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¿Cómo ayudar?

¿Cómo ayudar? Desde la experiencia del trabajo con migrantes y refugiados de un contexto diferente pero de una misma realidad

Por Anali Briceño, Becaria del IUEM y alumna del Máster de Cooperación Internacional al Desarrollo

En estos cortos párrafos quisiera entregar a ustedes mi experiencia personal en el trabajo con migrantes y refugiados. Quisiera empezar señalando que no se trata de una lección de ética o moralidad, se trata más bien, de una reflexión ante la pregunta que muchos de nosotros nos hacemos cuando contemplamos con frustración las situaciones de desigualdad, abuso, intolerancia, violencia,… En fin, la lista es grande pero el sentimiento es el mismo.

 

Migrantes en la frontera
Migrantes en la frontera

Hace tres años comencé mi trabajo en la oficina del Servicio Jesuita a Migrantes de Tacna, ciudad fronteriza entre Perú y Chile. Como en toda ciudad fronteriza, la dinámica migratoria es vasta y con dinámicas complejas. Cuando inicié esta empresa sentía que tenía todo controlado, aunque era mi primera experiencia laboral, tenía la convicción de que todo sería simple. ¡Claro, en conceptos sabía quién era quién! ¡Y hasta debo reconocer que me sentía orgullosa porque iba a “ayudar” a migrantes y refugiados! Qué equivocada estaba. Equivocada en todos los sentidos; no fue un trabajo sencillo, no sabía nada de migrantes ni refugiados y no ayudaba a nadie. Tengo que reconocer que he fracasado estrepitosamente.

Antes de continuar, contaré que es lo que pasaba en Tacna y cuál era mi trabajo en el Servicio Jesuita a Migrantes. Seguir leyendo ¿Cómo ayudar?

Las personas refugiadas ya están aquí

España está muy atenta a la llegada de las personas refugiadas fijadas por cuotas en Europa. Aún no han llegado y no parece que lo vayan a hacer próximamente. Con motivo del Día Internacional del Migrante, la Compañía de Jesús quiere llamar la atención sobre una realidad menos visible, las personas refugiadas que ya están aquí. Cada semana, 200 personas refugiadas sirias suelen llegar a la península provenientes de Melillam y entre 1500 y 2000 migrantes subsaharianos viven hoy en los bosques de Nador (Marruecos). Algunos permanecen allí más de un año en condiciones infrahumanas. Por todo ello, la Compañía de Jesús quiere acercar esta realidad a través del documento “Las personas refugiadas ya están aquí”.

Os ofrecemos un resumen:

 La ruta Sur de los refugiados Sirios

Las personas sirias, la mayoría familias grandes, que huyen del conflicto armado de su país y que siguen la ruta de escape Sur logran llegar a Marruecos desde Argelia, donde hasta principios de 2015, no se les pedía visado. Esa frontera Marruecos-Argelia es uno de los puntos más peligrosos del viaje que han tenido que realizar en su camino hacia Europa. La entrada a Marruecos la realizan vía pasadores a quienes pagan alrededor de 400 € por persona. Al entrar en Marruecos permanecen en Uxda y luego se dirigen a Nador hasta que tienen la oportunidad de cruzar a Melilla.

 

Cruzar de Marruecos a Melilla es prácticamente imposible si no es pagando alrededor de 1000 € por adulto y 400 € por niño. Si logran llegar a Melilla, en el puesto fronterizo de Beni Enzar solicitan asilo y son llevados al Centro de Estancia Temporal de Inmigrantes (CETI). El CETI, centro público dependiente del Ministerio de Empleo y Seguridad Social, fue creado para acoger a migrantes irregulares de origen subsahariano, no para recibir solicitantes de asilo. Tiene una capacidad de 480 personas y ha llegado a albergar 1.900, actualmente acoge alrededor de 1.000; un tercio de las mismas son niños/as. Las condiciones de vida allí no son buenas: hacinamiento, limitada atención jurídica, limitada atención médica, falta de acceso a la educación para los niños, familias separadas (hombres por un lado, mujeres y niños por otro)…

Los solicitantes de asilo permanecen en Melilla una media de dos meses, los que no solicitan asilo mucho más. Las autoridades no les comunican con antelación cuándo van a ser trasferidos a la Península, ni bajo qué criterios.

