(Por Leandro Sequeiros) La Fundación Templeton ha hecho público que el Premio que anualmente concede a personas que hayan hecho una contribución importante al diálogo ente la Ciencia y las tradiciones religiosas ha sido concedido este año 2020 al que fue director hasta 2008 del Proyecto Genoma Humano y del Instituto Nacional de Salud de Estados Unidos, Francis Collins. En la siguiente entrevista, Collins declara que se puede encontrar a Dios en el laboratorio de igual forma que en una catedral y que desentrañar los misterios de la naturaleza aumenta el sentimiento de sobrecogimiento, más que eliminarlo. Considera que la fe es una forma de comprender los misterios profundos que la ciencia es incapaz de resolver y que el Diseño Inteligente, una alternativa al darwinismo atractiva para muchos cristianos, es científicamente defectuosa en cosas fundamentales. Por último concluye que una teología que acepte la evolución como parte del plan para la Creación de Dios, puede ser respaldada por creyentes serios que no teman la búsqueda de la verdad.
En un articulo publicado en Tendencias21 de las Religiones en 2007, reproducíamos una entrevista con Francis Collins, a quien se acaba de conceder el Premio Templeton 2020. El premio Templeton lo concede la Fundación fundada por John Templeton, que en 1998 creó la red de Metanexus. Esta red conecta más de 300 grupos distribuidos por todo el mundo cuyo objetivo es investigar y difundir el mensaje de que es necesario tender puentes entre las fronteras de las ciencias y las religiones.
Los que estamos conectados en esta red de Metanexus, no podemos menos que alegrarnos por la concesión de este premio, considerado de mayor cuantía económico que el Nobel: 1.600.000 dólares. El documento oficial lo concede a personas que por sus “profundos conocimientos sobre las ciencias y que han suscitado cuestiones vitales sobre las mayores esperanzas de la humanidad y sus peores temores.”
Francis S. Collins y “El lenguaje de Dios”
Francis S. Collins (nacido en 1940) es autor del libro El Lenguaje de Dios (2007), [original: The Language of God: A Scientist Presents Evidence for Belief (2006), así como uno de los científicos actuales más respetados, y un reconocido creyente de la fe cristiana. En 2001 fue distinguido con el Premio Príncipe de Asturias a la Investigación Científica y Técnica.
Para el profesor Francis Collins, Premio Templeton 2020, genetista, fue director hasta 2008 del Proyecto Genoma Humano y cristiano evangélico, el conocimiento científico complementa la fe en Dios, en lugar de contradecirla. En el bestseller publicado por Collins en 2006 (The Language of God: A Scientist Presents Evidence for Belief), el científico argumentó que los avances en la ciencia suponían “una oportunidad para el culto”, en lugar de un catalizador de la duda.
La revista Explorafaith le hizo esta entrevista que reproducimos de la revista Tendencias21 de las Religiones:
Profesor Collins: usted escribió en su libro “The Language of God: A Scientist Presents Evidence for Belief”, que Dios puede ser reverenciado tanto en una catedral como en un laboratorio. Explique, por favor, esta aseveración.
Si se ve a Dios como creador del universo –en toda su asombrosa complejidad, diversidad e impresionante belleza-, entonces, la ciencia, que por supuesto es un medio de exploración de la naturaleza, se convierte en un medio para conocer las habilidades creativas de Dios. Por eso, para mí, como científico y creyente, las investigaciones científicas pueden ser consideradas como oportunidades de reverencia.
Collins y el aparente conflicto entre ciencia y religión
Todos conocemos esos relatos de nuestra historia que definen a la ciencia en contraposición con la fe: el juicio de Galileo ante la Inquisición, la condena pública a Charles Darwin por parte de la Iglesia Anglicana (aunque en 2008 pidió perdón por ello), los debates que siguieron a la publicación de su obra “El Origen de las Especies” o el juicio de Scopes. Estos relatos han generado esa impresión de que existe un conflicto inherente entre religión y ciencia. ¿Cree usted que tal conflicto está ahí? Y, si no lo cree, ¿por qué se produce esta falsa impresión?
