la humanidad de, al menos, los últimos 20 siglos ya que explicita nuestro objetivo vital, individual y colectivo, y nuestro deber prioritario como seres vivos humanos.
La idea básica
Mi hipótesis se basa en una ley biológica, implícita en todos los seres vivos, incluido el Hombre, que ha estado y está operando desde el principio de la vida. Es una idea obvia que todo el mundo da por supuesta, pero que solo recientemente he visto confirmada por dos biólogos sin que se hayan dado cuenta de su enorme importancia. Tanto el premio Nobel Jacques Monod como la profesora Natalia López-Moratalla escriben al pasar, claramente, que todos los seres vivos tienen comofinalidad la supervivencia de su especie.
Dice Monod [2]: “Todas las adaptaciones funcionales de los seres vivos, como también todos los artefactos configurados por ellos, cumplen proyectos particulares que es posible considerar como aspectos o fragmentos de un proyecto primitivo único que es la conservación y la multiplicación de la especie”.
Y Natalia Lopez- Moratalla, Catedrática de Bioquímica y Biología Molecular, dice [3]: “El principio vital unitario de cada uno de los vivientes causa eficientemente un organismo que en el caso de los animales está finalizado intrínsecamente a vivir y transmitir la vida para que se mantenga la especie”.
Esta idea quiere decir que los seres vivos tenemos implícito el deber, o imperativo vital, de intentar que nuestra especie sobreviva. Es decir que vivimos para eso y que nuestra vida individual es un eslabón, singular e irrepetible, de la malla de la Vida. En nuestro caso de la vida humana.
Por mi parte había llegado a esta misma conclusión a partir del comportamiento común de todas las especies conocidas, cuyos individuos, viven y se reproducen iterativamente como medio para intentar conseguir el objetivo común, universal y prioritario, de transmitir la vida que tienen. Con distintas estrategias según sus características y las de sus entornos.
Conocemos unos dos millones de especies, vivas actualmente, que han conseguido supervivir. Y que lo siguen intentando, incluso si para ello deben evolucionar a otra u otras especies. Parece que estos dos millones actuales son el dos por ciento de las que han existido. El resto se ha extinguido o han evolucionado.
Gracias al trabajo de los etólogos se conoce ampliamente el comportamiento de las especies actuales. Y los paleontólogos y otros científicos han podido deducir las mismas pautas básicas en el comportamiento de las especies extintas.
Como he dicho, desde el año 2000 estuve mirando si alguien había visto mi idea, sin atreverme a publicarla por si chocaba con las doctrinas científicas en vigor o con la ortodoxia de la Iglesia. En cuanto a la ciencia no encontré nada en contra, pero sí muchos intentos de búsqueda por sabios de todos los tiempos. En mi libro de 2015, Supervivir. Ideas para una ética universal[4] se incluyen notas y comentarios sobre lo mas significativo dicho por algunos de estos sabios en relación con la idea básica y sus consecuencias.
Por orden de mis hallazgos comenté lo escrito por Dawkins, Hans Jonas, Hans Küng, Julian Marías, Damasio, Dobzhansky, Stebbins, Ayala, E.O. Wilson, Ruse, Edgar Morin, Teilhard, Krause, D. Agustín Udías, Monseñor Ladaria, Franz Brentano, Gould, Popper, Kropotkin, Spaemann, Darwin, Kant y el Papa Francisco. El libro (págs. 111 a 298) puede leerse en la página Web que cito al final de esta nota.
En el apartado de Filósofos de la misma página, amplío ideas de alguno de los citados e incluyo comentarios sobre lo dicho por Platón, Aristóteles, Hume, Ortega, Ferrater Mora, y por tres ilustres filósofas españolas vivas que han trabajado mucho buscando el fundamento de la ética: Dª Victoria Camps, Dª Amalia Valcárcel y Dª Adela Cortina. A las tres les he enviado mis ideas, las tres han acusado recibo muy amables, pero por lo que me han dicho creo que no han tenido tiempo para mirarlas.
En el mismo epígrafe de Filósofos de la Web incluyo un apartado en el que indico las causas por las que creo que no han visto mis ideas. Cito las más significativas:
a).- En primer lugar porque son ideas biológicas. A los filósofos les preocupa y ocupa el espíritu. La vida material no cuenta. Ni para los vitalistas. Por otra parte, hasta hace muy poco nadie se cuestionaba la posible extinción de nuestra especie. El ejemplo está en el propio Kant, quien en su “Idea de una historia universal en sentido cosmopolita”, hablando del progreso humano dice [5]: “… si una especie animal está dotada de razón, como clase que es de seres naturales mortales todos, pero cuya especie es inmortal, tiene que llegar a la perfección del desarrollo de sus disposiciones”.
Y es famosa la frase de E.O.Wilson sobre que habría que “biologizar” la ética y sacarla de las manos de los filósofos. Ferrater replica que, en todo caso habrá que sacarla de las manos de algunos filósofos[6].
