El sistema migratorio iberoamericano en proceso. Por Joaquín Eguren

El OBIMID, Observatorio Iberoamericano de Movilidad Humana, Migraciones y Desarrollo, integrado por varias instituciones universitarias públicas y privadas e instituciones nacionales, sobre migraciones en América Latina, el Caribe y la región ibérica, constituye una plataforma fenomenal para analizar la realidad migratoria en el llamado espacio iberoamericano.

Gildas Simon, (2008) (La planète migratoire dans la mondialisation, Armand Colin, Paris) sostiene la idea de que el planeta migratorio no es, a pesar de lo que parece, un mundo caótico, incontrolado, ya que el recorrido de los movimientos migratorios no es errático y proviene de todos los horizontes. El análisis espacial demuestra la existencia de una organización estable del espacio migratorio mundial, alrededor de un “sistema global articulado”, jerarquizado en vastos sistemas regionales (América del Norte, Unión Europea, Estados del Golfo, interconectado, donde cada espacio ejerce una o varias funciones y donde se afirma el rol eminente creado por la red de las principales metrópolis mundiales y los grandes corredores migratorios.

De manera complementaria a esta perspectiva del análisis de los flujos migratorios consideramos que, a nivel iberoamericano, se está respondiendo desde las instituciones nacionales, regionales e institucionales a esta dinámica de los flujos. En este sentido, dentro de los muchos procesos políticos, sociales, económicos, que se generan en el espacio iberoamericano destaca la gobernanza de las migraciones. Este texto pretende indagar acerca de los avances que se han ido dando en la últimas dos décadas en la creación de un sistema migratorio iberoamericano que hemos denominado institucional.

La tesis que sustentamos aquí es que actualmente existe un creciente sistema institucional coordinado en la región de la que participan varias instituciones nacionales, regionales e internacionales. Este se basa en los acuerdos y convenios institucionales internacionales en el ámbito más amplio que el regional que llevan a cabo los países para gestionar la migración.   Abarca distintos niveles desde los más «individuales» a nivel nacional hasta alcanzar el nivel macro-regional que es el espacio iberoamericano.

Esto supone que el sistema migratorio es fruto de una colaboración entre varios países, e incluso regiones, para gestionar de manera conjunta dicha realidad. Es decir, no basta con contemplar que existan movimientos migratorios y de movilidad humana en general, o determinadas medidas políticas y económicas dictadas por los países implicados por la migración, sino que es necesario comprender y analizarlas como un asunto más global, que sea objeto de una coordinación donde los países establecen políticas y donde los migrantes a través de su actividad asociativa asumen posiciones políticas, económicas y sociales. Esto significa que hay que tener presente a muchos actores de la escena nacional, regional e incluso internacional.

En la configuración del sistema cumplen un papel importante los siguientes actores. En primer lugar, las Cumbres Iberoamericanas de Jefes de estados y presidentes de gobierno.  Para la cooperación iberoamericana de los asuntos de la migración, su relación con el desarrollo y los derechos humanos, han tenido una continuidad en su tratamiento desde la XV Cumbre de Salamanca (España) en 2005, en la cual se instalaron con fuerza. Desde entonces hasta la XXV Cumbre Iberoamericana de Jefes de Estado y de Gobierno, celebrada en Cartagena de Indias (Colombia), en octubre de 2016, se han logrado significativos avances.

Todas estas cuestiones deben ser contextualizadas dentro de los “Objetivos de Desarrollo Sostenible” aprobados en la Cumbre de Naciones Unidas de septiembre de 2015. En particular destacamos aquellos aspectos a tener en cuenta durante este trabajo que tienen que ver con la igualdad entre los géneros (Objetivo nº 5), la promoción del crecimiento económico sostenido, inclusivo y sostenible (objetivo nº 8), la reducción de la desigualdad entre los países (Objetivo nº 10) y la promoción de sociedades pacíficas e inclusivas (Objetivo nº 16).

El Compromiso de Montevideo sobre Migraciones y Desarrollo, noviembre de 2006, ha resultado ser un valioso instrumento político orientador de la acción representando uno de los textos más importantes del proyecto iberoamericano desde sus comienzos en 1991. En dicho documento, se identificó una amplia gama de asuntos que requiere un tratamiento concertado entre los países iberoamericanos. La primera parte del Compromiso reafirma principios comunes y la segunda, como se refleja en su extenso punto 25, recoge compromisos operativos que constituyen el punto de partida para desarrollar un vasto trabajo concertado sobre migración y desarrollo. Posteriormente se han desarrollado las primeras dos ediciones del Foro Iberoamericano sobre Migración y Desarrollo (FIBEMYD), celebradas en Cuenca (Ecuador, 2008) y San Salvador (El Salvador, 2010). Y un papel importante cumple la Conferencia Sudamericana de Migraciones (CSM) que aprobó en 2010 el «Plan Sudamericano de Desarrollo Humano de las Migraciones, contexto y perspectivas».

Finalmente, resaltamos un instrumento valiosísimo como es el Convenio Multilateral Iberoamericano de Seguridad Social (CMISS) que construye un marco de movilidad laboral proporcionando el reconocimiento de derechos de los trabajadores inmigrantes en el espacio iberoamericano.

Joaquín Eguren es Investigador del Instituto Universitario de Migraciones y Coordinador del Observatorio Iberoamericano sobre Movilidad Humana, Migraciones y Desarrollo (OBIMID)

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