No creo que haya un conflicto inherente, pero sí que creo que los humanos, en nuestra imperfecta naturaleza, a veces imaginamos conflictos donde no los hay. Vemos algo que amenaza nuestro punto de vista personal, y nos figuramos que debe haber alguna razón por la que esa perspectiva alternativa debe ser errónea, e incluso mala.
En primer lugar, consideremos con atención los conflictos históricos entre ciencia e iglesia para estar seguros de que han sido descritos de manera adecuada. La historia de Galileo resulta interesante, pero creo que sería justo decir que su mayor error fue el ser un poco arrogante en su manera de presentar su perspectiva, insultando al Papa. Éste, anteriormente, se había mostrado bastante comprensivo con las conclusiones de Galileo. Básicamente, el Papa no pudo permitir que Galileo siguiera adelante con sus afrentas.
De igual forma, creo que cuando el libro “El Origen de las Especies” apareció publicado, la iglesia emitió sus objeciones, pero también hubo un amplio segmento de ella que se interesó por la obra, incluyendo a algunos teólogos conservadores, como el pastor presbiteriano Benjamín Warfield que aceptó la nueva perspectiva sobre cómo los seres vivos se relacionaban unos con otros, considerándola una maravillosa comprensión del método de Dios para llevar a cabo su creación.
Quizá el conflicto actual, que parece especialmente intenso, sea difícil de comprender debido a que, después de todo, la evolución ha estado muy a la vista durante 150 años, y la ciencia que respalda las teorías darvinianas se ha asentado cada vez más con el paso de las décadas. Esta evidencia es hoy día particularmente fuerte gracias a nuestra capacidad de estudio del ADN, que nos permite comprobar la manera en que éste refuerza desde abajo la teoría darwiniana. A pesar de ello, hemos presenciado una polarización creciente entre la cosmovisión científica y la cosmovisión espiritual, en gran parte, creo, gracias a aquellos que se sienten amenazados por las alternativas, y son reacios a considerar la posibilidad de que exista armonía entre ambos campos.
Collins y el Proyecto Genoma Humano
Usted fue director del Proyecto Genoma Humano, pero parece que ha ganado una cierta notoriedad bajo el título del “científico que cree en Dios”. ¿Se siente “llamado” a representar ese papel, en este momento de la historia?
Yo no diría tanto, dado que la expresión “ser llamado” implica algún tipo de “misión” especial encargada por Dios, y sólo Dios conoce cuáles son nuestras misiones. Ciertamente, he tenido la fortuna de que se me pidiera liderar una empresa científica de importancia histórica, el Proyecto Genoma Humano, y este hecho aún hoy me maravilla. Uno de los objetivos del proyecto ha sido considerar las implicaciones éticas, legales y sociales de los rápidos avances en la investigación genética. Dado que la mayoría de los americanos son creyentes, ha resultado natural incluir algunas reflexiones teológicas en dichas consideraciones, y mi propia divagación sobre ciencia y fe podría ser considerada como parte de ese esfuerzo.
Muchos científicos, como yo, creen en Dios, pero en general hemos estado más bien callados acerca de nuestras creencias. Sin embargo, creo que vivimos un momento crítico, especialmente en los Estados Unidos, frente a la decisión de cómo buscar verdad y sentido a nuestra vida ante el siglo XXI. Evidentemente, necesitaremos a la ciencia para que nos ayude a resolver muchos de nuestros problemas (enfermedades, sistemas de comunicación, cuidado del planeta).
Pero una aproximación puramente materialista, desprovista del aspecto espiritual de la humanidad, nos empobrecerá. Después de todo, han existido ya en la historia intentos de este tipo que resultaron devastadores, como la Rusia comunista. Los humanos hemos comenzado la batalla entre ciencia y fe, y nos corresponde acabarla. Si puedo contribuir de alguna manera a redescubrir la armonía entre ambas, entonces me sentiré verdaderamente bendecido.
El ADN, el lenguaje de Dios
Usted ha dicho que el ADN es “el lenguaje de Dios”. ¿Lo dice literalmente o en sentido metafórico?
