Una inteligencia que libere la condición humana

(Por Jaume Agustí-Cullell) Este artículo quisiera presentar un enfoque cultural y humanista de la inteligencia. Mi objetivo principal es poner de relieve la necesidad de que la mayoría de la población humana se instale en la tierra viva de una inteligencia creativa sana, bien desarrollada, madura y armoniosa. Creo que esta es la única manera de construir una sociedad que pueda vivir sin violencia. Además, solo una tal inteligencia colectiva puede afrontar los retos y amenazas actuales a la supervivencia humana. Debido a la complejidad, cambio continuo acelerado e incerteza de la sociedad actual, las élites son impotentes para dirigir el crecimiento exponencial tecnocientífico y resolver la amenaza fatal que la violencia siempre presenta. Por eso es tan importante entender lo que llamo nuestra inteligencia liberadora, el nivel profundo de la inteligencia humana, el fundamento del poder creativo que todos tenemos y deberíamos desarrollar desde el nacimiento.

LA VERDAD DE LA REALIDAD ES LA LIBERTAD CREATIVA

Cuando para afrontar la complejidad actual del mundo tratamos de entenderla desde la simplicidad original y la creatividad de la inteligencia, las palabras no sirven para describir nada de ello. Las palabras actúan como meros símbolos punteros que sólo pueden esperar estimular nuestra atención e interés, provocar más investigación y movernos hacia la intuición. ¿Y qué es la intuición? La percepción directa de los hechos y las realizaciones espontáneas a las que tal percepción puede dar lugar. 

La degradación de la inteligencia humana y sus peligros 

Cuando empecé a enseñar Inteligencia Artificial (IA) a principios de la década de 1980, ésta vivía en un ambiente de gran confianza, incluso euforia. Tanto es así que me alarmé al ver cómo se vendía su triunfante futuro: un mundo lleno de máquinas inteligentes, incluidas las humanas con cerebro, las llamadas ‘meat machines’, máquinas de carne. Pensé que si lo que se predecía se cumpliese, la humanidad en su conjunto acabaría siendo esclavizada por aquellos que poseyeran estas máquinas inteligentes. Detrás había, y todavía hay, una visión instrumental muy limitada, una cierta ignorancia de la profundidad y la unidad de la inteligencia humana, con su sensible percepción de la realidad en su conjunto y unidad, tan necesaria en el mundo globalizado en el que ahora vivimos.

Por todo ello, empecé a considerar la Inteligencia Artificial como una metáfora para referirse a una forma restringida de inteligencia funcional de la que hablaré más adelante. Es decir, la IA es una inteligencia computacional inspirada en la inteligencia humana y a su servicio. Una vez observado un comportamiento inteligente, analizado y entendido, como por ejemplo una forma de aprendizaje, entonces un investigador en inteligencia artificial puede intentar desarrollar algoritmos para imitarlo. Esta investigación de la inteligencia computacional es muy importante, pero todavía lo es más su simbiosis con la inteligencia humana. Teniendo en cuenta que la inteligencia humana es mucho más que un conjunto de comportamientos inteligentes. Es mucho más que emociones, experiencias y conocimientos acumulados para resolver problemas. También es mucho más que los pensamientos resultantes de esta experiencia y conocimiento, necesariamente limitados, a menudo egocéntricos y con frecuencia en conflicto. Así llegué a concluir que la amenaza de esclavitud o de destrucción no estaba ni está en los agentes externos como las máquinas de la IA, sino en el desconocimiento, el descuido, la inmadurez y la posible consiguiente degradación de la inteligencia humana. Esto es algo a lo que más tarde me referiré como inteligencia programada. 

