Todos hemos escuchado o leído alguna vez lo positivo que es saber «trabajar en equipo», «gestionar bien el tiempo», «ser creativo», «con iniciativa» o tener «una alta tolerancia al estrés» . Tanto es así que seguro que muchos CVs contienen alguno de estos u otros rasgos en la descripción del perfil personal del candidato.
Las «Soft Skills» o Competencias son las habilidades que describen la relación que tenemos con las demás personas y forman parte de nuestra personalidad. En el CV, las competencias no solo deben nombrarse, sino demostrarse, al igual que el resto de elementos.
En el apartado de formación se indica los estudios que has llevado a cabo y el centro donde se han realizado.
En el apartado de idiomas, se muestra el nivel adquirido de un idioma extranjero, y se muestra cómo se ha conseguido, ya sea mediante un título o a través de estancias en otro país.
Con las competencias sucede lo mismo. Si en tu descripción del perfil inicial indicas que eres una persona que trabaja bien por objetivos y que muestra una capacidad de liderazgo para gestionar un equipo, tienes que demostrarlo con hechos.
En las prácticas que hayas hecho durante la carrera has de indicar no solo dónde las has realizado y qué tareas llevabas a cabo sino también qué lograste conseguir o qué se consiguió durante tu estancia. Si llevaste a cabo algún proyecto, si se consiguió aumentar las ventas o el objetivo que se había marcado la empresa.
Si fuiste delegado de tu curso, indícalo en Información destacada. Si colaboras con una ONG, entrenas a un equipo de alevines o eres capitán de tu equipo de fútbol de barrio, añádelo a tu experiencia. En muchas ocasiones esta información queda relegada al final como otros datos de interés, pero realmente es igual de importante que la formación o experiencia ya que las empresas no solo buscan ya conocimiento, sino capacidad de actuación.