Un poco en ambos sentidos. Creo que el universo fue creado por Dios con la intención concreta de dar lugar a vida inteligente. Dado que en el ADN se encuentra la información molecular de todas las cosas vivas, se puede entender éste como el “Logos” que Dios ha usado para dar vida a los seres. No me entienda mal, es evidente que el proceso de la evolución por selección natural durante cientos de millones de años es el “cómo” que explica la maravillosa diversidad de la vida. Pero este cómo no contesta a la pregunta de “¿por qué?”. Creo que Dios es la respuesta a esa pregunta.
Como científico, usted ha probado sus suposiciones y creencias. Pero, como cristiano, usted ha dicho que ha dado “un salto de fe”. ¿Por qué estos dos caminos diferentes?
Quizá no sean tan distintos. Tanto ciencia como fe son formas de buscar la verdad. La ciencia la busca observando cómo funciona el mundo natural, y la fe busca respuestas a cuestiones más profundas, como ¿por qué hay algo hay en lugar de nada? o ¿cuál es el sentido de la vida? o ¿existe Dios? Todo requiere un cierto elemento de fe, no se puede ser científico si no se tiene fe en el hecho de que existe un orden en la Naturaleza y que ésta se comportará de una manera reproducible y predecible. Pero esto no constituye una prueba –aparentemente Dios tenía la intención de dejarnos tomar esta decisión. Quizá un salto de fe como éste suene arrebatado a un materialista convencido pero, ¿puede usted demostrar la belleza o el amor?
En un comentario que escribió para CNN.com, mencionó que el “40 por ciento de los científicos en activo se reconocen creyentes”. Este número me parece un poco sorprendente. ¿Es eso cierto? ¿Están muchos de ellos “en el armario”?
Una famosa encuesta realizada en 1917, y de nuevo en 1997, documentó este porcentaje acerca de las creencias de los científicos. Mucha gente se quedó sorprendida por esta estadística, y también por el hecho de que el número no hubiese cambiado durante el siglo XX. ¿Por qué no se escucha más sobre esos científicos creyentes? Existe un tabú acerca de la discusión de temas de fe en los círculos científicos, y los científicos creyentes a menudo temen que sus colegas les vean como menos rigurosos intelectualmente si reconocen que creen en Dios.
¿Cómo cultiva usted su vida espiritual? ¿Diariamente, semanalmente?
Trato de no hacer divisiones. Intento dedicar tiempo a la oración por la mañana, cuando el resto del mundo aún está en silencio. Pero también trato de mantener mi lado espiritual despierto y alerta durante el día. Tengo una Biblia en mi mesa de trabajo. Pero, para ser honesto, no soy modélico en este aspecto. A menudo me doy cuenta de que, al final del día, las inevitables urgencias cotidianas pueden con mis intenciones de ser más equilibrado. Y normalmente tampoco soy un practicante regular. Sería por tanto más justo decir que aún intento profundizar en mi relación con Dios, y que ésta es una tarea para toda la vida.
Volviendo al comentario que usted escribió para la CNN, me encanta su frase final: “A través de la investigación de la majestuosa e impresionante obra de Dios, la ciencia puede realmente ser un medio de culto”. Me pregunto si esto quiere decir que su trabajo científico, en sí mismo, alimenta su vida espiritual…
Completamente. Como científico que además es creyente, descubro en la exploración de la naturaleza una vía de comprensión de la mente de Dios. Se puede encontrar a Dios en el laboratorio, de igual forma que en una catedral.
Aceptar el misterio de un universo enigmático
Usted es un científico al que claramente le interesan los misterios (una palabra que he comprobado que usa a menudo) del mundo físico. ¿No dirían muchos de sus colegas de la comunidad científica que el propósito de la ciencia es eliminar el misterio tanto como sea posible?
¡Por supuesto! Pero siempre quedan más cosas por explorar. Y, según mi experiencia, desentrañar los misterios de la naturaleza aumenta el sentimiento de sobrecogimiento, más que eliminarlo. La fe es además una forma de intentar comprender los misterios profundos que la ciencia es incapaz de resolver, por ejemplo, el sentido de la vida.