Un descubrimiento personal de la libertad

La conciencia de este peligro me llevó a recuperar —y profundizar— una intuición de mi adolescencia. En aquel entonces me llamó la atención la frase del sacerdote y filósofo catalán Jaume Balmes, en su libro El Criterio: «la verdad es la realidad». A medida que investigaba y profundizaba en ella, me  di cuenta gradualmente de que las personas y las instituciones siempre han tratado de apoderarse de la «verdad»  para influir, incluso dominar. Llegué a entender que la realidad no podía ser otra cosa que la libertad pura. Esta era una intuición del hecho que la realidad, ninguna realidad, no se somete por completo a ninguna determinación, teoría, conocimiento o modelo de ella misma. La realidad nunca se repite completamente, siempre nos sorprende con su incesante avance hacia la novedad. Nada se puede predeterminar completamente. El conocimiento científico es sobre la realidad, es un modelo de gran calidad sobre la realidad; ni es la misma realidad ni la única forma de conocimiento sobre ella. La libertad de la realidad queda fuera del método científico. Cuando la ciencia se encuentra con la libertad la llama azar. Por ejemplo, la indeterminación sobre los cambios de estado de un electrón, la llamamos azar en lugar de libertad del electrón en la red de interacciones que lo constituyen. Sin embargo, la libertad está presente en el mismo origen creativo de toda realidad; incluso en los modelos que creamos sobre la realidad mediante el lenguaje; por ejemplo, espacio, tiempo, materia, átomos, etc. son elementos básicos de estos modelos. Ejemplo de esta libertad de la realidad lo es el hecho que la misma teoría de la evolución no puede garantizar que si volviéramos atrás en el tiempo o a un universo paralelo idéntico, la especie Sapiens volvería a aparecer en la Tierra. Los Sapiens siempre han sido y todavía son una maravillosa creación continua de la libertad creativa de la realidad, que es la fuente de la libertad humana. Esta realidad de la libertad es un hecho espontáneo de gratuidad y amor, sin explicación o definición alguna, un hecho para ser vivido. La libertad de la realidad es un misterioso y poderoso símbolo que apunta al misterio de la misma realidad, un símbolo de ella para nuestro tiempo. Es la garantía de realidad de cualquier cosa. Es el antídoto contra la confusión entre realidad y la virtualidad de la información. Se acostumbra a decir que la realidad acaba imponiéndose, pero no es así. Son los modelos de realidad que creamos los que nos atan y se imponen. La verdadera realidad nos desapega de los modelos sin negarlos y nos hace libres. Así podemos ser flexibles, eficientes y creativos para abrazar nuestras necesidades e intereses en un mundo siempre cambiante; consciente pero no sumisos a los poderes de dominación exteriores e interiores como son, deseos, expectativas y temores y, por tanto, quedar libres del sufrimiento que causa tal sumisión.

La necesaria mutación cultural de la humanidad

Además, esta libertad sólo puede cumplirse y disfrutarse a través de la creatividad de la inteligencia, una cualidad y energía que es imposible poseer o someter. Sólo la libertad lleva a la verdad. El pensamiento, siempre condicionado, nunca puede ser libre y por lo tanto es incapaz de establecer lo que es la verdad. Más tarde confirmé este descubrimiento de la libertad de la realidad mediante el estudio de las grandes tradiciones religiosas y de sabiduría, que contienen muchas enseñanzas necesarias para el mundo moderno. Poner esta inteligencia totalmente libre y creativa en el centro de la vida humana, en lugar del conocimiento y los pensamientos que tantas veces se utilizan para dominar a los demás, es lo que considero la mutación necesaria del Homo Sapiens en Homo Quaerens. Este último que debería ir dejando atrás al primero, es un ser que cuestiona para investigar y crear, disfrutar y servir a la humanidad y la vida. (Esta es la visión expuesta en el blog homoquaerens.info.) 

LA UNIDAD, LA TOTALIDAD Y LA CREATIVIDAD DE LA INTELIGENCIA

Atribuir inteligencia exclusivamente a la humanidad y a individuos particulares (casi siempre una minoría de varones gobernantes) ha tenido consecuencias terribles a lo largo de la historia de la humanidad. Ha dado lugar a la esclavitud, la minusvaloración de las mujeres y su sujeción a los hombres, el maltrato a los animales, que rutinariamente se han considerado estúpidos, en resumen, a todo tipo de violencia física y mental. El concepto de «inteligencia individual» ha sobrevivido intacto hasta nuestros días. Este malentendido de la inteligencia ha seguido sustentando sociedades que todavía están organizadas en torno a la dominación y la explotación. Sin embargo, la inteligencia no es exclusiva de la humanidad, sino que es la actividad de la realidad misma; es su agente, un agente libre y creativo. De ello se deduce que la inteligencia de la realidad es única, siempre operativa en todo el universo. La unidad, la interactividad, la libertad y la creatividad son las señas de identidad generales de la inteligencia, y su energía es el amor incondicional, en el mejor de los casos.  Por lo tanto, la inteligencia está libre de cualquier definición; se revela principalmente en sus creaciones pero sin confundirse con ellas. Las diferentes formas de inteligencia en plantas, animales y humanos son distinciones de la mente, creadas por el habla y el pensamiento. Entre estas diversas inteligencias, destaca la humana, y es en ella que quiero centrar la atención.

