Tres reflexiones y una hoja de ruta para el arraigo de la población de origen inmigrante en España. Por Luis Rodríguez-Calles.

Hace poco más de un mes, el Instituto Universitario de Estudios sobre Migraciones (IUEM) de la Universidad Pontificia Comillas, en colaboración con Cáritas Española, presentaba un monográfico Foessa sobre la integración social de la población de origen inmigrante en España. https://www.foessa.es/blog/un-arraigo-sobre-el-alambre-la-integracion-de-la-poblacion-de-origen-inmigrante-poi-en-espana/ El informe es resultado de una encuesta nacional y fruto de meses de reflexión y trabajo grupal para desentrañar las condiciones en que las personas migrantes viven, conviven y se desenvuelven en una sociedad cada vez más diversa, compleja y, precisamente por eso, cada vez más rica culturalmente, interesante y llena de oportunidades para ampliar los límites de nuestra concepción democrática.

El informe lleva por título una licencia lingüística que invita a reflexionar sobre la cualidad de la integración de los migrantes y que nos interpela a toda la ciudadanía: un arraigo sobre el alambre. En efecto, el título hace referencia a un arraigo social precario, pendiente de un frágil hilo que, en parte, es nuestra responsabilidad reforzar hasta lograr tender puentes de acero.

A mi juicio, una de las contribuciones fundamentales de dicho informe es señalar la necesidad de tender dichos puentes, esto es, la necesidad de cambiar los relatos, los repertorios interpretativos y el conjunto de sentidos comunes que circulan en nuestra sociedad acerca de quiénes son las personas migrantes, qué lugar ocupan y qué papel desempeñan en ella. Para ello, el informe atisba algunas reflexiones reveladoras, a veces, incluso, contraintuitivas.

  1. En España, la familia nuclear está representada hoy en día por las familias de origen inmigrante, que se instalan en el país para desarrollar sus proyectos personales y formar una familia. En muchas ocasiones, los valores tradicionales de la sociedad española están, pues, encarnados en la familia migrante. Las familias migrantes son España, somos nosotros/as.

 

  1. Algunos barrios están habitados por un alto porcentaje de población de origen inmigrante. Estos barrios han de entenderse como la viva representación de una España cada vez más diversa, donde no existe el otro ni el ajeno, sino vecinos que pueden ser diferentes, pero no extraños. Necesitamos, por tanto, huir de una utilización política fundamentada en el odio y empezar a trabajar seriamente sobre las carencias de dichos barrios.

 

  1. En los últimos tiempos, determinados empleos se han revelado como esenciales para nuestro bienestar, en ocasiones, para nuestra supervivencia. Muchos de esos empleos son desempeñados por personas de origen inmigrante en condiciones de precariedad, incluso, durante el confinamiento, jugándose la salud para poner un producto en nuestras casas o producir la comida que nos alimenta. La mejor manera de aplaudir a esos trabajadores sería dignificando sus condiciones de trabajo y reconociendo su enorme contribución en el desarrollo de nuestro país.

En este sentido, la responsabilidad política se revela como un factor clave para lograr una adecuada integración social de las personas migrantes, como señala el informe. Por nuestra parte, podemos esbozar una hoja de ruta que ha de acompañarse de ese decidido esfuerzo político:

  • Es necesario retomar los Planes Estratégicos de Ciudadanía e Inclusión (PECI), ausentes desde 2014, y poner recursos, esfuerzo y tiempo en desarrollar un trabajo conjunto entre población autóctona y población migrante para lograr una adecuada convivencia. Ser capaces de mirarnos a los ojos entre iguales.

 

  • La precariedad laboral y en el acceso a recursos sociales de las clases populares, entre los que se encuentran buena parte de la población de origen inmigrante en España, restringe las posibilidades de vivir una vida digna. Reducir la brecha de la desigualdad ha de ser asunto prioritario en la agenda política y ciudadana si queremos lograr una convivencia pacífica y provechosa. Resulta indispensable tomar conciencia y unir esfuerzos en estas luchas, en vez de enfrentar a los penúltimos contra los últimos.

 

  • Es preciso transformar las formas de sociabilidad propias de los barrios y/o municipios actuales, que tienden al individualismo, la homogeneización de los estímulos sociales, a un refuerzo de lo igual y una negación de la diferencia y lo diverso. En dicho contexto, el contacto significativo, el encuentro con el vecino y la formación de vínculos fuertes se vuelven casi imposibles. Aún más en tiempos de pandemia. Pero para cuando todo esto pase, os propongo un acto revolucionario: volver a los bancos de los parques y charlar, encontrarnos, comer pipas. Volver al comercio de barrio, en muchos casos negocios étnicos, a probar cosas nuevas, a descubrir deliciosas riquezas humanas. Bajar a pedir sal al piso de abajo, preguntar al vecino/a si necesita algo, interesarnos por nuestros iguales y construir comunidad. Lo que alguien llamó hacer patria.

 

Luis Rodríguez-Calles es investigador  en formación del proyecto de »Integración social». 

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