Por lo que he visto, el filósofo actual que más cerca ha estado de mis ideas ha sido Michel Ruse, del grupo de los “sociobiólogos” de Wilson. Pero Ruse es evolucionista y cree que el objetivo del hombre es evolucionar y así progresar. Aunque, a pesar de ser materialista, o tal vez por ello, le cuesta admitir que la materia haya podido imponer un objetivo a los seres vivos y el imperativo al hombre de intentar conseguirlo. Y tiene dudas sobre el concepto de progreso. [7]
También nuestro eximio profesor Francisco J. Ayala ha trabajado mucho sobre si la moralidad es una consecuencia de la evolución biológica. Creo que he leído todos sus trabajos al respecto [8]. Le envié a Irvine mi Supervivir que contiene varias páginas dedicadas a comentar sus ideas. Me acusó recibo, muy amable, pero sin hablar de mis hipótesis. Creo que si yo hubiera sabido exponer bien mis ideas, el doctor Ayala las habría visto.
b).- Otra cuestión que confunde es la idea de especie como sujeto. Los filósofos trabajan con personas individuales. Y entre los propios filósofos de la naturaleza existen amplias discusiones sobre el término “especie,” del que existen más de veinte acepciones. Tampoco los biólogos se ponen de acuerdo, pero no les importa porque cada uno lo usa, y lo define, según sus necesidades. Yo uso el término especie para nombrar el taxón biológico real existente en cada momento. Es decir la especie Hombre, sujeto de la idea básica, es el conjunto de todos los seres humanos existentes en cada momento. Creo que este uso es claro, riguroso y suficiente para mi hipótesis y evita los muchos problemas que suscita este polisémico y variable concepto.
La idea de las especies como unidades o sistemas evolutivos es muy reciente: desde los biólogos de la teoría sintética: Mayr [1], Dobzhansky [9], Gould [10], … Para mí, como analista de sistemas, que ha sido mi principal oficio, es claro que las especies biológicas son sistemas abiertos con los elementos básicos que los definen, entre ellos el más importante que es tener el objetivo de su propia supervivencia, evolucionando incluso a otra especie si hiciera falta. Esta idea está muy explicada en el apartado de Objeciones de mi web ya que es es una de las que más dudas ha planteado y sigue planteando.
c).- Los filósofos, al buscar la finalidad de la vida humana intentan hacerlo a partir de su naturaleza, a partir de qué sea el hombre: materia, espíritu, algo trascendente. Y sus combinaciones. Y como no se sabe a ciencia cierta ni está universalmente aceptado qué cosa sean los seres humanos, no se llega a un acuerdo sobre el objetivo o finalidad de su vida.
Por mi parte baso mi idea en el comportamiento de los seres humanos como seres vivos, que es lo que es seguro que somos. Sin que sea necesario precisar el tipo de seres vivos que somos ya que la idea básica es común para todos ellos. E incluso para los virus que parece no son seres vivos de pleno derecho.
Los saberes sobre la especie como sujeto y sobre la naturaleza del hombre están tratados y actualizados de forma excelente en “Meditación de la naturaleza humana”, reciente libro de Alfredo Marcos y Moisés Pérez Marcos [11]. Y creo que la idea básica encaja perfectamente en lo dicho en el libro. Y lo fundamenta.
d).- También existe el problema de los objetivos, del “para qué”. Con sus muchas variantes sobre la función, las causas y la teleología. Existen enormes discusiones. Sin embargo, es muy sencillo. Se trata de buscar el objetivo superior, común y universal, a que llevan los objetivos parciales, los “para qué” funcionales intermedios.
En general, con este método, se ha llegado a que las funciones de los elementos que componen a los seres vivos, y su uso, tienen como objetivo la propia supervivencia y reproducción. Y ahí se quedan. Pero la reproducción debe ser y es iterativa. El objetivo no es solamente reproducirse. Es reproducirse de forma que los reproducidos lo hagan también. Ya hay quien ha visto este comportamiento. Pero no ha visto que es iterativo y común a todas las especies (aunque no de todos los individuos). Con independencia de que los hombres, como especie singular, podamos tener otros fines trascendentes.
Por mi parte me confieso Teilhardiano en cuanto a los fines “finales”[12]. Y creo que si los humanos consiguen sobrevivir unos pocos cientos de años, verán cada vez más claro el objetivo final. Pero para eso la humanidad tiene que supervivir amando, como ha hecho mayoritariamente hasta ahora aunque a veces no lo parezca. Sabemos que las especies asumen y hacen suyos los comportamientos que favorecen su propia supervivencia. La nuestra ha aprendido, y sabe, que el amor/altruismo es el mejor elemento para intentar conseguir el objetivo vital de supervivir. Para lo que sea.
Creo que Edgar Morin [13], judío, ex.comunista y ateo, también pensó algo parecido sobre los fines cuando escribió que estamos aún en la edad de hierro planetaria. Y que hay que hablar del amor sin sentir vergüenza: amor “… que quiere desbordar la esfera privada y extenderse a la especie y al mundo”. Morín enuncia la itinerancia como la vía para continuar la búsqueda milenaria de la conciencia, del amor y de la ciencia.
