En la mayoría de nuestras culturas hay historias que se repiten. Algunas pasan a formar parte de nuestro imaginario a través de cuentos y fábulas que recogen alguna enseñanza para la propia sociedad. Muchas de esas historias comienzan con la expresión: “érase una vez”.
En nuestras sociedades occidentales, y especialmente en nuestro país, estamos viviendo un serio debate sobre la acogida y la cohesión social. La inmigración y la diversidad se está convirtiendo en muchos casos en un chivo expiatorio, que enciende alarmas sociales, y que justifica la creación de muros y de proteccionismos. Las españolas y españoles hemos vivido a lo largo de nuestra historia situaciones muy similares, pero desde el otro lado de la “valla”. Estas historias ya fueron contadas antes, el tiempo era otro, pero las circunstancias, la indiferencia de las personas y las leyes actuaron de la misma forma.
Érase una vez…
“La persecución constante de las autoridades de la Junta Militar en contra de los indocumentados españoles hizo crisis en el mes de enero de 1949, cuando arriban a la Guaira los veleros ‘Maripepa’ y ‘Antonio Carballo’. Los pasajeros y tripulantes del primero son acusados -por enemigos políticos, comerciales o simplemente por maldad y envidia-, de ‘peligrosos francotiradores españoles al servicio de los adecos’. ¡Nada más inicuo y absurdo! ¡Estos humildes y depauperados inmigrantes indocumentados eran completamente ajenos a la política de España y mucho menos a la de Venezuela! Algunos de ellos eran analfabetos y con una carga familiar en las islas. ¡Solo una mente perversa y negativa era capaz de pensar semejante desatino! ¿Cómo podrían saber estos infelices de la política venezolana y de la existencia o significado de la palabra ‘adeco’?” [1]
Érase una vez…
“En 1912 en el vapor francés ‘Italie’ a la llegada al puerto de Santos (Brasil) se descubrió que varias decenas de españoles habían muerto en el trayecto y otros doscientos desembarcaron enfermos. En dicho flete viajaron 1566 emigrantes españoles desde Gibraltar totalmente hacinados y sin condiciones sanitarias. Estos hechos volvieron a repetirse al año siguiente en expediciones ‘gratuitas’ a Río de Janeiro y Santos”. [2]
Érase una vez…
“Los abusos se generalizan… estafas de más de medio millón de pesetas realizadas por una agencia clandestina de embarques en el Cantábrico, embarques clandestinos en Canarias, agencias defraudadoras de emigrantes en La Coruña, o bien hazañas de legiones de ganchos, falsificadores y agentes clandestinos de emigración en el puerto de Vigo”. [3]
Érase una vez…
“Las ‘niñeras’ (españolas), bajo la promesa de venir a trabajar a la casa de un rico pariente lejano y enseñar modales europeos a sus hijos, terminaban pasando sus días y noches en los prostíbulos”. [4]
Érase una vez…
“Si me hubieran dado a elegir entre tomar ese buque o morirme, hubiera elegido morirme”. [5]
Érase una vez…
“Es indudable que el gobierno de Chile ha tratado por todos los medios de atraer una fuerte corriente emigratoria al país, gastando fuertes sumas para conseguirlo y con la mejor buena fe y deseo, pero los encargados de cumplir y ejecutar la disposición del gobierno supremo no lo han hecho. Al llegar a Talcahuano, se les entrega en el acto o lo más pronto posible el pasaje por ferrocarril y que cada cual ‘busque su madre gallega’… En Valparaíso no hay albergue ni hospedería para inmigrantes, se trata de establecer uno en la población Vergara que dista de Valparaíso doce kilómetros, mientras tanto el inmigrante se encuentra tirado por las calles sin tener que comer por la falta absoluta de recursos, las autoridades no se preocupan ni mucho de este asunto”. [6]
Érase una vez…
“Los españoles son tratados en las obras con menos consideración que los negros; se les castiga sin piedad y, siendo de suyo los trabajos penosísimos, se les obliga a hacer más de lo que razonablemente pueden. Se los alimenta con productos averiados de calidad ínfima”. [7]
Las historias se repiten, chivos expiatorios de nuestros “males”, persecuciones y vulneración de los derechos de los más vulnerables, redes de trata de personas que extorsionan y abusan, muertes en tierra de nadie que se clavan cada día en nuestras conciencias y que resquebrajan nuestra humanidad.
Parece necesaria en nuestra sociedad una fábula de la inmigración que nos recuerde todas estas historias tan reales que ya son parte de nuestra historia y del pueblo que hoy somos, pero sobre todo que transmita una enseñanza que ayude a seguir construyendo humanidad y un futuro en esperanza para la vida de tantas personas que se ven obligadas a dejar su hogar.
Alberto Ares SJ es Investigador del Instituto Universitario de Estudios sobre Migraciones (IUEM) de la Universidad Pontificia Comillas.
Fotografía: Equipajes para La Habana. Puerto de La Coruña, 1925. Ángel Blanco (Archivo Blanco). Fuente: Memoria gráfica de la emigración española. Ministerio de Trabajo e Inmigración. Dirección General de Ciudadanía Española en el Exterior.
[1] Díaz Sicilia, Javier. Al Suroeste: la libertad. Inmigración clandestina de canarios a Venezuela: 1948-1951. Gobierno de Canarias: Academia Nacional de Historia de Venezuela. Caracas (Venezuela). 1990.
[2] Llorca Baus, Carlos. Los barcos de la emigración 1880-1950. Such Serra, S.L. Alicante.1992.
[3] Ferrera Jiménez, José. Historia de la emigración clandestina a Venezuela. Gráficas Marcelo. Las Palmas de Gran Canaria. 1989.
[4] “Editorial: Los gringos de hoy”, en Infohuertas n° 6, Febrero de 2002.
[5] Sallé Alonso, Mª Ángeles (coord.) La emigración española en américa: historias y lecciones para el futuro. Fundación Directa. Ministerio de Trabajo e Inmigración, Madrid. 2009.
[6] Carta del Cónsul de España en Valparaíso al Ministro plenipotenciario de España en Santiago de Chile, 26-5-1907
[7] “Los españoles en Panamá”. Periódico El Liberal, n° 10069, 17 de mayo de 1907