 Ver la realidad en términos de individuos separados -en particular, atribuir la inteligencia principalmente a los individuos- es característico de una forma particular de inteligencia, la que presentaré más adelante con el nombre de inteligencia de la necesidad. Esta individuación de la realidad surge de las necesidades o pensamientos de la psique, que en su búsqueda de seguridad crea un centro de referencia: el individuo con sus necesidades e intereses que deben ser satisfechas, esto es, el ‘yo’. ¡Si rechazase ese ‘yo’, me sentiría perdido! (El proyecto de creación de individuos transhumanos, como los llamados cyborgs, es un ejemplo muy actual del individualismo prevaleciente y peligroso; separaría a aquellos que pueden pagar como superiores.) 

Contrariamente a esta actitud individualista, podríamos entender la inteligencia humana no como una entidad individualizada, sino como un fenómeno colectivo que continuamente se está constituyendo a través de intra-acciones entre las diferentes formas de existencia, dentro de la unidad de la inteligencia cósmica. (Defino las intra-acciones como interacciones primordiales constitutivas de cada existencia, para distinguirlas de las interacciones externas entre las existencias ya constituidas). Por ejemplo, para entender la evolución de la inteligencia humana y la Inteligencia Artificial (IA) uno debe investigar la intra-acción de ambas. No tiene mucho sentido hablar de la IA como una herramienta neutral independiente de la inteligencia humana. Por lo tanto, para dirigir la intra-acción de ambas inteligencias hacia el bien común y evitar sus peligros, debe empezarse entendiendo bien la inteligencia humana que crea la artificial. 

Dos niveles de inteligencia 

Propongo distinguir dos niveles, o aspectos, de la inteligencia humana; dos formas de inteligencia arraigadas en la misma realidad. Por un lado, la inteligencia de la necesidad; esta es una inteligencia que percibe la realidad como algo frente a nosotros, separada, entendida sólo en relación con nuestras necesidades e intereses, nuestros sentidos y capacidades. Siempre persiguiendo objetivos, esta inteligencia crea modelos de realidad que son progresivamente más comprensivos y potentes. Buenos ejemplos de estos modelos son los creados dentro de las tecnociencias. Son tan necesarios para la supervivencia y tan poderosos que tendemos a confundirlos con la realidad misma. Sin embargo, siguen siendo modelos, como lo es el que crea la garrapata, con sus dos únicos sentidos para percibir el calor y el sudor de los mamíferos y así poder parasitar a estos. 

Además e inseparable de esta inteligencia de la necesidad, gozamos de otro acceso a la realidad, sutil pero poderoso, que llamo inteligencia liberadora. Esta nos conecta directamente con la realidad, sin mediación de palabras o pensamientos y, por tanto, sin división. De esta manera se disfruta una flor sin intermediarios como el pensamiento, sin sensación de separación alguna de ella, sin identificar el ‘yo’ y el ‘ella’. Es un nivel de inteligencia atemporal, sutil y profundo, no depende de ningún modelo cognitivo. Este es el contacto silencioso con el origen: la fuente de la libertad creativa. Dentro de esta conexión inmediata con la realidad, la inteligencia humana encuentra la energía, la paz y el disfrute incondicional de la vida. Aunque con demasiada frecuencia inconsciente o medio dormida, esta forma de inteligencia siempre opera. Puede sorprendernos con un ¡eureka! mientras tomamos un baño. A diferencia de la inteligencia de la necesidad, la inteligencia liberadora no tiene que lograr nada, pero permite el desapego de los modelos creados por la inteligencia de la necesidad, en particular del modelo que creamos sobre nosotros mismos, el ego. 

