INFANCIA MIGRANTE: Vulnerabilidad y bienestar durante la crisis del coronavirus. Por Eva Bajo Marcos.

En el punto más álgido de la pandemia, derivada del impacto de la Covid19 a nivel global, 194 países en el mundo impusieron el cierre de las instituciones educativas.

Los centros educativos son el principal contexto extra-familiar de socialización de los niños y el principal contexto de integración para niños migrantes y refugiados. La privación de la vida escolar no sólo afecta al aprendizaje curricular y del idioma del país de acogida, sino que, en el caso de los menores migrantes, recién llegados al país de destino, perjudica gravemente el bienestar social de los que no han tenido tiempo de desarrollar redes y vínculos de apoyo en su comunidad local. Además, las manifestaciones emocionales del encierro y la distancia social como, por ejemplo, sentimientos de tristeza, incertidumbre, trastornos en los ciclos del sueño o la alimentación, etc. han puesto de manifiesto la importancia de apoyar emocionalmente a los niños, favoreciendo su acompañamiento y reforzando los vínculos dentro de la familia.

La pandemia de COVID-19 ha afectado profundamente la vida de la población infantil. Ante esta crisis sanitaria el informe publicado por Innocenti-UNICEF indica que los efectos indirectos del COVID-19 en la infancia no sólo serán duraderos y graves, si no que sus costes asociados dependerán especialmente de la aplicación de políticas y programas centrados en las necesidades de la infancia. En este sentido destacan las diferencias Norte-Sur y tienen en cuenta el papel de la movilidad como un factor crítico de contagio, a la hora de explicar el impacto diferencial de la pandemia entre los distintos países. De este modo, el bienestar de los niños en los países más ricos se verá reducido por el desempleo y las mayores presiones económicas sobre las familias, así como por el cierre de los centros educativos y las mayores dificultades de acceso a los servicios sanitarios y de emergencia. Por otro lado, en los países más pobres el impacto afectará a la provisión de alimentos y bienes esenciales de primera necesidad, aumentando así también el coste de la vida y las presiones económicas en los hogares.

En la misma línea, el Policy Brief de las Naciones Unidas sobre el impacto de la COVID-19 en los niños destaca tres formas en que éstos se verán afectados como consecuencia de  esta pandemia: el contagio e infección, la crisis socioeconómica derivada de las medidas de emergencia tomadas contra la enfermedad, y la demora en la implementación de los Objetivos de Desarrollo Sostenible.

Este informe llama a la adopción de medidas de protección específicas para los menores más vulnerables entre los que identifica a refugiados, desplazados, niños sin hogar, migrantes, minorías, niños residentes en barrios marginales, niños que padecen discapacidades, en situación de calle, alojados en albergues y niños en instituciones.

Ante la progresiva llegada de la nueva normalidad, resulta más necesario que nunca acogerse a esta oportunidad de mejorar el bienestar de los niños y asegurar el papel de los centros educativos como un contexto generador de resiliencia, vínculos y comunidades.

 

Eva Bajo Marcos es Investigadora predoctoral dentro del proyecto europeo H2020 IMMERSE del Instituto Universitario de Estudios sobre Migraciones y Psicóloga General Sanitaria.

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