Hace unos días visitando a un amigo marroquí-español, que es profesor de lengua árabe y religión en una asociación cultural en el norte de Madrid, me comentaba que todos sus alumnos descendientes de marroquíes eran ya españoles. Es decir, no solo que tenían nacionalidad española, sino que habían nacido en España. Este dato me hace reflexionar sobre los cambios “demográficos” que ha sufrido la denominada segunda generación de inmigrantes en España en las últimas dos décadas. Y lo expresado por este profesor refleja lo que hace nueve años ya se percibía en nuestras investigaciones desde el IUEM respecto a los descendientes de dominicanos y peruanos. Que el 80% contaban con la nacionalidad española.
Esta nueva fotografía de esta generación rompe con la idea de la metodología nacionalista que nos hace pensar que los inmigrantes y sus hijos son el “otro diferente”, como socialmente marginados. Estos niños y jóvenes son ya parte del “nosotros” aunque a menudo se les vea como foráneos, extraños, como diferentes, distinguiéndoles por sus rasgos fenotípicos, el color de la piel, etc., su genealogía, su religión, …
Muchos de estos jóvenes se manejan transnacionalmente. Es decir, que conocen y viven la realidad de al menos dos países diferentes, y se organizan transcendiendo las fronteras. Normalmente, aunque hayan nacido en España, conocen su genealogía, sus raíces familiares en el país de origen de sus padres. Y al menos alguna vez han ido a visitar a sus parientes. Por ejemplo, los descendientes de marroquíes, por la cercanía geográfica, van a menudo a pasar las vacaciones de verano hasta que llegan a una edad, en la adolescencia, en el que algunos pierden el interés porque se aburren allí. Cada vez que van retoman la lengua del lugar hasta alcanzar cierta fluidez, aunque a menudo lo suelen hablar en su familia en España.
En general los jóvenes descendientes de chinos, marroquíes, etc., es decir, de familias cuya lengua original no es el español, hablan con sus padres en la lengua materna mientras que con sus hermanos hablan en español. Esta capacidad lingüística y el conocimiento de ambas culturas les supone una fortaleza que luego la utilizarán tanto profesionalmente como en la esfera privada.
Dentro de sus posibilidades estos jóvenes construyen su identidad étnica y nacional con bastante libertad, aunque muy influidos por la percepción que el entorno le transmite. De esa manera estos jóvenes expresan una variedad de identidades, desde aquellos que se identifican más con el país de origen de sus padres, a menudo porque ellos nacieron allí y vinieron de pequeños a España, hasta aquellos que nacieron aquí y primordialmente se sienten españoles. Así lo expresan en las conversaciones cotidianas: «Yo he nacido aquí (Madrid) pero soy marroquí» (Ahmed, 18 años). O Yao (20 años) que decía: “No me sentiré español, español porque mis orígenes son chinos. Tampoco me siento chino-chino porque hablo español”. Mientras que Elena (23 años) nacida en Madrid, “Me siento más bien madrileña. Es la ciudad que me encanta de las que he estado.” O como Mohamed (22 años) “Yo me siento español porque he nacido aquí, pero con raíces marroquíes”. O como decía Raquel (22 años y descendiente de peruanos) “Ya no me siento de ningún lado. Es que me he movido demasiado y tengo pocas raíces en un lugar” (22 años). Pero en todos ellos sobresale el uso estratégico de su sentimiento de pertenencia: “Mi habla con mis amigos madrileños es totalmente español, pero desde pequeñita mi madre me enviaba allá (Lima, Perú). Cuando voy a Perú pienso que soy peruana y hablo como peruana. Los amigos de mis primos me dicen: hablas como peruana y no se nota ningún acento español. Y cuando estoy aquí por la lengua me identifican como española” (Marisa, nacida en España y de padres peruanos, 19 años).
En definitiva, nuestra sociedad se ve enriquecida por esta variedad de culturas y sentimientos de pertenencia. El desafío es sentir a estos españoles como parte de nuestra sociedad sin exclusiones.
Joaquín Eguren es Investigador del Instituto Universitario de Migraciones y Coordinador del Observatorio Iberoamericano sobre Movilidad Humana, Migraciones y Desarrollo (OBIMID)