Nicolás Poussin es uno de los referentes en el movimiento pictórico del clasicismo que presidió el arte en el siglo XVII. Heredero del Renacimiento, retorna al orden y la armonía del arte clásico. Las escenas bíblicas le sirven para afrontar la dimensión trágica de la existencia humana que contrasta, de manera paradójica, con la belleza y magnificencia de los paisajes de cuya expresión se hace un consumado experto.
El último de sus conjuntos pictóricos fue titulado como las cuatro estaciones colección de cuatro obras en la que cada una es vinculada a una escena del antiguo testamento. Para el otoño el autor remite al espectador al conocido pasaje de los exploradores o los espías de la tierra prometida.
El episodio es descrito en los capítulos trece y catorce del libro de los Números. En ellos se relata la llegada del pueblo de Israel al extremo de la tierra prometida tras el largo itinerario de cuarenta años en el desierto. La necesidad de certezas y la fe vuelven a ofrecerse como clave decisiva en la que está en juego la alianza ya establecida con Yahvé. El pueblo envía a doce espías, uno por cada tribu, para que recorran las comarcas de la tierra que Dios había prometido a su pueblo. Tras un reconocimiento de cuarenta días, los emisarios traen frutas y racimos de uvas como evidencia de que la palabra de Dios era fiable.
En el cuadro, Poussin sitúa en el centro a Josué y Caleb, los líderes del grupo de los doce, portando las pruebas que alienten la fe del pueblo y traten de aplacar sus temores y reticencias.
La selección de los colores por parte del pintor sumerge al espectador en el ambiente y la luminosidad propia del otoño. Las montañas establecen un marco que protege al valle en el que reina el sosiego y la armonía. La seguridad queda ratificada por las construcciones sólidas que sugieren una eficaz seguridad ante cualquier posibilidad de ataque.
La vegetación sugiere una riqueza y una abundancia que se torna en preciado tesoro ante las penurias vividas por quienes proceden del árido desierto. Una mujer camina tranquila con los frutos de la tierra. Su expresión corporal de sosiego sugiere la generosidad de una tierra que trabaja por sí misma esperando solo la recogida de los frutos como contribución del trabajador.
Josué y Caleb portan un racimo y unos frutos que podrían hacer sospechar sobre la pericia del pintor a la hora de establecer las proporciones de las figuras; salvo que Poussin, con su evidente exageración, quiera expresar la deslumbrante fertilidad de la región y la ilusión y el atractivo que debería sentir quien contemple los preciados tesoros.
Para quien participa de la preocupación por el fenómeno migratorio, el cuadro permite poner expresión gráfica a uno de los factores decisivos para su comprensión: el imaginario del migrante y sus expectativas en el viaje.
Entre los trabajadores del programa Contigo en la Línea de la Concepción, es famosa la anécdota de un menor que tras alcanzar las playas de Tarifa en patera y ser trasladado a Sevilla para su acogida, lloraba desconsolado ante la constatación de que, a diferencia de lo que le habían narrado, los árboles no producían billetes de euros que cualquier europeo podría recoger con un esfuerzo semejante al descrito por Poussin.
En las escuelas de Marruecos, especialmente las de las zonas más empobrecidas, el viaje a Europa constituye uno de las ideas con las que todo alumno tiene que aprender a convivir, alentada por la sucesiva marcha de otros compañeros que se convierte en un continuo martilleo que incita a emprender un viaje del que no es fácil poder evaluar todas sus implicaciones.
Hassan alcanzó Tarifa escondido en los conductos de escape de los gases de combustión de un carguero que cruzaba el estrecho desde Tánger. Tras sobrevivir, su preocupación era alertar a sus hermanos pequeños de los riesgos y de que el balance entre ventajas e inconvenientes estaba desequilibrado por el segundo platillo. Un año después, era avisado de la llegada de uno de los pequeños en patera a las playas de Almería, ahora busca la forma de ponerse en contacto con él: «No fui capaz de convencerle, mis palabras no fueron tan fuertes como las de las calles y la plaza de mi casa».
Tras los cuarenta días de recorrido, Josué y Caleb también advirtieron al pueblo de Israel sobre las dificultades que encontrarían en la tierra prometida fértil y atractiva: «El pueblo que habita aquella tierra es fuerte, y las ciudades muy grandes y fortificadas; y también vimos allí a los hijos de Anac. Amalec habita el Neguev, y el heteo, el jebuseo y el amorreo habitan en el monte, y el cananeo habita junto al mar, y a la ribera del Jordán» (Nm 13, 28-29). Hasta el punto de que el capítulo 14 describe la rebeldía de la muchedumbre al no querer aceptar los riesgos que su tierra prometida albergaba.
No sucede así, en la mayoría de las ocasiones, en los flujos actuales de migración que no cuentan con una visión tan ajustada de la realidad. La fuerza de la presión social configurada por el imaginario colectivo lleva a generar movimientos donde la situación final no tiene porqué mejorar la de origen[1]. Se trata de una fuerza de arrastre que no es propia de la condición migrante, sino de la humana. En nuestros jóvenes es perceptible en el uso de las redes sociales, la configuración de los hábitos de ocio o en la elección de los estudios universitarios; muy condicionados por expectativas sociales[2].
Josué y Caleb, conocedores de las bondades y los riesgos de aquella tierra prometida pudieron tomar una decisión consciente descrita en los libros posteriores del antiguo testamento. Para muchos migrantes, el borde de la tierra prometida será la contemplación de las uvas y los frutos que, de alcanzarse en su disfrute, lo será pagando el precio de años de irregularidad y dificultades para la inserción social.
José Manuel Aparicio Malo es investigador del Instituto Universitario de Estudios sobre Migraciones y sus líneas de investigación se centran en religiones y migración; ciudadanía; teología y migraciones.
jmaparicio@comillas.edu
[1] Una encuesta publicada por el diario marroquí L´economiste en noviembre de 2018 alerta sobre la intención de migrar de un 59% de los jóvenes entre 15 y 24 años: Número 5392 (14.11.2018).
[2] Para pulsar la percepción de los migrantes marroquíes respecto a España: cf. E. Pérez Álvarez, El rostro de la inmigración. El fenómeno migratorio en Marruecos: Miscelánea Comillas 132 (2010) 437-457.