La inteligencia liberadora infunde libertad y calidad a la inteligencia de la necesidad, y frena hasta acabar con su tendencia hacia la dominación y la violencia. De esta manera, liberar la inteligencia también permite la evolución de la inteligencia de la necesidad dándole la libertad creativa necesaria para expandirse y crear así nuevos modelos de realidad, abriendo nuevas posibilidades para la vida humana, para bien o para mal. Esto ha llevado al desarrollo de diferentes campos de la inteligencia, como las bellas artes y las tecnociencias. La inteligencia de la necesidad debe estar activa sólo cuando sea necesario, en lugar de dominar la mente, impidiendo la tranquilidad necesaria para que pueda operar la inteligencia liberadora con sus inmensos beneficios. Ese es uno de los desafíos más importantes de la humanidad, de los cuales depende nuestra supervivencia. 

Un modelo general de realidad 

Entre sus resultados, la tecnociencia ha llevado a un cambio en el modelo jerárquico general de realidad que fue dominante a lo largo de la era preindustrial. Este modelo todavía sobrevive, aunque subrepticiamente, a través del poder de imposición, pero mucho más indirectamente y en formas más sutiles que en el pasado. A partir de un modelo basado en entidades relacionadas externa y jerárquicamente, nos hemos trasladado a un modelo donde nada tiene su propia entidad independientemente de las demás existencias. En el nuevo modelo, las intra-acciones son primordiales; es decir, aquellas interacciones que constituyen continuamente la autonomía de cada forma de existencia, su autopoiesis – su forma de mantenerse a sí mismas y reproducirse en los seres vivos. Así que podríamos entender cualquier inteligencia como un agente intra-activo en este modelo general de intra-acciones. La inteligencia en realidad habita en la red universal de las intra-acciones. Para ver esto con más detalle me centraré en cinco poderes de inteligencia humana que yo llamo Capacidades Creativas Constitutivas (CCC). Estos cinco poderes son: interés por la realidad; comunicación semiótica; simbiosis subsidiaria; investigación generalizada y la liberación. 

LA MANO CREATIVA

Identifico estas capacidades creativas constitutivas de la inteligencia humana, CCC, con los cinco dedos de la mano creativa, la mano que nos hace humanos. Las tenemos desde el nacimiento como potencialidades a desarrollar. Hacerlo debería ser el primer cometido de toda sociedad. Entenderlas plenamente no solo nos permite entender cómo aprendemos y desarrollamos la inteligencia, sino que des de ellas podemos mirar la historia de la humanidad, su pasado, presente y futuro. Aquí solo las describo brevemente insistiendo en su intra-dependencia, la unidad de la mano creativa.

Interés por la realidad 

El interés es la energía vectorial de la inteligencia humana. Lo represento con el dedo índice, el dedo de la atención, el que apunta a las cosas importantes que motivan y guían la acción. El interés hace de la inteligencia humana una inteligencia sensible, emocional y evaluativa. Sólo hay que considerar dos hechos que subrayan su importancia. En primer lugar, cuando el interés apunta al ego individual o colectivo, en lugar de señalar la realidad, pervierte al resto de las CCC, generando una sociedad de dominación y explotación. En segundo lugar, el interés cambió de dirección durante el Renacimiento europeo. Dejó de señalar hacia el pasado para repetirlo, y empezó a señalar hacia el futuro para crearlo. Entonces comenzó la segunda gran mutación cultural de la humanidad: nuestro abandono de la era agrícola. Ese es el inicio de la mutación de Sapiens en Quaerens; una mutación necesaria si no queremos llegar a un final sombrío. 

Comunicación semiótica

Su manifestación principal es el habla basada en sonidos articulados que transmiten significados sobre un referente, presente o no – constituyéndose así este signo. La represento con el dedo medio, el mediador, el eje de la mano creativa. La expresión hablada nos libera del mecanismo básico de estímulo-respuesta de la vida animal. Entre el estímulo y la respuesta interponemos el habla con su riqueza de significados, comunicativos y cooperativos. Este es el más maravilloso de los poderes de la inteligencia humana, abriendo el campo ilimitado de la imaginación. Es una capacidad principalmente creativa y metafórica; de hecho, crea metáforas continuamente: relaciona expresiones de significado con la experiencia de un dominio y luego las traslada a otros dominios, mostrando así la unidad de la inteligencia. La lengua está llena de metáforas corporales que trasladan las experiencias corporales a otros dominios de comprensión: Por ejemplo, podemos usar la palabra ‘ver’ para referirnos a comprender. Así que podemos decir que la inteligencia humana es principalmente lingüística, al igual que los modelos que crea, entre ellos la IA. Esto diferencia tanto la inteligencia humana como la IA de la inteligencia animal pura. Todo lo que afecta a la comunicación transforma la vida humana.  Por lo tanto, es urgente que investiguemos a fondo el impacto actual de las tecnologías de la información y la comunicación en la comunicación humana. 

