En tiempos de crisis e incertidumbre, cuando las dificultades parecen multiplicarse y los recursos escasean, la cooperación al desarrollo se enfrenta al reto de no perder el ánimo. Nos enfrentamos a guerras prolongadas, discursos de odio y narrativas anti inmigratorias que se imponen desde occidente, desde EE. UU. principalmente, y que la sociedad adopta como propias inconscientemente, tiempos de crisis humanitarias complejas y cada vez más prolongadas y desigualdades estructurales que parecen insalvables e invisibles para muchos, pero en medio de todo ello, hay una razón fundamental para seguir adelante: la esperanza.
¡Hola de nuevo! Han pasado ya tres meses desde que inicié mis prácticas en la Cátedra de Refugiados Forzosos en la Organización de Servicio Jesuita a Migrantes (SJM), y puedo decir que lo que antes era territorio desconocido para mí, ahora se ha convertido en un espacio donde cada día me siento con más seguridad y ganas de seguir.
Han pasado unos meses desde la primera vez que os compartí parte de mis primeras semanas en Bogotá. Mi experiencia, mis sentimientos y mis pensamientos en el momento. Viendo con perspectiva este tiempo solo puedo confirmar mi afirmación acerca de la gratitud por la oportunidad que se me ha brindado, así como de la gran decisión que fue venir. Muchos de los compañeros de los que os hablaba durante mi primer mes aquí, ahora son amigos. Y los lugares tan nuevos para mí en aquel momento, ahora son parte de mi día a día, y de mi nueva casa.