No es un adiós, es un hasta luego: JRS Atenas. Por Raquel Verdasco.

¡Buenas tardes de nuevo! Καλησπέρα σας!

 

Me encanta compartir una vez más con todas vosotras y vosotros mis sentimientos, pensamientos y emociones sobre el terreno. Jamás pude imaginar cuan agradecida estaría por este episodio de mi vida, pues siento que estoy donde quiero y debo estar. Este año hemos vivido muchos momentos de incertidumbre y cambios, pero, ¡muchos más momentos de felicidad! Después de nueve meses viviendo en Atenas puedo decir que soy muy afortunada, pues las dificultades de estos meses me han enseñado a vivir más que nunca, a querer estar para las personas que me necesitan y poder aportar todo lo que llevo dentro de mí.

No ha sido trabajo fácil, lejos de mi familia y amistades, este año he tenido que involucrarme de lleno y empatizar con la realidad de tantas personas que cruzan la frontera de Grecia hasta llegar a Atenas, lugar donde prestamos servicios para la comunidad migrante. Tratar con personas que vienen de contextos tan delicados y huyen de su tierra buscando un mejor porvenir, te enseña a que todas podemos ocupar su lugar en algún momento de nuestra vida, y que como ellas, haríamos lo que fuera por asegurar el respeto de los derechos humanos de nuestros hijos, familiares o de nosotras mismas que no es poco. Puedo decir que el contexto actual de Atenas me ha reafirmado en mi vocación como cooperante, veo que hay mucho por hacer y sólo podemos conseguirlo remando juntos en la misma dirección.

Además de la pandemia Covid-19 y todo lo que conlleva, estos meses han estado marcados por una gran estigmatización negativa de las ONGs y trabajadores sobre el terreno, haciendo que la cooperación internacional y acción humanitaria parezcan un monstruo terrible en aquellas situaciones de emergencia donde más se nos necesita. Con ello, se ha perdido la confianza en la buena voluntad para trabajar por mejorar un poquito la situación de algunas personas en vulnerabilidad y se ha reducido la financiación. Esto, hace que nuestro equipo del Servicio Jesuita de Refugiados de Grecia, a pesar de los obstáculos, trabaje más duro por una sociedad más tolerante, donde la sensibilización y la conciliación con la población local son esenciales, abriéndonos paso a un aprendizaje conjunto exento de prejuicios y lleno de respeto y empatía.

Personalmente, he ganado confianza en mí, creo que nuestros actos están teniendo un gran impacto en la población y podemos ver pequeños progresos día a día. Podría decir que esta experiencia con la cátedra me ha dado la oportunidad de ser profesional en el ámbito de la cooperación internacional, abriéndome muchas puertas, así como un futuro lleno de oportunidades. Aquí, sobre el terreno y a pesar de todos los impedimentos que hemos afrontado me siento feliz y llena de esperanza, estoy creciendo y trabajando con pasión en aquello que creo, esforzándome por dar lo mejor de mí a mi equipo y a las personas que servimos y acompañamos.

Me gustaría terminar dando las gracias de nuevo por esta gran oportunidad, me siento muy afortunada y ahora mismo no entendería la vida sin el trabajo que estoy realizando. Espero poder continuar compartiendo mis vivencias en terreno por muchos más años.

 

¡Hasta la próxima!

 

Raquel Verdasco es parte de las experiencias en terreno de la Cátedra de Refugiados y Migrantes Forzosos del IUEM.

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