Cultura de la Hospitalidad en Latinoamérica y el Caribe. Por Natalia Salazar y Luis Fernando Gómez

El esfuerzo colectivo de varios años que hemos llamado “Campaña por la Hospitalidad”, se constituye cada día más en un proceso de reflexión conjunta y continua sobre lo que implica la Hospitalidad en la acción, como una dinámica de re-creacción social de una renovada cultura del encuentro humano.

Al mismo tiempo, es un trabajo colectivo de promoción de estrategias para lograr mayor participación de otras personas, organizaciones y grupos, en la respuesta efectiva a las necesidades diversas de la migración forzada, desde los territorios donde estamos presentes en Latinoamérica y el Caribe. Son grandes los esfuerzos de las personas, organizaciones, instituciones y obras que hacen parte de esta Red y de otras tantas, para ofrecer un acompañamiento jurídico, psicosocial, humanitario y pastoral a quienes migran de manera forzada, no siendo suficiente para las grandes necesidades de ellas y ellos, y para los retos de la integración local.

Cada “nueva” guerra o crisis social-política-económica que aparece, tiene consecuencias complejas en seres humanos concretos: personas empobrecidas en las zonas rurales y sub/urbanas. Las violencias que obligan a las personas a migrar, tienen efectos muy fuertes en las niñas, niños, jóvenes y mujeres de estas comunidades; el riesgo es particular sobre las comunidades indígenas y negras, que en su mayoría, comparten la pobreza y la vulneración de sus derechos: obligadas a migrar y discriminadas en su desplazamiento.

Algunos ejemplos de esta realidad son la trashumancia de personas de nacionalidad haitiana que han recorrido casi en su totalidad Latinoamérica y que en la actualidad se ven obligadas a buscar refugio en México, la existencia de personas provenientes de África que recorren las zonas más riesgosas del continente, y la creciente presencia de personas que al huir de Venezuela en condiciones precarias, deciden buscar oportunidades en casi todas las regiones, ahora incluso siendo forzadas a retornar a su país.

La migración implica heridas muy profundas en todas las dimensiones a nivel individual y colectivo. Quien migra de manera forzada sufre la fractura traumática de todo aquello que representa su Hogar, su Dignidad, el respeto por sus Derechos Humanos y su misma pertenencia a la comunidad Humana. Aunque toda migración implica retos de integración en el nuevo contexto al que se llega, la migración forzada va acompañada de una doble victimización: la persona es expulsada de su territorio sin razón justa y además es rechazada en el lugar a donde llega debido a un miedo igualmente injustificado. En este sentid, en el último año, en casi todos los territorios, se han incrementado las expresiones de discriminación hacia las personas migrantes, producto del miedo, del desconocimiento y de la desinformación.

En medio de esta realidad, nos nutrimos de miles de historias de hospitalidad, sobre todo de la hospitalidad “popular” que emerge de las comunidades más humildes; también  encontramos las prácticas locales de acogida y acompañamiento a las personas migrantes, de las cuales las acciones cotidianas de la RJM en sus diversas expresiones son una parte importante, mediante las cuales se puede reconocer una “textura” de la hospitalidad en los lugares de origen, tránsito, destino y retorno.

Esta respuesta colectiva desde la acogida, el encuentro y la integración local, es posible gracias al servicio entregado de profesionales de diversas especialidades, con el trabajo voluntario de cientos de personas locales y expatriadas, con las iniciativas de sensibilización en escuelas y colegios, incluyendo los esfuerzos de Iglesias y colectivos, hasta las acciones de investigación, difusión e incidencia de las Universidades de la región.

Al comprender que la migración forzada es una ruptura que sufre la persona en diversas dimensiones de su vida, y a partir de las prácticas y acciones que despliegan tantas personas y comunidades para acompañar su camino, afirmamos que la Hospitalidad es la llave que permite iniciar el proceso de reconciliación individual y colectiva de aquello que ha sido roto por la experiencia del destierro, favoreciendo los procesos de construcción de confianza, recuperación de la esperanza y proyección del futuro.

La Hospitalidad como proceso social en el contexto de la migración forzada, implica el reconocimiento de la construcción de relaciones de colaboración, solidaridad, empatía, reconciliación y humanidad compartida entre personas obligadas a migrar y aquellas que hacen parte de las comunidades de acogida en los lugares a donde llegan, por donde pasan en su recorrido y a donde la mayoría de las veces retornarán. Al final, no buscamos un mundo mejor solamente para quienes migran, sino que promovemos la vivencia de la hospitalidad para todas y todos, con el horizonte de justicia y reconciliación.

 

Para conocer más: https://www.redjesuitaconmigranteslac.org

 

Natalia Salazar y Luis Fernando Gómez

Dimensión Hospitaidad

Red Jesuita con Migrantes – Latinoamérica y el Caribe.

 

 

Deja un comentario