En cuanto al problema de las causa, está tratado sabia y ampliamente en “Los sótanos del universo” del profesor Juan Arana [14]. Analicé con mis pocos saberes su contenido en relación con mis ideas. No vi nada en contra y sí bastante a favor.
El profesor David P. Barash, [15] me puso la objeción de que el objetivo prioritario no es la supervivencia sino la reproducción. Es decir que los seres vivos intentan sobrevivir para reproducirse. Le respondí en Objeciones que eso vale como objetivo parcial para los individuos. Pero que la reproducción individual tiene como fin “producir” otros seres que a su vez se reproduzcan iterativamente y así intentar la supervivencia de la especie; que es un objetivo de rango superior al de la supervivencia y la reproducción de los individuos. Es como el meter goles en el futbol. El sujeto que importa es el equipo y el objetivo principal es ganar el partido. Que es el mismo objetivo final del jugador cuando intenta su objetivo parcial de meter goles.
Creo que el doctor Barash, biólogo y profesor emérito de psicología de la Universidad de Washington y prolífico escritor, no se molestará porque haya escrito ahora su nombre citando su opinión manifestada en nuestra correspondencia personal. Es un hombre muy amable que habla español y a quien pienso enviar copia de este escrito.
e).- Otro problema es que, a los filósofos, especialmente a algunos creyentes, no les gusta el parecido de los animales con los seres humanos. Por mi parte creo que es un error no admitir lo que tenemos en común ya que este sesgo quita credibilidad a su discurso. El mismo Santo Tomás en la Summa, q.94.a.2 dice: “… En segundo lugar encontramos en el hombre una inclinación hacia bienes más determinados, según la naturaleza que tiene en común con los demás animales” [16].
f).- Otro escollo es la dureza del mandato ya que supone como primer objetivo parcial la propia supervivencia individual y eso lleva a la lucha y la competencia. Al bien y al mal. Al puro egoísmo. Aunque siempre sea necesario priorizar la convivencia y el altruismo. Han sido muchos milenios de lucha, especialmente de los seres vivos previos a la Homo sapiens. Pero la idea básica, y su aplicación por objetivos parciales, explica y encuadra el egoísmo y el altruismo, el amor y el odio. Parece que muchos filósofos no entienden estas aparentes contradicciones en el hombre: ignoran, o no tienen en cuenta, su naturaleza de ser vivo “material” y el imperativo vital y la larga historia que esta condición conlleva.
g).- Hay otro grave problema con el concepto de libertad. Los ilustrados no admiten que nadie ajeno, natural o divino, dicte lo que el hombre debe hacer. Es cada hombre, con su razón, autonomía y buena voluntad, quien debe decidir el objeto de su vida. Kant se maravilla de las estrellas en el cielo y del sentido moral en su interior. También muchos de los “humanistas” hasta hoy mantienen la misma idea. Un amigo mío, físico, admite que el mandato existió para todos los seres vivos, incluidos los humanos, pero que el hombre con su razón y libertad ha anulado este mandato. Y que, por ello, los hombres lo ignoran y pueden ignorarlo y decidir, con su criterio, su objetivo vital.
Otro amigo ve inmoral mi planteamiento porque dice que nos hace perder la grandeza y unicidad de cada vida humana. Creo que mi idea confirma que la vida individual es grande y única, pero precisamente por ser humana. Es grande y única porque cada vida individual e irrepetible forma parte de la humanidad. Y por eso tiene la dignidad y los deberes y derechos de los seres humanos, no porque se llame Pepe o Mariano, o sea tonto o listo, sano o enfermo, cristiano o ateo. Dar sentido a cada vida individual corresponde a cada persona, pero el sentido vital y la dignidad como ser humano nos vienen dados desde el origen, sea cual sea, y no está en nuestra mano cambiarlos. Ni a los creyentes ni a los ateos.
En cuanto a los Biólogos, como he dicho, los modernos trabajan contando con las especies según sus especialidades. Además de los mencionados merece la pena tener en cuenta los excelentes trabajos de los etólogos que confirman el comportamiento común y universal de todas las especies “para” intentar su propia supervivencia. A título de ejemplo de lo anterior cito una frase de Konrad Lorenz [17]: “En la facción filosófica se conceptúa como una blasfemia proclamar esta verdad elemental: el hombre, a semejanza de los demás seres, ha adquirido por vía antropogénica unas modalidades de comportamiento establecidas hereditariamente”.
La Iglesia. Aunque no tengo la certeza de si Dios existe, soy católico practicante. Pero en las cuestiones que nos ocupan he procurado ser neutral. Por otra parte, si mis ideas son ciertas serán ciertas veluti si Deus daretur y etsi Deus non daretur, tanto si Dios existe como si no existe.
Buscando sin término una respuesta
Como he dicho al principio, desde el 2000 y durante más de diez años no me atreví a difundir mis ideas. Por mis dudas en cuanto a su certeza y por su posible heterodoxia. Pero en marzo del 2013 encontré casualmente el Documento de la Comisión Teológica Internacional titulado En busca de una ética universal: un nuevo modo de ver la ley natural. Editado en 2010 por D. Tomás Trigo en EUNSA. El Documento era el resultado de un trabajo, terminado en 2009, que había sido encargado en 2004 a la Comisión por su entonces presidente Cardenal Ratzinger, con la anuencia del Papa Juan Pablo II.