¿Cree usted que resulta significativo que su libro, The Language of God, haya recibido el premio Libro del Año sobre Evangelismo 2007 por parte de la revista Christianity Today? ¿Ve usted en ello una señal de que la comunidad cristiano-evangélica se encuentra en un momento clave de cambio en lo que se refiere a la reducción de la guerra cultural contra la corriente principal de la ciencia, que tanto ha caracterizado al evangelismo moderno?
Me gustaría pensar que podría ser verdad, pero evidentemente aún muchos miembros de la iglesia cristiano-evangélica siguen desconfiando profundamente del pensamiento evolucionista, y pienso participar en un esfuerzo concertado entre científicos, teólogos y pastores para el desarrollo y la expansión de una nueva teología que festeje lo que la ciencia nos está enseñando sobre la sorprendente creación divina, en lugar de resistirse a esa información.
Collins y las cosmovisiones irreconciliables
Los principales cambios en la cosmovisión han afectado profundamente a la teología a lo largo de la historia. Por ejemplo, la revolución copernicana nos hizo pensar de manera muy distinta sobre el cielo y su localización. ¿Qué cambios teológicos cree usted que están emergiendo a raíz de la comprensión de la creación desde la perspectiva de la evolución?
No veo conflictos irreconciliables entre el libro del Génesis y la ciencia evolucionista, dado que lo que estamos aprendiendo acerca de la relevancia de todos los sistemas vivos a través de la información del ADN nos ofrece la oportunidad de una nueva y excitante interpretación del plan de Dios en la creación del ser humano a su imagen y semejanza. Una interpretación ultra literal del Génesis, como la que acepta el Young Earth Creationism no puede reconciliarse con las verdades sobre el universo que Dios nos ha permitido descubrir. El Diseño Inteligente, una alternativa al darwinismo atractiva para muchos cristianos, es científicamente defectuosa en cosas fundamentales. Pero una teología que acepte la evolución como parte del plan para la Creación de Dios, a la que yo llamo Bios (vida) a través del Logos (la palabra de Dios), o simplemente BioLogos, puede ser respaldada por creyentes serios que no teman la búsqueda de la verdad.
En The Language of God, usted menciona que los cristianos evangélicos reaccionan de manera negativa a sus conferencias –abandonando la sala, por ejemplo-. ¿Estas reacciones han aumentado o se han reducido a partir de la publicación de su libro? Y, como creyente, ¿cómo le hacen sentir?
Sí, recibo regularmente e-mails de los evangelistas que me llaman la atención por “vender” la ciencia, o por elegir el culto a la ciencia en lugar de a Dios. He sido amenazado con la excomunión por un creyente indignado, aunque ni siquiera soy católico. Por supuesto me preocupa que la información que tanto me afecta provoque semejante resistencia en otros creyentes, gente razonable y afectiva, pero creo que estas reacciones simplemente reflejan la intensidad de la batalla actual entre las voces extremistas que han dominado las ondas de radio y las ventas de libros durante tanto tiempo. Si soy capaz de suministrar algunas bases para desarmar esta batalla, apuntando hacia la conclusión de que se puede tanto confiar en la ciencia para alcanzar verdades sobre la Naturaleza, como ver la mano de Dios en la forma en que la Naturaleza ha sido creada, entonces este esfuerzo hará que valgan la pena las disputas ocasionales.
Conclusión
La revista Alfa y Omega (21 de mayo 2020) ofrece un texto que puede ser el resumen de todo lo dicho. «La fe en Dios puede ser una opción totalmente racional. Los principios de la fe, de hecho, son complementarios con los de la ciencia», asegura Francis S. Collins el nuevo ganador del Premio Templeton 2020.
En una entrevista concedida horas antes, pedía que si en Estados Unidos se logra desarrollar una vacuna contra el COVID-19, esta se ponga lo más rápido posible a disposición de los países con menos medios.