Simbiosis subsidiaria

Esta es la capacidad fundamental de la vida en común (incluida la totalidad de la tierra) – una capacidad de cooperación y servicio mutuo, que represento con el dedo anular, el del anillo. La aspiración a la felicidad solo se puede cumplir en una simbiosis armoniosa y no individualmente como proclama la Constitución de los Estados Unidos.  La llamo simbiosis subsidiaria para subrayar que ya no puede ser jerárquica como en el pasado preindustrial. La creatividad requiere que cada organización humana tenga la máxima autonomía que pueda ejercer responsablemente en intra-dependencia con el resto de instituciones; y esto, desde el individuo hasta las Naciones Unidas. La comprensión individualista de la inteligencia -tan ampliamente difundida y adoptada- es engañosa; la inteligencia opera a través de las intra-acciones, es intra-activa, colectiva. El individualismo divisivo, el individuo como un átomo de la sociedad, auto interesado y preocupado por sí mismo, es la perversión de la simbiosis. La modernidad lo ha promovido -principalmente a través del Estado y el mercado- después de confundirlo con la necesaria autonomía del individuo, el elemento básico de una simbiosis saludable y eficiente. Sin comunicación y cooperación no puede haber verdadera inteligencia. Además, una supuesta super inteligencia individual sin una fuerte capacidad de simbiosis, se convertiría en un monstruo como el de Frankenstein. Esto bien podría ocurrir con la singularidad prometida de las máquinas superinteligentes. 

Investigación Generalizada

Esta es la seña de identidad del Homo Quaerens. Lo represento con el dedo meñique porque fue la última en desarrollarse. Solo empezó a crecer sistemáticamente a partir del Renacimiento, aunque todavía está demasiado restringida a especialistas, particularmente a los tecnocientíficos. Cuestionar lo que se sabe para alcanzar un estado de aprendizaje y comprensión continuos, abriéndose a lo desconocido para crear, es la dinámica propia de la inteligencia. El aprendizaje creativo es este movimiento constante de investigación desde lo conocido a lo nuevo desconocido, sin buscar acumular conocimiento sino mantener siempre fresca la inteligencia. En la actualidad, la actitud de investigación constante no sólo es necesaria en ciertas especialidades, sino en todas las actividades -y por parte de todos- si no queremos acabar desplazados por máquinas más poderosas que nosotros cuando se trata de simplemente utilizar el conocimiento.

La capacidad de liberación

 Esta es la capacidad central de lo que antes he llamado inteligencia liberadora.  Entendiendo que liberar no significa negar, sino desapego de toda atadura. Lo represento con el pulgar que los romanos usaron como signo de vida o muerte al final del combate entre gladiadores. Pero ahora se refiere a toda la humanidad. Es la capacidad de poner fin a toda sumisión interna o externa.  Liberación de lo interno o relativo al ego, constituido por deseos, expectativas y temores, pero también liberación del apego a las emociones, al conocimiento y a los pensamientos. También nos permite liberarnos de la sumisión externa a los mecanismos de dominación que prevalecen en las sociedades explotadoras actuales. 

La liberación es la higiene de la mente limpiándola del pasado acumulado, el ‘yo’, pudiendo así mirarlo todo como nuevo, con la mente fresca. La higiene es particularmente necesaria cuando la mente se somete a las masas de propaganda e información para el consumismo, la nueva forma de crear esclavos. Esta higiene mental es tan necesaria actualmente para la salud personal y social, como lo fue la higiene corporal en el pasado. Las plagas corporales del pasado han dado paso a las plagas mentales del presente, con consecuencias económicas, políticas y sociales, posiblemente peores. 