En la introducción, Monseñor Ladaria entonces Secretario y ahora Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, cita al Cardenal Ratzinger que en 2005 dice: “…el hombre, en su ser mismo, es portador de valores y de normas que hace falta redescubrir y afirmar y no inventar o imponer de manera subjetiva y arbitraria”.
Y luego, cuando el texto había sido aprobado, cita al ya Papa Benedicto XVI que en diciembre de 2008 dice: «Repito la necesidad y la urgencia, en el contexto actual, de crear en la cultura y en la sociedad civil y política las condiciones indispensables para una plena conciencia del valor admirable de la ley moral natural» (pág. 18).
En el punto 9: “… invita a todos (…) a considerar los recursos que contiene una presentación renovada de la doctrina de la ley natural. Esta afirma sustancialmente que las personas y la comunidad humana son capaces, a la luz de la razón, de reconocer las orientaciones fundamentales de un actuar moral conforme a la naturaleza misma del sujeto humano “. Y luego afirma que: “… el cristianismo no tiene el monopolio de la ley natural” (pág.29).
El Documento, en sus 116 puntos, desarrolla un extraordinario trabajo sobre los valores y las normas morales comunes y confirma la existencia de una ley natural implícita en los hombres. Y en sus conclusiones dice: “Llamamos ley natural al fundamento de una ética universal que tratamos de encontrar a partir de las observaciones y de la reflexión sobre nuestra común naturaleza humana. Es la ley moral inscrita en el corazón de los hombres, y de la cual la humanidad es cada vez más consciente a medida que avanza la historia. Esta ley natural no tiene nada de estático en su expresión; no consiste en una lista de preceptos definitivos e inmutables. Es una fuente de inspiración que brota continuamente en la búsqueda de un fundamento objetivo para una ética universal” (Punto 113, pág. 85).
En los puntos anteriores y en todo el texto, el Documento ofrece un diálogo a los pensantes, creyentes y no creyentes. Un diálogo a desarrollar al mismo nivel para intentar llegar a una base ética común, concediendo al hombre la capacidad de descubrir, con su razón, las normas morales basadas en la ley natural implícita en su naturaleza. Pero a pesar de estos ofrecimientos, y del enorme trabajo realizado, el documento no tuvo la repercusión esperada. El editor del libro, D. Tomás Trigo, ya dice en la Presentación fechada en mayo del 2010 (pág13):” La recepción del documento no ha respondido, al menos de momento, a las expectativas que se crearon”. En 2013, cuando yo leí el libro muy pocos sabían del Documento. Y parece que nadie había aceptado la oferta de diálogo.
El fracaso de la Comisión me movió a enviarle ocho páginas con mis ideas a D. Tomás Trigo. Con mi opinión cobre las posibles causas del poco éxito del Documento. Don Tomás me respondió muy amable, pero me sugirió que trabajase más mis ideas y me advertía sobre la posibilidad de que estuviera incurriendo en la “falacia naturalista”. Le hice caso, dediqué los dos años siguientes a escribir mi primer libro: “El mandato ético universal. Ideas para contrastar”. Mi buen amigo Juan Kindelán hizo en Ediciones Cristiandad una edición no venal con una tirada de 52 ejemplares que repartí a amigos y sabios. El primero lo envié a Monseñor Ladaria. Supongo que no lo recibió o que no tuvo tiempo de leerlo. Otro ejemplar lo entregué en mano a D. Agustín Udías, quien me escuchó y atendió muy amablemente, pero confesó que no sabía darme una opinión fundada. Y me recomendó enviarlo a otras personas más sabias, lo que hice con poco resultado. Y aquí estamos.
Los puntos esenciales del Documento sobre la ética universal
Volviendo al Documento, entre lo mucho interesante que dice, destaco lo siguiente:
1ª. La Comisión no buscaba una ética universal. Trataba de establecer una base común para, desde ella, llegar a acuerdos sobre “valores morales objetivos capaces de unir a los hombres y procurarles paz y felicidad” (punto 1 pág. 25). Consiguió su propósito al definir y proponer la ley natural como base. Pero muchos posibles interlocutores no parece que acepten esa idea, ni tienen interés en llegar a valores comunes. Cada uno tiene los suyos.
2º. A pesar de no buscarla, la Comisión enuncia la idea básica en el punto 49 del Documento (pág.54). Resalta la idea de Santo Tomás citada antes y dice: “La segunda inclinación, que es común a todos los seres vivos, se refiere a la supervivencia de la especie, que se realiza con la procreación. La generación se inscribe en la tendencia a permanecer en el ser. Si la perpetuidad de la existencia biológica es imposible para el individuo, es posible para la especie y de este modo, en cierta medida, se supera el límite inherente a cada ser físico. El bien de la especie aparece así como una de las aspiraciones fundamentales presentes en las personas”.