Unas 200 personas sirias suelen llegar a la península, en concreto a Málaga, cada semana. Son recibidas por las 3 entidades especializadas, designadas por el sistema de asilo español. Desde Málaga les llevan a centros de Andalucía para migrantes o para refugiados. La mayoría dejan los centros en pocos días y viajan en autobús a Madrid con la esperanza de continuar su camino hacia otros países de Europa. Constatamos la falta de claridad en estas personas sobre las condiciones concretas de acogida en España y sobre las arriesgadas consecuencias de abandonar el país, ya que por la aplicación del sistema de Dublín, lo más probable es que aunque continúen el viaje hacia otros países europeos acaben devueltos a España para tramitar su solicitud de asilo aquí. La mayoría de sirios quieren viajar a otros países europeos del centro y norte de Europa para reunirse con sus familias o porque afirman que las condiciones de acogida son mejores y hay más oportunidades de trabajo. Seguir leyendo Las personas refugiadas ya están aquí

Khalil, la historia de un Refugiado.

París y Kobane

Por Cristina Manzanedo,  Servicio Jesuita a Migrantes.

Enero de 2015: Tropas kurdas liberan la ciudad siria de Kobane, en manos del ISIS.

Khalil tiene 34 años, está casado y tiene dos hijas de 4 y 2 años. Es refugiado kurdo y vivía en la ciudad de Kobane, al norte de Siria. Ayer nos encontramos en mi casa y tomamos un café juntos. Estaba muy abatido y conmocionado por los atentados de París y quería contarme que él conocía de primera mano la violencia de Daesh (nombre árabe de ISIS). “París y Kobane, somos uno”, “Estamos juntos en esta lucha, París y Kobane”, repetía.

Yo no le entendí muy bien pero era patente su deseo de explicarme que él también había experimentado la violencia de Daesh. En un momento dado, sacó su teléfono móvil y me pidió que mirase unas fotos, de una violencia difícil de describir. Eran fotos de Kobane, de sus vecinos, de su familia, muertos. En silencio, vimos juntos muchas fotos de civiles asesinados por las calles, en las casas, amontonados en cualquier sitio, la ciudad ardiendo. “Daesh …” decía mientras pasaba las imágenes …. Khalil es musulmán pero llama hipócritas a los musulmanes que matan mujeres, niños y civiles indiscriminadamente.

Khalil comenzó a llorar, un llanto callado, contenido. Lloramos juntos, abrazados, por las víctimas de París, por las víctimas de Kobane, por sus familias, por la brutalidad de la violencia.

Khalil está ahora solo en Madrid, la guerra ha separado a su familia, sus hermanos están en Alemania y Suecia, sus padres, su mujer y sus hijas en Turquía. Khalil y su familia aspiran a encontrar un sitio seguro donde poder rehacer su vida. No lo van a tener fácil. Él ha entrado a Europa por España y las normas de reparto europeas (el sistema Dublín) le obligan a permanecer a España. Pero él no quiere ni oír hablar de esta posibilidad. Entró por Melilla y ha sufrido mucho durante su estancia allí. Además, el deseo de reunirse con su familia se impone a las normas legales europeas.

Oyendo a Khalil me doy cuenta de nuestra ignorancia, de que apenas sabemos nada de esas otras víctimas que tratan de llegar a Europa buscando protección. Yo no sabía nada de Kobane, miro en internet y veo que hay bastante información. Khalil, sin embargo, me ha abierto los ojos y me ayuda a ampliar mi mirada y comprender mejor este problema internacional.

Cuando terminamos el café, me enseña otras fotos, las de sus hijas antes de abandonar Kobane, antes de la guerra. Muestran unas criaturas alegres, sanas, bien vestidas, riéndose, podían ser nuestras hijas. La separación de ellas le vuelve a emocionar profundamente, aspira a reunirse de nuevo con su familia, tener salud, éxito en la vida y, cuando parece que ya ha terminado, baja los ojos y añade que necesitamos y desea para todos un futuro de paz y reconciliación. Su deseo me conmueve profundamente y me uno a él en esa esperanza de que la brutalidad no sea el fin de esta historia sino un futuro de compasión y cuidado mutuo entre los seres humanos.