Intra-dependencia de las CCC

No podemos entender ni ejercer adecuadamente ninguna CCC sin ser conscientes de su intra-dependencia – la contribución de las otras CCC en cada una de ellas. Veámoslo brevemente. Sin interés, las otras CCC no tendrían la energía para actuar. De nada sirve el talento sin un fuerte interés. Y sin el buen  funcionamiento del resto de las CCC, especialmente la investigación y la liberación, el interés se reduce a los  instintos animales – deseos, expectativas y temores. No está dirigida hacia la realidad, sino hacia el ego.  Entonces se vuelve miope y egoísta, corrompiendo al resto de las CCC. Así, la comunicación no puede ser sincera, la simbiosis se convierte en dominación, la investigación se pone al servicio del mejor postor y la «liberación» nos hace insaciables. La simbiosis genuina se basa en el interés común y en la comunicación de confianza. Gracias a esta intra-dependencia, la simbiosis ha podido crear naciones, cosa inalcanzable para otros animales. La simbiosis y la comunicación van juntas; sin simbiosis auténtica no hay verdadera comunicación. El interés común, la comunicación, la simbiosis y la liberación del egoísmo individualista hacen posible la investigación en equipos fuertes y muy creativos. Esto lo deberíamos valorar por encima de la   investigación y la creatividad individual en un mundo tan complejo, incierto y cambiante como el nuestro, donde el individuo va quedando, cada vez más, desempoderado. Tal cambio de énfasis reduciría la presión sobre los individuos para ser productivos, una presión muy perniciosa para la calidad y la creatividad de la investigación. (Hace unos años, un estudio sobre la calidad de las publicaciones en revistas médicas, reveló que el 85% de los resultados publicados no eran del todo fiables). La investigación tiene que ser dirigida por un fuerte interés porla realidad, la compasión y el amor en lugar de la mera curiosidad. El trabajo realizado sin este espíritu se pone fácilmente al servicio de la plutocracia y el imperialismo, como muestra la historia de las tecnociencias. La curiosidad puede curar el cáncer, así como hacer la bomba atómica; puede ir a la Luna y dejar la investigación de la malaria en segundo lugar. Al resumir esta intra-dependencia de las CCC es vital subrayar la importancia de la capacidad de liberación -eldedo que haciendo pinza con los demás los potencia al máximo. De esta manera, el interés puede alcanzar su grado más alto – compasión y amor incondicional; la comunicación puede ser sincera y confiada hasta el punto de la comunión silenciosa; la simbiosis subsidiaria se convierte en servicio y unidad en el amor; la investigación alcanza el más alto grado de creatividad en equipo y se lleva a cabo por el bien de toda la humanidad. 

CÓMO VIVIR EJERCITANDO LA INTELIGENCIA LIBRE Y CREATIVA

Tres usos de la inteligencia humana

 Ahora considero los dos niveles de inteligencia humana apuntados anteriormente (la inteligencia de la necesidad, y la inteligencia de la liberación) desde la perspectiva de las CCC. Dependiendo de cómo se ejerzan las CCC (es decir, del grado de intensidad y prioridad de cada CCC sobre las demás) veremos diferentes usos de una sola inteligencia humana. Me gustaría destacar tres usos específicos de la inteligencia humana.  Los dos primeros son usos bien diferenciados de la inteligencia de la necesidad, que yo llamo el uso funcional y el evaluativo o axiológico. El tercero es la inteligencia liberadora, el nivel más profundo de inteligencia humana.

Inteligencia funcional

El interés toma la forma de curiosidad sobre el funcionamiento del mundo; la comunicación crea un metalenguaje funcional-matemático basado en mediciones, magnitudes y cálculos; la simbiosis es simplemente colaboración; la investigación es altamente especializada y metódica; la liberación se limita a una abstracción de cualidades y valores que podrían obstaculizar el interés e investigación sobre el funcionamiento de las cosas. Esta forma de operar de las CCC, es lo que yo llamo inteligencia funcional – el tipo de inteligencia característico de las tecnociencias. 

Inteligencia Axiológica

Ejercemos inteligencia axiológica cuando nuestro interés es principalmente sensible,  artístico y evaluativo; la comunicación crea los relatos que dan sentido, motivan y guían la acción; la simbiosis considera centrales la cohesión  social y la sensación de ser parte de un equipo,  ; la investigación es principalmente  sensible, artística y valorativa, orientada al autoconocimiento; la liberación nos desapega de los valores  establecidos, permitiendo la creación de nuevos valores para hacer frente a las nuevas necesidades derivadas  del crecimiento tecnocientífico. 

