Jóvenes y Movilidad Internacional en tiempos de crisis Parte ll. Por Raquel Caro Carretero

Quizás uno de los fenómenos más referenciados en los medios de comunicación en España haya sido los efectos que la crisis económica ha tenido en el desempleo y la emigración juvenil. Todo apunta al declive de las cohortes de población más jóvenes, lo que unido al elevado desempleo juvenil como un hecho estructural de nuestro mercado laboral, pero agravado por la crisis, ha supuesto un cambio de tendencia en la movilidad geográfica internacional de los jóvenes españoles, que hasta el inicio de la crisis era relativamente reducida. Si bien se trata de un fenómeno complejo de difícil medición, los datos disponibles sobre la movilidad internacional de los jóvenes españoles apuntan a un incremento relativo del número de jóvenes que han salido del país durante la crisis.

Este contexto de cambios que ha experimentado la condición juvenil en las últimas décadas en España y del declive de la población joven se evidencia en la prolongación de las transiciones formativo-laborales, residenciales y familiares, así como en los estilos de vida; en definitiva, en las decisiones que adoptan los jóvenes para adaptarse a un entorno cambiante. Además, un problema asociado con el desempleo estructural que sufre España es por un lado la reducida empleabilidad de los jóvenes menos cualificados y sin formación y por otro lado el desaprovechamiento del talento y de la inversión en capital humano. Estos datos apuntan a que el sistema productivo español tiene problemas serios para absorber a trabajadores jóvenes formados y cualificados, lo que podría ser interpretado como una causa laboral y económica del crecimiento del flujo migratorio de los jóvenes españoles a partir del año 2008. ¿Es este otro efecto mediático no contrastado sobre la emigración de los jóvenes en lo que se refiere a la supuesta fuga de cerebros? Los datos disponibles en origen y destino no incluyen información desagregada sobre el nivel de cualificación de los jóvenes emigrados, por lo que el debate mediático sobre este aspecto es ambiguo y en cierta manera no está fundamentado empíricamente.

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Jóvenes y Movilidad Internacional en tiempos de crisis. Parte I. Por Raquel Caro Carretero

 

Son múltiples los motivos que mueven a los jóvenes a emigrar de su país de origen. Entre ellos están los económicos para mejorar la formación y encontrar una oportunidad laboral y otros que tienen que ver con motivos culturales y personales propios del ciclo vital en el que viven para adquirir cierta independencia. En el caso español, la emigración juvenil de las últimas décadas previas a la crisis económica ha sido relativamente reducida debido a la escasa movilidad que caracterizaba a la sociedad española desde la transición democrática. De hecho, la resistencia de los españoles a desplazarse a otros países era una de las principales trabas para la internacionalización de nuestro mercado productivo.

Sin embargo, a raíz de la crisis, aumenta el número de jóvenes que deciden marcharse al extranjero, lo que ha despertado un inusitado interés mediático y ha propiciado un intenso debate académico e institucional sobre las consecuencias del desempleo en la población juvenil. No obstante, es bien conocido por los demógrafos los efectos del envejecimiento de la población en las transiciones juveniles y en las economías nacionales como consecuencia del declive de la fecundidad. Y, por tanto, esto supone un nuevo escenario poblacional en el que los jóvenes serán cada vez menos numerosos, mientras las cohortes de población más envejecidas incrementarán su peso poblacional. Este fenómeno ha propiciado cierto temor a quedarnos sin jóvenes, dando lugar a un intenso debate mediático en torno a las consecuencias de la movilidad internacional de los jóvenes españoles, que no siempre se corresponden con el significado real del fenómeno migratorio.

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¿Nuevos patrones de emigración en países del norte? Los casos de España e Italia durante la crisis económica. Por Mercedes Fernández.

 

 

El estallido de la crisis financiera en 2008 afectó profundamente al sur de Europa desde los puntos de vista económico, político y social. Las altas cifras de desempleo, la reducción la actividad económica y los crecientes niveles de deuda pública trajeron consigo un aumento de los niveles de inestabilidad política y social en países como España e Italia. Desde el punto de vista político, la crisis contribuyó al surgimiento de partidos populistas (de derechas o de izquierdas) en ambos países. Desde el punto de vista social, entre otros aspectos, resurgieron algunas dinámicas emigratorias que habían quedado olvidadas en estos dos países, atractores de inmigrantes en las últimas décadas.[1]

Durante el período 2008-2015, España e Italia experimentaron cambios significativos en su saldo migratorio anterior a la crisis. Una comparación de los datos de migración anterior y posterior a la recesión muestra un cambio radical en las tasas de migración neta en ambos países, con una disminución de la inmigración y un aumento simultáneo de la emigración. Este cambio de escenario ha potenciado el debate sobre el surgimiento de una era de «nueva emigración».

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