Desde hace algo más de 7 meses vivo una experiencia increíble en la Asociación Claver SJM, Sevilla. Cuando me refiero a la experiencia que estoy viviendo, me estoy refiriendo a todo lo que implica pertenecer al equipo de Claver, desde las tareas diarias que es mejor evitar que se acumulen (gestión de datos, atención e información…) hasta el acompañamiento de personas tanto fuera como dentro de la oficina, las reuniones de equipo o las jornadas en fin de semana. Y cómo no, el café de media mañana, al cual se intenta no fallar a pesar de que no son pocos los días que ni uno se acuerda de lo entretenida que puede llegar a ser la oficina.
En CLAVER SJM, es imposible aburrirse. Y quería agradecer esta oportunidad de poder colaborar con un equipo tan trabajador, ilusionado y profesional en todo lo que hace. Entre el equipo y todas las personas implicadas (voluntarias, estudiantes en prácticas…), los proyectos e inquietud por responder a las demandas de tantas personas en situación de vulnerabilidad prosperan. Considero de vital importancia también, el hecho de que los valores de la Compañía van guiando y siendo pilar de las obras de la Asociación, centrándose en generar condiciones para el desarrollo humano, vocacional y social de las personas a las que sirve.
El trabajo que aquí se realiza contribuye además a la sensibilización de la población, al cambio de valores, a la transformación social y reconciliación: necesario para un verdadero cambio en todas las esferas.
Cada día se escuchan diversas circunstancias de injusticia, de continuas dificultades debido al sistema o al desconocimiento entre otras muchas razones. Es a raíz de ello que vamos aprendiendo.
Respecto a mi papel, por un lado, continuo en un proyecto dirigido a mujeres empleadas del hogar o en búsqueda de empleo. El proyecto llamado Transformadoras ha tenido un gran impulso en este segundo cuatrimestre. Varias personas se han unido desinteresadamente a formar parte del equipo. Cada una de nosotras tiene una personalidad, carácter, experiencia y formación distinta, por lo que todas hemos podido enriquecernos. Hemos podido disfrutar también de una jornada de “compartir saberes” donde no solo las mujeres que participan en los talleres nos han presentado sus recetas de país de origen, que por cierto muy diverso, sino que nos ha ayudado a conocernos y ser conscientes del valor de cada persona, así como su empoderamiento, crecimiento adquirido mediante esfuerzo, trabajo y perseverancia.
Es por tanto un ambiente muy dinámico y activo donde se acompaña a las personas, se sirve y se defiende. Este último verbo me lleva enseguida a pensar en las personas que vimos precisamente ésta semana en los CIES. Como cada semana, visitamos los CIES de Tarifa y Algeciras, lugares desde luego poco acogedores, donde la preocupación, el temor y la incertidumbre son algunos de los acompañantes diarios.
Visitamos a personas en circunstancias muy diversas, pero con bastantes elementos en común. Muchas personas tienen interés en acompañarnos a realizar estas visitas, me pregunto si realmente serán conscientes de lo que implica, de la dureza de lo que pueden llegar a escuchar. Puedes encontrarte delante de una persona que podría ser tu hermano o tu hijo, algunos vendrán deseando mejorar económicamente, otras personas cuya familia rechaza o amenaza, hijos o padres frustrados por encontrarse encerrados, en situación de cárcel, cuando su intención era mejorar la vida de sus familiares, o huir de amenazas y humillaciones donde la realidad supera la idea. Y a pesar de ello, es muy probable que les devuelvan.
Es en esta línea de trabajo, de acompañamiento, servicio y defensa no se trata de cambiar el mundo de buenas a primeras, sino de realizar un trabajo constante y minucioso que permita un cambio progresivo y sostenible, donde la justicia pueda ir tomando cada día más espacio.
Y no me gustaría dejar de mencionar a nuestra intérprete, que de forma totalmente voluntaria y profesional, nos acompaña cada jueves y ya es bien conocida entre los internos. Tampoco vamos a mentir, los trayectos de casi 3 horas cada día hasta los CIES conllevan diálogos y momentos muy enriquecedores donde el equipo puede compartir sus inquietudes, preocupación por los casos y orientación para seguir ejerciendo de la mejor manera.
A pesar de la dificultad de algunos momentos, de sentirme puntualmente sobrepasada por situaciones o tareas, me encuentro en el punto de no querer dejar pasar al tiempo. Con las dificultades personales y/o ajenas, especialmente rodeada de gente con una gran sensibilidad ante las injusticias, se aprenden grandes lecciones de vida.
Con muchas ganas de seguir y poder compartir lo vivido con quien lo desee. Me considero una persona muy afortunada que espera seguir aprendiendo y profesionalizarse en el ámbito de la cooperación y del trabajo social.
Adriana Gullón es ex alumna del Máster en Cooperación Internacional y Contrato en Prácticas de la Cátedra de Refugiados y Migrantes Forzosos.