La inteligencia axiológica es una inteligencia de los contrastes a través de los cuales operan nuestros sentidos (por ejemplo, luz vs oscuridad), en particular los contrastes entre valores y contravalores (por ejemplo, entre bueno y malo). Primordialmente, y de forma espontánea siente lo que es malo para nosotros (el peligro), y nos impulsa a lo que sentimos que es bueno (la seguridad). Además, nos muestra que a menudo la mejor manera de alcanzar un valor (por ejemplo, la atención) es confrontar su contravalor (la distracción), que incluye abordar su naturaleza y trucos (indolencia, negligencia y auto preocupación). Lo mismo podría decirse del egoísmo o la violencia como contravalores. Es decir, investigando sin juzgar para ser plenamente conscientes del contravalor, podemos liberarnos de él y así ver el verdadero valor espontáneamente (por ejemplo, investigando y enfrentando la falsedad nos abrimos a la verdad). Al ser plenamente conscientes del contravalor, llegamos al valor sin ninguna imposición. Además, esto se hace no individualmente sino dentro de la simbiosis integral y ejerciendo todas las CCC.  Las inteligencias funcional y axiológica cubren las dos necesidades más claras de la inteligencia humana: el funcionamiento y la evaluación de las cosas, los dos modos principales de la inteligencia de la necesidad. Crean modelos de realidad como las tecnociencias y los sistemas de valores. 

La inteligencia liberadora

Esta es el nivel más profundo de inteligencia humana, centrado en la capacidad de libertad, siempre operativa para bien o para mal, el amor o la codicia insaciable, esta última cuando pasa desapercibida o ignorada. Liberar la inteligencia nos permite ejercer con flexibilidad las CCC, desapegándonos de los modelos de realidad establecidos, permitiéndonos evitar convertirnos en inteligencias programadas (presentadas más abajo). Sobre todo, la inteligencia liberadora nos pone en contacto directo con la fuente, con la libertad creativa de la realidad y con la unidad, profundidad, totalidad y simplicidad de su inteligencia.  El logro de la simbiosis integral y pacífica entre las personas y con la tierra no se puede lograr a través del conocimiento y del pensamiento, ni mediante una «teoría de todo» que integre la diversidad de métodos y conocimientos. Estos son medios divisivos y herramientas de la inteligencia, siempre fragmentados. La armonía reside en la unidad y claridad de la inteligencia, especialmente la inteligencia liberadora, el silencio del ego, individual y colectivo, el fin del miedo y la violencia resultantes de la división. 

Inteligencias programadas

La Humanidad aún no ha sido capaz de vivir ejerciendo plenamente su inteligencia libre y creativa, con sus formas   funcional, axiológica y liberadora en armonía. Por el contrario, la discordia entre estas tres se acentuó en gran medida a partir de la segunda mutación cultural de la humanidad, el progresivo abandono del modo de vida agrícola. El crecimiento exponencial de las tecnociencias, con el enorme impacto social de sus productos y servicios, no ha ido acompañado de un crecimiento equivalente de nuevos modelos de inteligencia axiológica, ni de crecimiento en la práctica de la inteligencia liberadora. Las tradiciones religiosas no vieron la necesidad (o la oportunidad) de fomentar el crecimiento y creatividad de la inteligencia axiológica y liberadora en estrecha relación con las tecnociencias, a medida que estas expandían su influencia. Tal crecimiento y creatividad es esencial para poner las tecnociencias al servicio de toda la humanidad. Esta incapacidad, prevalente desde el comienzo de esta mutación cultural, se debe en parte al conflicto entre, por un lado, una inteligencia funcional tecnocientífica que reivindica progresivamente una hegemonía indebida y, por otro lado, una axiología religiosa rígida que fue impositiva y dominante durante la era preindustrial. La pobreza social de la inteligencia axiológica y liberadora tiene una consecuencia inevitable: la inmadurez, incluso la degradación de la inteligencia humana. Lo atestigua el hecho de que la guerra es la mayor industria mundial, mientras que la producción de propaganda es la segunda.

