La migración cualificada en España

Desde hace varias décadas, el análisis de la migración cualificada se ha convertido en un tema de suma importancia ocupando un lugar preferencial en la legislación migratoria de los países receptores. Desde mediados de los noventa, debido a los cambios demográficos – envejecimiento de las poblaciones de países desarrollados – y al avance del desarrollo tecnológico, el tema volvió a ocupar protagonismo. Se puede afirmar que la competencia por la captación de inmigrantes cualificados resultará relevante en este siglo. Así, existe una competición global por el talento, que involucra a actores e intereses diversos. Países de tradición migratoria como Canadá y EEUU han implementado políticas migratorias con diferentes grados de selectividad. Ese interés se ha trasladado a Europa y a España, traduciéndose en una serie de medidas y discursos enfocados a facilitar la entrada a los migrantes cualificados.

¿Hacia una política migratoria selectiva en España?

Aunque España es todavía nuevo país de inmigración y su política migratoria se ha concentrado en establecer cupos de entrada para determinadas ocupaciones, se aprecia el ingreso de trabajadores muy bien formados. Resultaría incongruente afirmar que los inmigrantes que han ingresado  poseen una cualificación baja sólo porque la mayoría se han situado en sectores como la construcción, la hostelería, los servicios y la agricultura. Múltiples estudios demuestran que el nivel académico de los inmigrantes resulta muy similar al de los trabajadores autóctonos.

Un dato relevante de la evolución de la demanda de trabajadores extranjeros cualificados es ilustrado por el Catálogo de Ocupaciones de Difícil Cobertura, que recoge los diferentes puestos disponibles para trabajadores extranjeros. En el año 2005, casi la totalidad de las ocupaciones ofertadas en el Catálogo se concentran en los sectores de escaso valor añadido (hostelería, servicios y agricultura) con ocupaciones de baja cualificación y temporales. Sin embargo, a partir de 2007 se intensifica la demanda de mano de obra cualificada, especialmente en el sector sanitario.

Dicha atracción por los “mejores y más brillantes” se refleja en las recientes medidas adoptadas por el Gobierno español para facilitar su entrada. Además, la coyuntura económica actual en España ha provocado que ciertos sectores reclamen un cambio del modelo económico potenciando sectores de más valor añadido, es decir actividades intensivas en conocimiento. Por otra parte, la demanda de inmigración cualificada  se ha visto impulsada por la aprobación de la Directiva de la tarjeta azul de la UE en 2009.

Desde 2007, España ha venido mostrando interés en  facilitar la llegada de migración cualificada con la resolución del 28 de febrero de 2007 de la  Secretaría de Estado de Inmigración y Emigración. Cabe subrayar la creación de una Unidad de Grandes Empresas, dependiente de dicha Secretaría, que gestiona las autorizaciones de residencia, y trabajo en el marco de una prestación transnacional de servicios, a favor de personas altamente cualificadas en cuya contratación concurran razones de interés económico, social, laboral o cultural. Asimismo, el nuevo Reglamento de la Ley de Extranjería profundiza en el interés por facilitar la llegada de migrantes cualificados a España.

Límites que surgen a la llegada de migración cualificada a España

Existen, no obstante, ciertos límites a la hora de considerar el capital humano como variable determinante en la gestión de la entrada de flujos migratorios a España. Tales limitaciones son las siguientes:

– Los propios requisitos solicitados para la contratación, que han sido objeto de crítica.
– Las barreras administrativas al reconocimiento u homologación de títulos universitarios de los trabajadores inmigrantes, que ocasionan que este proceso dure varios años.
– La desvalorización profesional que sufren aquellos con mayor formación que aceptan trabajos muy inferiores a sus cualificaciones. Esto implica un desperdicio de trabajadores altamente formados, que suele achacarse a las rigideces de un mercado de trabajo español que reduce las posibilidades de empleo inmigrante a nichos profesionales de escasa cualificación. No obstante, cabe notar que, aun si hay en general una desvalorización profesional del trabajador, también hay sectores en el mercado laboral donde el nivel de formación y experiencia exigidas coincide con lo aportado por los inmigrantes.
– Las debilidades estructurales de la economía española y su necesaria reconversión hacia otros sectores de producción intensivos en capital humano altamente cualificado. Sería entonces necesario consensuar los sectores en los que invertir para posteriormente establecer las virtuales necesidades de mano de obra; y ello sin soslayar el hecho de que miles de profesionales españoles cualificados vienen emigrando por falta de oportunidades laborales y salariales.
– La escasa diferencia que existe en nuestro país entre los salarios de los que tienen una formación universitaria y los que carecen de ella. Por otra parte, la competencia por el talento con nuestros vecinos europeos a través del salario resulta aún más difícil de abordar dada la actual coyuntura económica.

Cabe terminar diciendo y subrayando que dicho interés por atraer a los migrantes cualificados contradice la supuesta voluntad expresada en la política de cooperación internacional de España y de la Unión Europea, de no contribuir con la “fuga de cerebros”, la cual pone en jaque el desarrollo de los países de origen.

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