Han caminado desde hace más de 30 años y andado sobre trenes, carreteras y caminos, sin embargo, habían sido invisibles. O por lo menos, no habían recibido la atención que tienen ahora. La Caravana se ha convertido en una opción para llegar con vida e integridad a la frontera con Estados Unidos (hace dos días sabemos de la partida de una segunda). Estos movimientos y sus características han despertado el interés mediático dada la cantidad de gente que se moviliza al mismo tiempo, pero es la atención de los defensores de los DDHH, las ONG´s y la manera en la que el símbolo de personas queriendo cruzar una frontera (convertido en “muchedumbre”) grita que la situación en origen ya cambió de un estado de urgencia a uno aún mayor, el insostenible.
Salieron el sábado 13 de octubre de San Pedro Sula. Durante los últimos años, una cantidad de personas procedentes no solamente de Honduras, sino también de El Salvador y Guatemala han atravesado México para llegar a Estados Unidos como destino final. A todos los identificó algo común y es el huir de la violencia, la amenaza constante, la pobreza y, sobre todo, la falta del cumplimiento de un Estado de Derecho por parte de los gobiernos instalados en los 70´s. Ninguno ha cumplido, sino todo lo contrario, se han ido perpetuando en el poder y no han dado paso al surgimiento de una política de Estado y lo más importante, de un Estado de Derecho y Justicia.
La gente se cansa, pero lucha y es por esto que caminan.
Los grupos criminales como la Mara Salvatrucha (MS-13) o el Barrio-18 se transnacionalizaron y su alcance no tiene precedente. La sociedad centroamericana se enfrenta a su poder y gobierno, desafiando un escenario que se hace insostenible.
Conforme la situación fue siendo difundida y mediatizada, reflejando en las imágenes la cantidad de personas que esperaban entrar en México, el gobierno mexicano lanzó entonces el plan “Estas en tu casa” para los migrantes centroamericanos que deseen legalizar su situación a su paso por el país.
Este movimiento (por su complejidad) abarca distintas cuestiones sociales, económicas, culturales y políticas de toda la región. Desde este contexto, se entiende la exhaustiva cobertura mediática.
Por este seguimiento, el símbolo no abandona el imaginario social de frontera, multitud, y a partir de ahí descriptivos como “invasión”, “oleada” o “avalancha” a través de los medios, hacen su trabajo en la sociedad receptora (y en la futura receptora, EEUU).
Trump ha expresado en diversas ocasiones que son personas que no tocarán territorio de EEUU, sin embargo, su país debe permitir la entrada de estos solicitantes de protección internacional como lo dicta la Carta de Derechos Humanos de la que son firmantes.
Sin olvidar, por encima de todas las cosas la cuestión política (EEUU celebra elecciones el próximo 6 de noviembre de 2018) donde 435 Representantes de la Cámara y un tercio del Senado (33 de 100) se juegan su puesto.
Y así, el discurso del miedo y la zozobra de la invasión se personifica en esta ocasión mediante las imágenes. El miedo llega y está reforzado por los medios que amplifican (en algunos casos involuntariamente y como daño colateral) la situación[1]. La recepción del mensaje acusa en términos de seguridad, frontera, valla… porque llegarán.
El discurso del miedo ha convertido a los migrantes en un auténtico chivo expiatorio en las manos de los políticos. La realidad se hace presente y la masa de gente actúa como el símbolo de esa invasión constante de los discursos que defienden una política basada en el discurso del odio y la xenofobia.
¿A quien beneficia la situación?
La mediatización del discurso y la repetición del mensaje en forma de titular convierte la retórica de la “invasión”, de las “migraciones y seguridad” en una cuestión de Estado y por ende, legítima.
Finalmente, el estigma al caminante. Como sociedad, el reto es no verlo así, sin embargo, una población como la estadounidense (y la europea!) lo tiene complicado. La mediatización social es un hecho irreversible, porque somos consumidores de información y en muchos casos no cuestionamos lo que impacta en nuestros sentidos.
No queremos poner en foco únicamente en un aspecto de esta realidad compleja, sino describir un punto importante en la comunicación del fenómeno migratorio: cuando el movimiento tiene que ver con cuestiones políticas o que influyan en destino, la mediatización del mismo será irrevocable y acudirá a titulares constantemente. Todos ellos cada vez más sangrantes. Luego la posición de los actores es reseñable, en los próximos días habrá declaraciones al más alto nivel político que merecen toda la atención social y mediática.
Asistiremos así una vez más a una representación, y como siempre, los desplazados son los más necesitados, los que no tienen nada más que perder, son los que deben ser detenidos. Como sociedad, cabe preguntarnos, ¿Hacia dónde nos llevarán los medios la próxima vez? ¿Somos capaces de hacer una lectura critica que nos ayude a tener una comprensión más integral de esta realidad tan compleja que demoniza siempre a los más débiles?
Alberto Ares SJ es doctor en migraciones internacionales y cooperación al desarrollo. Director del Instituto Universitario de Estudios sobre Migraciones (IUEM) de la Universidad Pontificia Comillas.
Cecilia Estrada Villaseñor es doctora en migraciones internacionales y cooperación al desarrollo. Coordinadora de la Cátedra de Refugiados y Migrantes forzosos (IUEM)
[1] Estrada Villaseñor, Cecilia (2017) “La categoría inmigrante en la prensa española” Tesis Doctoral. Universidad Pontificia Comillas.