Esta degradación de la inteligencia es el resultado de la disminución progresiva, desde el nacimiento, del potencial de libertad y creatividad de la inteligencia humana, consecuencia de las presiones inherentes a una sociedad de dominación y explotación. Debido a ello, la inteligencia de la mayoría social se educa para producir y consumir. Así, en lugar de investigar la percepción directa de los hechos dinámicos, que es la actividad propia de la inteligencia, esta se convierte en pensamiento mecánico. Este pensamiento mecánico gira en torno a la memoria, las experiencias acumuladas y el conocimiento, todos los cuales a menudo están en conflicto e incluso contradictorios entre sí. Este tipo de pensamiento está impulsado principalmente por deseos, expectativas y temores.  En lugar de percibir la realidad actual y la novedad que aporta, proyecta el pasado hacia el futuro. Como resultado, esta inteligencia programada es muy fácilmente manipulada por los poderes de la dominación. La verdadera democracia, basada en la libertad y la creatividad de la mayoría social, se vuelve imposible. 

Nada de esto es nuevo en la historia de la humanidad. Pero ahora esta dominación se vuelve más realizable, más eficiente, más sutil y más peligrosamente destructiva que nunca. Por ejemplo, dictaduras como China están utilizando big data y otras tecnologías de IA para controlar directamente a los ciudadanos. En Occidente, estos métodos de dominación también se practican, pero de una manera más indirecta y sutil. Por ejemplo, Google predice y manipula el comportamiento de sus usuarios, y así se enriquece enorme e indebidamente. Por lo tanto, no  sólo nos hemos conformado con convertirnos en inteligencias programadas (inteligencias sometidas a los modelos  de realidad controlados por el poder dominante), sino que la IA ha creado inteligencias programadas que son  cada vez más poderosas y autónomas, amenazando desplazar de sus trabajos a las inteligencias programadas. La reacción a estos peligros identificados ha sido centrar la atención en cómo debería ser la IA, en lugar de centrarse en la inteligencia humana que crea esa IA. Se busca una IA que obedezca un código ético específico y sea así hacerlo más robusta, confiable y segura. Como si no hubiera ya suficientes casos de diagnósticos y remedios similares aplicados a problemas mucho más simples sin resultados útiles. Por ejemplo, el modelo que hemos creado para el transporte no sólo es insostenible, sino que también causa más muertes cada año en las carreteras que todas las guerras actuales juntas. El problema radica en la inmadurez de la inteligencia humana, particularmente la intra-acción de la inteligencia humana con una IA que busca ser cada vez más autónoma y poderosa. Sin embargo, deberíamos tener claro que, no importa el alcance o cuan eficiente sea la pericia de las inteligencias programadas y artificiales basadas en el procesamiento de datos (incluyendo el aprendizaje y la pericia ética), esto no las hará inteligentes. Para ser inteligente, esta pericia o habilidad para alcanzar objetivos complejos, debe estar bien integrada en la inteligencia colectiva y debe basarse en todas las CCC en intra-acción armónica. 

BREVE CONCLUSIÓN

La conclusión es muy clara: debemos promover el pleno despertar y florecer de la inteligencia en toda la humanidad y eliminar los obstáculos y dificultades, que aparezcan en el camino de este desarrollo esencial. Sólo una inteligencia libre y equilibrada nos permite vivir en la realidad, en lugar de existir en un mundo ideal y conceptual con sus hipocresías y engaños. El objetivo principal del procesamiento de la información, en particular la IA, debe ser contribuir a este crecimiento general de la inteligencia humana.  También debe reconocerse que se trata de una forma de inteligencia que está en unidad con la inteligencia cósmica, y que la verdadera democracia sólo puede salir adelante a través del crecimiento de esta inteligencia colectiva madura. Cualquier intento de construir una pseudo-super-inteligencia no simbiótica o individualista resultará en más desigualdad y finalmente será una monstruosidad. En general, el crecimiento de las tecnociencias para el bien común sólo se puede y podrá lograrse a través de las democracias verdaderamente creativas, sociedades en las que todos pueden desarrollar su mayor potencial: disfrutar de la plenitud de la vida a través del ejercicio de una inteligencia verdaderamente libre y creativa en todas y cada una de las actividades. Este es el gran desafio al que se enfrenta la humanidad. No es una utopía imposible, sino una cuestión de vida o muerte. 

Artículo elaborado por Jaume Agustí-Cullell, investigador y co-fundador del Instituto de Investigación en Inteligencia Artificial (IIIA) del CSIC en Barcelona.

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