He tratado estas ideas en el capítulo 9 de “La ciencia contra Dios” [18] de donde me autocito: “La Comisión “ve” y dice la idea (básica) pero se queda corta en su reconocimiento. En lugar de concluir que el objetivo de la especie es la permanencia en el ser, es decir la propia supervivencia, utiliza un lenguaje más liviano y habla del bien de la especie, sin confirmar cual es, como una de las aspiraciones fundamentales presentes en las personas (no dice que sea la principal). Esta “tibieza” de la Comisión es perfectamente entendible: no está a eso y, además, si lo hiciera estaría enunciando el objetivo prioritario, el Bien natural de los hombres. Y creo que no lo hace por varias razones:
1ª. Su objetivo es confirmar el concepto de ley natural sin entrar en su contenido ya que ofrece esta posibilidad de interpretación a los no creyentes.
2ª El objetivo de supervivencia de la especie sería un fin compartido con los animales, y posiblemente a la Comisión no le gusta esta analogía.
3º. Para la Iglesia, como para los filósofos, el Bien, como la felicidad, es principalmente individual y espiritual. Dar rango de bien principal a la supervivencia de los cuerpos parece que sería rebajar de nivel el bien o lo bueno. Y al priorizar la vida física podría parecer que se quita importancia a la Vida eterna.
4º. Por otra parte si esta inclinación se convierte en objetivo o finalidad prioritaria, y está en la naturaleza de todos los hombres, quita trabajo a Dios, es decir no hace falta que Dios exista. O al menos, no haría falta que esté activo permanentemente.
Un diálogo abierto
En cualquier caso la Comisión admite lo principal y deja abierto el diálogo para tratar de determinar cuál sea el contenido de la ley natural. Esta posibilidad de diálogo que la Comisión ofrece tiene, a mi modo de ver, la limitación de que el hombre, los hombres, no pueden determinar cuál sea su fin u objetivo vital. Lo tienen determinado antes de existir como especie. Exista o no exista Dios.
Sea quien sea el agente, tanto los hombres como el resto de los seres vivos tienen en su programación vital, o donde sea, el mandato o imperativo vital de intentar vivir para trasmitir la vida que tienen. Tienen la inclinación de que su especie perviva. Y ese mandato se puede “determinar” en el sentido del DRAE 4: “Señalar o indicar algo con claridad o exactitud” pero no en la acepción 3: “Establecer o fijar algo”. Este es el error y el pecado de los ilustrados. Podemos conocer con nuestra razón la ley moral que está en nosotros, pero no cambiar su contenido.”.
Y, en cualquier caso, para todos los creyentes del Libro el imperativo o mandato vital a la especie o familia humana está claro en Génesis: 1.28: “Creced, multiplicaos, llenad la tierra y sometedla”[19] .Mandato que repite a Noé en Gen.9.1.
Este mandato primero y prioritario es la idea básica. Y los hombres han intentado cumplirlo. Y lo han conseguido exitosamente hasta ahora. Nos cabe la duda de si la Tierra ya está llena en cuyo caso habría que repensar lo que debemos hacer para supervivir y poder seguir creciendo y multiplicándonos hasta que Quien nos dio la orden la revoque. Adelantando ideas, en el Nuevo Testamento se nos recuerda a los cristianos que el amor es el mejor medio para intentar cumplir el primer mandato.
Las consecuencias
Cuando se piensa, parece que todo el mundo está de acuerdo con la idea básica. Idea que siendo obvia y elemental se da por supuesta sin reparar en su gran importancia. Se ha puesto más de manifiesto en la última pandemia que afecta a toda nuestra especie.
De la idea básica se deducen dos consecuencias:
1ª. Que los seres humanos, como todos los seres vivos, tenemos implícito el deber o imperativo vital de intentar que nuestra especie sobreviva. Para ello hemos actuado y actuamos basados en objetivos parciales heredados y adquiridos: la supervivencia propia, la reproducción y el cuidado de los hijos y nietos, el bienestar propio y de la familia,… Y para ello usamos estrategias y medios también heredados o adquiridos: la lucha y/o la cooperación con otros seres vivos de nuestra especie y de otras, el desarrollo de capacidades para adaptarnos al entorno o modificarlo…
Los objetivos parciales, individuales y grupales, han sido y siguen siendo medios para intentar conseguir el objetivo prioritario, universal y común, de la supervivencia de nuestra especie. Aunque no lo hayamos visto o no lo hayamos dicho hasta ahora.
Suelo citar la anécdota del sargento que, explicando a sus reclutas la ley de la gravedad, les decía: “Las cosas se caen al suelo por la ley de la gravedad del señor Newton. Y si no hubiera ley de la gravedad se caerían por su propio peso”. Así está ocurriendo con la implícita ley de supervivencia de la especie: se ha intentado e intenta cumplir aunque no esté explícita ni asumida racionalmente. Nos pasa como al burgués gentilhombre de Molière que hablaba en prosa sin saberlo.
2ª. De lo anterior se deduce directamente que los seres humanos tenemos el deber prioritario de hacer lo que sea bueno/mejor para la supervivencia de nuestra especie. Esta sería la norma básica o principio ético universal que fundamenta, ahora de forma explícita, las éticas parciales y contingentes de los distintos grupos y culturas en cada momento.
