En la historia de los sistemas escolares ha habido dos revoluciones tecnológicas que han tenido consecuencias extraordinarias sobre la organización de las instituciones académicas y las metodologías de enseñanza y aprendizaje que en ellas se aplican. La primera revolución fue la de la imprenta de tipos móviles. Gracias a ella se consiguió poder producir centenares de copias de libros en pocas horas, lo que antes exigía una dedicación de trabajo y tiempo inconmensurable. El aprendizaje en el sistema escolar tradicional se parecía a los sistemas de aprendizaje característicos de los gremios profesionales (tutela del aprendiz y predominio de métodos de ensayo y error), salvo por el hecho de que en el sistema escolar lo que se transmitía de maestros a discípulos era el conocimiento y la interpretación de los libros. La lectio magistralis era una metodología obligada en aquel contexto: el maestro leía y comentaba el libro, que solía ser un ejemplar único, copiado a mano a base de un enorme y continuado esfuerzo artesanal de monjes que dedicaban su vida a esa tarea.
Johannes Gutenberg fue el responsable de la primera democratización del saber: la que puso a disposición de miles de personas copias de los libros donde se depositaba el saber que había que transmitir. Sin embargo, no parece que la revolución de la imprenta tuviera consecuencias drásticas en la organización de la enseñanza, salvo por un punto que merece consideración: supuso de hecho el primer ataque a la hegemonía cultural de las instituciones académicas tradicionales. Gracias a la imprenta se amplió extraordinariamente la posibilidad de acceder al conocimiento de forma individual, sin necesidad de asistir a “lecciones” de los maestros de las escuelas o universidades. Galileo se ocupó muy sabiamente de difundir sus descubrimientos a través de las publicaciones de imprenta, más que a través de las aulas de las universidades. Desde entonces, las universidades han ido adaptándose poco a poco y han recuperado parte de su hegemonía en la medida en que ellas mismas se han transformado en centros de difusión del conocimiento en los nuevos soportes, liderando editoriales universitarias y, sobre todo, creando en torno a ellas los más importantes repositorios de libros relacionados con todas las ramas del saber, sus bibliotecas.
La siguiente revolución tecnológica que afecta drásticamente a las instituciones de enseñanza es la que se está produciendo en nuestros días gracias a las tecnologías de la información y la comunicación (TIC). No es éste el lugar para considerar todos los aspectos de esta nueva revolución, pero no podemos ignorar al menos un rasgo definitorio: gracias a las TIC el conocimiento prácticamente no tiene fronteras, ni límites geográficos ni restricciones materiales. Por primera vez en la historia de la humanidad todo el mundo, en principio, tiene acceso a toda la información disponible, en cualquier parte, en cualquier momento y para cualquier propósito, desde el mero consumo pasivo hasta el procesamiento y manipulación de la información disponible o la creación y distribución de nueva información. La red, con todas sus modalidades y facetas, es la nueva factoría del conocimiento.