El genetista y físico estadounidense Francis Collins, que en su día lideró el Proyecto Genoma Humano hasta su finalización en 2003 es el nuevo ganador del Premio Templeton. Así lo ha anunciado este miércoles la Fundación John Templeton, que promueve la integración entre fe y ciencia.
Esta institución, con sede en Pennsylvania, justifica su fallo en cómo a lo largo de su carrera, así como en sus intervenciones públicas y sus escritos de divulgación Collins «ha demostrado cómo la fe religiosa puede motivar e inspirar una rigurosa investigación científica». Así ocurre por ejemplo en su popular libro El lenguaje de Dios, publicado en 2006.
En su prólogo, el genetista afirma que «la fe en Dios puede ser una opción totalmente racional. Los principios de la fe, de hecho, son complementarios con los de la ciencia». Luego, a lo largo de la obra anima a las comunidades religiosas a acoger los nuevos descubrimientos de la genética y las ciencias biomédicas como elementos que pueden enriquecer su fe.
Pocas horas de conocerse su victoria, Collins declaraba a la agencia AFP que «si [en Estados Unidos] obtenemos una vacuna que sirva» frente al COVID-19, «me encantaría que estuviera disponible lo antes posible en África y en América del Sur. Mirad lo que está ocurriendo en Brasil», que se ha convertido ya en el tercer país con más casos de coronavirus. «Tenemos una gran responsabilidad. Somos el país más rico del mundo. No podemos contentarnos con ocuparnos de nosotros mismos, eso sería terrible».
Entre 1993 y 2008, Collins dirigió el Instituto Nacional de Investigación del Genoma Humano (NHGRI) y lideró el Proyecto Genoma Humano, que logró secuenciar los tres mil millones de bases (letras) que forman el ADN, el libro de instrucciones del cuerpo humano.
Antes de incorporarse a los Institutos Nacionales de Salud, la red de centros de investigación de la que forma parte el NHGRI y que ahora dirige, Collins fue profesor de Medicina Interna y Genética Humana en la Universidad de Michigan. Allí llegó a ser conocido como el «cazador de genes», debido a su técnica pionera de clonación posicional, capaz de señalar los genes relacionados con enfermedades.
Sus grupos de investigación han logrado identificar los genes responsables de la fibrosis quística, la neurofibromatosis, la enfermedad de Huntington y la progeria o síndrome de Hutchinson-Gilford. Estos descubrimientos, entre otros, «han contribuido al despegue de una nueva de medicina de precisión en la que los investigadores pueden adaptar los programas de tratamiento a los pacientes individuales y han arrojado nueva luz sobre el bienestar humano y la naturaleza y posibilidades de la especie humana», aseguran desde la Fundación John Templeton.
La ciencia y las preguntas más profundas
Dotado 1,1 millones de libras esterlinas (1,23 millones de euros), el Premio Templeton es uno de los galardones anuales más importantes. Se otorga a individuos cuyos logros contribuyan a aplicar el poder de la ciencia para explorar las cuestiones más profundas sobre el universo y el lugar que en él tiene la humanidad. Entre los anteriores ganadores se encuentran la madre Teresa de Calcuta, el Dalai Lama, monseñor Desmond Tutu, Martin Rees, John Barrow, George Ellis, Freeman Dyson y Paul Davies.
El año 2019, su ganador fue el físico teórico Marcelo Gleiser. En entrevista con Alfa y Omega, este científico brasileño que se define como agnóstico explicó por qué, a pesar de ello, es tan crítico con los científicos materialistas que utilizan la divulgación para negar la existencia de Dios: «Me parece bastante ridículos que un puñado de varones anglosajones blancos afirmen desde su superioridad académica que todo [lo que aporta la religión en las distintas culturas] es inútil sin ofrecer nada constructivo a cambio. Afortunadamente, este tipo de superateísmo está en decadencia, como debe ser».
Leandro Sequeiros, Doctor en Ciencias y Colaborador de la Cátedra Francisco J. Ayala de Ciencia, Tecnología y Religión. Además es Presidente de ASINJA.
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