Como he dicho, los seres humanos han intentado cumplir este deber a través de los objetivos grupales y parciales. Y lo han conseguido. Y por eso estamos actualmente vivos más de 7.500 millones. Parece que el problema es que, actuando con objetivos grupales hemos tenido excesivo éxito, con muchas desigualdades y poniendo en riesgo a la especie y su entorno. Y por ello es urgente ver y asumir que el objetivo prioritario es la supervivencia de la especie. Y actuar en consecuencia adoptando para ello la estrategia que mejor parezca en cada momento. Amplío esta idea al final.
Situación actual
Como digo, somos ya más de 7.500 millones de seres humanos y creciendo. Hemos desarrollado unas enormes capacidades técnicas pero la humanidad sigue teniendo graves problemas de hambres, guerras, deterioro del hábitat, desconcierto,… Y parece que incluso somos capaces de autodestruirnos a corto o a medio plazo.
Creo que en estos momentos existe consenso en la necesidad de realizar acciones globales para mejorar la vida de millones de personas y para cuidar nuestro hábitat, tanto para nosotros como para las generaciones futuras.
Para ello muchos líderes actuales están tratando de llegar a acuerdos que mejoren la situación y perspectivas globales: Agencias de la ONU, Foro Económico Mundial, líderes de las grandes potencias, religiones, gobernantes de naciones y empresas, …. Pero, en general, cada líder trata de actuar atendiendo primero, o a la vez, a los objetivos de su propio colectivo y trata de conseguirlos con sus leyes y normas éticas. Esta visión grupal es la que nuestra especie ha seguido hasta ahora y ha sido eficaz: los éxitos parciales de los grupos, naciones y culturas, han producido hasta el siglo pasado el éxito global de la especie.
El problema es que desde hace unos años esta idea no es válida. Las distintas culturas y capacidades han producido enormes y desiguales crecimientos grupales, tanto en el número de personas como en el consumo de bienes y servicios. Con grandes excesos y desequilibrios. Y todo ello ha producido y produce graves desigualdades y sufrimientos a cientos de millones de personas, amenazando la propia supervivencia de la especie.
Es urgente que los hombres, al menos los que piensan y mandan, conozcan el mandato o imperativo vital. Y que asuman que antes que chinos o americanos, que católicos o ateos o musulmanes, pertenecen a la misma especie. Y que su deber es pensar y actuar como seres humanos antes que como chinos o americanos, cristianos, ateos o musulmanes, capitalistas o comunistas…. Sin dejar de seguir siendo buenos chinos, americanos, católicos, ateos, musulmanes, capitalistas, comunistas… con sus propias culturas y creencias. Pero colaborando, con sus objetivos parciales, al objetivo vital y prioritario de la especie. Por el bien de la especie y por el interés y bienestar de cada grupo y de sus individuos.
Como es obvio, lo primero sería conseguir que la idea básica se conozca por quien pueda y deba actuar. Si el principio ético universal se asume por los niveles adecuados, su aplicación es un problema técnico y por suerte o desgracia hemos desarrollado unas enormes capacidades técnicas.
De hecho, sin explicitar la idea básica, se están intentando aplicar soluciones que están cerca de lo adecuado. Pero por no tener explicito y asumido el objetivo básico, se usan métodos y estrategias que producen graves problemas de todo tipo. Trato brevemente de los posibles métodos y luego de las cosas a hacer.
Los métodos. El altruismo amplio
Como he anticipado, para intentar supervivir individual y grupalmente, las especies sociales han utilizado y practican dos tipos básicos de comportamiento individual y grupal: la lucha y la cooperación. A raíz de la publicación de “El origen de la especies” de Darwin, sus discípulos enfatizaron la ley del más fuerte, la lucha, como principal medio para la selección natural. El propio Darwin hubo de publicar doce años después “El origen del hombre” enfatizando que la cooperación y la “sympathy”, eran mejores que la lucha para la supervivencia de las especies.
Por mi parte no publiqué mi primer libro hasta que en 2015 vi claramente que algún tipo de altruismo -instintivo, recíproco, gratuito, o incluso oneroso- era necesario para la supervivencia de los individuos, los grupos y la especie. En el Hombre, especie poco dotada físicamente para su entorno, el altruismo grupal ha sido determinante para que la especie sobreviva conviviendo en grupos cada vez más numerosos y fuertes. Y haya desarrollado sus enormes capacidades que le permiten dominar el mundo. El altruismo amplio ha sido y es individual y de los grupos entre sí.
Sin abandonar la competencia individual y grupal, la especie ha ido asumiendo esta prioridad del altruismo sobre la lucha. Y ha ido incorporando a la información genética y cultural de los distintos individuos y grupos, las estructuras de comportamiento que priorizan la convivencia como medio más eficaz y eficiente para la propia supervivencia y la de la especie.
