Picos. Por Carmen Guzman

La segunda entrega de este blog continúa con mis aventuras en el complejo mundo de la administración de la cooperación española. No se me malinterprete; los fondos que ofertan las agencias de cooperación de las distintas Comunidades Autónomas no salen del aire. Es dinero que (entre otras cosas) se recauda mediante impuestos. Por lo tanto, en la cooperación internacional contribuimos todos, seamos conscientes de ello o no. Nuestras prioridades como ciudadanos importan y tomamos decisiones cuando participamos en el sistema democrático del país. ¿Qué menos que exigir la más alta calidad a la hora de aprobar proyectos y rigurosidad en la gestión del presupuesto?

Estamos en plena temporada de convocatorias públicas abiertas para solicitar fondos de cooperación al desarrollo y acción humanitaria. En cuanto se anuncian, con sus bases y reglamentos, comienza la acción. Mis compañeros técnicos de proyectos no descansan, intentando comunicarse con los socios locales para formular los proyectos y reunir la documentación requerida. Y si esto se tratase de épocas de pico como en cualquier otro sector económico, podríamos decir que con una buena organización y coordinación, se pueden mitigar los percances. Sin embargo, estamos hablando de un sector en el cual el personal se desplaza constantemente, en el que las oficinas están en sitios remotos sin acceso a conectividad de internet fiable o incluso en zonas donde hay conflicto armado y uno no puede simplemente acudir a las oficinas administrativas del país. Nos quejamos de la burocracia aquí…

 

Al final las solicitudes se entregan, no sin que se caiga alguna página web y que la tensión sea palpable. Pero se entregan, gracias a un esfuerzo colectivo y mucho café. Los socios locales son quienes deciden qué proyectos quieren proponer, porque conocen las necesidades de la población con la que trabajan de primera mano. Comparten sus ideas y su visión, proponiendo actividades realistas y adecuadas al contexto. Desde la sede en Madrid, se aporta expertise técnico, apoyando donde sea necesario y tramitando las solicitudes. Es imprescindible trabajar en equipo, incluso dentro de la oficina de la sede aquí en Entreculturas. Los compañeros te animan, te dan feedback sobre tu proyecto, te ayudan a traducir documentos y redactar certificados, aunque el proyecto no sea su responsabilidad. Celebramos juntos el momento de entrega y luego queda esperar a conocer la resolución.

 

Les dejo con esa nota positiva y me despido para unirme a mis compañeros en las formulaciones de esta semana. ¡Hasta la próxima!

 

Carmen Guzmán es contrato en prácticas de la Cátedra de Refugiados y Migrantes Forzosos de la Universidad Pontificia Comillas. Actualmente está terminando el Máster en Cooperación Internacional en el ciclo 22-23.

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