INFANCIA MIGRANTE: Vulnerabilidad y bienestar durante la crisis del coronavirus. Por Eva Bajo Marcos.

En el punto más álgido de la pandemia, derivada del impacto de la Covid19 a nivel global, 194 países en el mundo impusieron el cierre de las instituciones educativas.

Los centros educativos son el principal contexto extra-familiar de socialización de los niños y el principal contexto de integración para niños migrantes y refugiados. La privación de la vida escolar no sólo afecta al aprendizaje curricular y del idioma del país de acogida, sino que, en el caso de los menores migrantes, recién llegados al país de destino, perjudica gravemente el bienestar social de los que no han tenido tiempo de desarrollar redes y vínculos de apoyo en su comunidad local. Además, las manifestaciones emocionales del encierro y la distancia social como, por ejemplo, sentimientos de tristeza, incertidumbre, trastornos en los ciclos del sueño o la alimentación, etc. han puesto de manifiesto la importancia de apoyar emocionalmente a los niños, favoreciendo su acompañamiento y reforzando los vínculos dentro de la familia.

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“Un cuarto propio” para los chicos y chicas ex tutelados. Por María José Castaño .

El pasado 12 de marzo se presentó en Sevilla el Modelo de atención a la juventud extutelada de la Federación de Entidades con Proyectos y Pisos de Acogida (FEPA) y yo tenía la suerte de estar invitada. Sin embargo, ante las medidas que la Comunidad de Madrid y la universidad donde trabajo estaban empezando a poner en marcha para contener el contagio del virus, que en este momento nos mantiene a todos los españoles bajo el estado de alarma, no pude finalmente viajar a Sevilla.

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Niños y niñas en busca de un lugar seguro. Por María José Castaño

Hace apenas unos días se hacía público un video sobre el Centro de Primera Acogida de Hortaleza, donde se ve unos niños durmiendo en colchonetas en el suelo del pasillo de este centro de protección para menores tutelados por la administración. En el momento de la grabación, este centro dependiente de la Comunidad de Madrid que dispone de 35 plazas, alojaba a 135 niños y niñas, algunos de ellos con necesidades específicas de protección; ya que éste es el recurso al que habitualmente son derivados los niños y niñas identificados por las autoridades en Madrid–la mayor parte de las veces en el aeropuerto- como víctimas de trata o solicitantes de asilo.

Y sin embargo, por indigna que pueda parecer esta situación, tal y como denunciaban los trabajadores del centro, tener un sitio en el suelo donde echarse a dormir puede parecer la mejor de las soluciones, cuando la única opción es la calle y tienes 16 años. Éste fue el caso de Samira una niña marroquí llegada en patera a las costas de Cádiz y acogida en el centro de Hortaleza, de donde fue expulsada tras ser decretada por el fiscal su mayoría de edad, y a pesar de tener un pasaporte marroquí donde se especifica que tiene 16 años. Según el Comité de los Derechos del Niño, la determinación de la edad ha de ser una medida excepcional y no la regla y debe ser recurrible, debido a las graves consecuencias que tiene para la persona, como ha sido el caso de Samira, su ingreso o expulsión del sistema de protección de menores. Por esta razón, y gracias a la intermediación de la Fundación Raíces, un juez ha obligado ahora al centro de menores a reingresar a la joven hasta que se aclare definitivamente su edad.

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