El término altruismo es polisémico y su uso ha originado y origina muchos malos entendidos. Por mi parte considero altruismo amplio cualquiera acción que beneficie a otro u otros: el trabajo, el pensar, la enseñanza, el comercio, el cuidado propio…
Y desde el punto de vista individual el altruismo es siempre retribuido: materialmente, como aprecio del grupo y como autoestima. Los sabios, y los santos religiosos y laicos, lo saben bien ya que siendo altruistas son felices en esta vida y en la otra si existe. El tema es amplio y aún no está bien entendido pero parece claro que, a efectos del objetivo vital, el altruismo es más eficaz y eficiente que la lucha. Y así lo ha asumido mayoritariamente la especie. Por otra parte, la idea básica y el altruismo amplio se complementan y no podría existir la una sin el otro. Y viceversa. Estas ideas están más desarrolladas en Supervivir amando. Un principio ético universal[20].
Cosas a hacer
Mirar, ver y juzgar la idea básica
La idea básica tiene dos facetas. En primer lugar, si es cierta, es una verdad científica. Con independencia de las consecuencias y aplicaciones que pueda tener su asunción por las personas individuales, por los diferentes grupos y por los líderes y gobernantes políticos y religiosos.
La idea es clara: Todos los seres vivos tenemos implícito en nuestra naturaleza el imperativo vital de intentar que nuestra especie sobreviva. Y si esto es así será bueno/mejor lo que hagamos, individual y grupalmente, para cumplir este imperativo. Esta idea enmarca las ideas sobre el Bien y la virtud de Aristóteles, del deber de Kant y del bienestar de los utilitaristas. Y de los modernos “neuroéticos”.
Mi hipótesis se basa en observar el comportamiento de los seres vivos incluidos los humanos. Todas las especies de seres vivos tienen como objetivo prioritario la propia supervivencia. Con independencia de quiénes somos, de dónde venimos y adónde vamos. Y sin perjuicio de que los seres humanos tengamos otros fines: naturales, espirituales, o trascendentes.
En los muchos intentos de contrastar esta hipótesis, he encontrado que algunos de mis interlocutores se sienten como agredidos en sus creencias científicas o religiosas Y se quedan en los detalles del entorno de la idea básica y en las posibles consecuencias de admitir que sea cierta. Y algún amigo se ha molestado al decirle que la base de nuestro comportamiento es la misma que la de los hongos o las arañas.
Otro problema es la especialización. A varios biólogos y expertos en ciencias les ha parecido bien mi idea pero manifiestan que no se consideran capacitados para juzgarla científicamente. Y a varios filósofos, que también consideran cierta la idea, no les gusta el origen biológico y no “ven” el método filosófico para validarla. Le pasaba a Mayr con sus ideas y al mismo Darwin. El problema se agrava por mi no pertenencia al mundo académico.
Pido a mis lectores “sabios”, sean cuales sean sus saberes, especialidad u oficio, que intenten mirar y ver mi idea básica en su elemental desnudez de ley común a los hombres como seres vivos: lo único que sabemos fehacientemente que somos. Supongo que mi idea no será admitida y difundida hasta que sea validada por al menos una persona con autoridad académica y con capacidad de comunicación. Gracias anticipadas a la persona o personas que lo intenten. Le aseguro que su trabajo será recompensado.
Posibles aplicaciones
Mi idea no inventa nada. Solamente descubre y explicita una ley biológica que estaba y está operando, de forma implícita, desde el principio de la vida. El descubrimiento de esta ley supone que todas las personas que la vayan conociendo, sus grupos, y toda la humanidad como colectivo, la asuman y tengan conciencia de su finalidad vital como seres humanos. Razonablemente y por su propio interés, ese saber les debe llevar a actuar en consecuencia. Aunque, dentro de su libertad pueden no querer aceptar ni asumir la idea. O aún aceptándola, pueden no querer seguir las normas morales que se derivan de ella.
En cualquier caso esta idea facilita a los líderes laicos y religiosos el trabajo de dirigir a sus grupos y colectivos. Como hemos visto, en estos momentos existe un consenso general en que se debe actuar globalmente para gestionar los graves problemas que tenemos planteados. Y se está intentando con objetivos parciales a intentar conseguir por los distintos grupos y colectivos. Como sabemos por lo ocurrido hasta ahora, este planteamiento no funciona. Entre otras cosas porque al no existir un objetivo común expreso los líderes proponen los objetivos que supongo creen mejores, pero sin poder enunciarlos claramente ya que no serían aceptados por unos u otros grupos.
El ejemplo más claro de lo anterior es el del número y distribución de la población. Creo que todos los líderes, tanto laicos como religiosos, están de acuerdo en que es un factor clave a tener en cuenta ya que ha afectado y afecta a todos los problemas que están planteados. Esta cuestión está presente en los 17 objetivos de la Agenda 2030, especialmente para los países más poblados y en los más pobres. Pero en ninguna agenda ni declaración está explícito el control de la población, aunque todas o casi todas las acciones propuestas tratan de influir en esta cuestión vital.
Conclusión
Si estuviera explícito y asumido globalmente el objetivo prioritario de supervivencia de la especie podría hablarse abiertamente de todos los elementos que influyen en este objetivo, estudiarlos, y llegar a acuerdos que permitan realizar acciones transparentes y más eficaces y eficientes, evitando algunas malas e ineficientes prácticas actuales.
Para ello parece conveniente que exista un Consejo Mundial, o algo parecido, donde los líderes mundiales, en representación de toda la humanidad, estudien lo que sea más conveniente. Teniendo siempre como objetivo la supervivencia de la humanidad y como fundamento moral el principio ético universal derivado de ello. Y priorizando el altruismo amplio como elemento “recomendado” y asumido por la propia especie.
Con la difusión de la “nueva” ética todo el proceso puede y debe ser transparente ya que a todo el mundo interesa. Y todo el mundo debe y puede salir beneficiado si las cosas se hacen razonablemente bien. No es difícil si existe consenso en el objetivo.
La alternativa sería que uno, o varios líderes unidos, traten, o sigan tratando, de que sus grupos dominen al resto y que el intento de que la humanidad superviva se haga con los métodos de los dominadores. Pero esa opción tiene el riesgo de que la pugna para ser el dominador puede ser larga o/y violenta. Con los problemas obvios que ambas opciones presentan. Parece mejor que una vez visto, aceptado y asumido el objetivo, los líderes lleguen a acuerdos para hacer, altruistamente, lo que los buenos sabios digan en cada momento.
Nota final. Pueden ampliarse estas ideas en la web www.supervivenciayaltruismo.org
En su portada hay un video resumen. Y en Libros, Supervivir y otro más breve titulado Supervivir amando. Lo último y más resumido sobre las aplicaciones está en Presente y futuro humanos.
Notas
[1] Mayr, Ernst. Así es la Biología.Penguin, Barcelona, p.120.
[2]Monod, Jacques (1970). Le hasard et la nécesité. Ed.du Seuil, Paris, 1970, p. 26.
[3] López-Moratalla, Natalia. Cuestiones acerca de la evolución humana.EUNSA, Pamplona, 2008, p. 53.
[4] Corral, José. Supervivir. Ideas para una ética universal, Letras de Autor, Madrid, 2015, pp. 111 a 298.
[5] Kant, Emmanuel, Filosofía de la historia, Fondo de Cultura Económica, México, 1978, cuarta reimpresión en España, Madrid, 1985, p. 45
[6]Ferrater Mora, José y Priscilla Cohn, Ética aplicada. Alianza Editorial, Madrid 1981, Segunda edición de 1988 pp. 11-13.
[7] Ruse, Michael, Une défense de l´éthique évolutionniste, en Fondements naturels de l´éthique, Éditions Odile Jacob, Paris 1993. Y otras obras: Tomándose a Darwin enserio(Salvat, 1994). ¿Puede un darwinista ser cristiano?(Siglo XXI ,2007) Charles Darwin (Katz Editores, 2008).
[8] El profesor Francisco J. Ayala tiene muchos y excelentes trabajos relacionados con la idea básica y el altruismo. Entre ellos destaco su discurso en la Universidad de Valencia que tituló La evolución de un evolucionista, editado por la Universidad en 2006. Con Cela Conde, Senderos de la evolución humana, Alianza,2001. También en Alianza, 2015: ¿De dóndevengo? ¿ Quién soy? ¿Adónde voy?En 1974 Estudios sobre la filosofía de labiologíacon Teodosius Dobzhansky, editado en español por Ariel en 1983. También el excelente Evolución, con Dobzhansky, Stebbins y Valentine, editado por Omega en 1993. Comento sus ideas en las páginas 167 a 183 de Supervivir.
[9]Dobzhansky, Teodosius. Los citados en la nota anterior con Ayala. Otros:
. Las bases biológicas de la libertad humana. El Ateneo, Buenos Aires, 1957.
. Diversidad genética e igualdad humana. Labor, Barcelona, 1978.
[10] Gould, S. J., La estructura de la teoría de la evolución. Tusquets, Barcelona, 2004.
[11] Marcos, Alfredo Y Moises Pérez Marcos. Meditación de la naturaleza humana, BAC, Madrid 2018.
[12] Teilhard de Chardin, Pierre. El fenómeno humano,Taurus, Madrid, 1965.
Otros: La activación de la energía, Taurus, Madrid, 1965; El porvenir del hombre, Taurus, Madrid, 1967.
[13] Morin, Edgar, Introducción a una política del hombre. Gedisa, Barcelona, 2002.
[14] Arana, Juan, Los sótanos del universo, Biblioteca Nueva, 2012.
[15] Barash, David P. Correspondencia particular.
[16] Santo Tomas de Aquino. El orden del ser. Antología. Tecnos, Madrid, 2003, pp. 34.
[17] Lorentz, Konrad, La otra cara del espejo,Plaza y Janes, Esplugas, 1973, p. 30.
[18] Corral Lope, José. ¿Podemos ser buenos sin Dios?En La ciencia contra Dios, Digital Reasons, Madrid, 2020, pp. 212-213.
[19] Sagrada Biblia. Pentateuco,EUNSA, Pamplona, p. 50.
[20] Corral Lope, José, Supervivir amando. Un principio ético universal, Letras de Autor, Madrid, 2016.
José Corral Lope, es miembro de ASINJA y colaborador de la Cátedra Francisco J. Ayala de Ciencia, Tecnología y Religión.
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