Las universidades han demostrado una gran capacidad de permanencia como instituciones centrales del sistema académico y científico, y también una elevada capacidad de adaptación a los cambios que se producen en su entorno social.
En la actualidad la presión social sobre las universidades alcanza niveles extraordinariamente elevados: un porcentaje creciente de la población accede a los estudios universitarios, de las universidades se espera que se constituyan en el motor principal de una economía basada en el conocimiento y en la innovación y que sigan siendo además una fuente de creatividad cultural y de generación de consenso en una sociedad democrática.
Sin embargo, en cada una de las funciones que se espera que desempeñen las universidades, éstas no se encuentran solas. La formación de profesionales se encomienda cada vez más a entidades especializadas, desde los hospitales a las escuelas de negocios, así como a centros empresariales y a estructuras deslocalizadas, basadas en el uso de tecnologías de la información y las comunicaciones (TIC). La investigación se hace en grandes instalaciones multinacionales, en laboratorios empresariales y a través de redes mundiales de colaboración entre científicos. Y la función de generación de pensamiento crítico y consenso social se diluye también hoy en multitud de organizaciones y redes de comunicación y de cooperación social.
En este informe nos proponemos analizar la situación de las universidades en España, desde esta perspectiva: ¿cómo repercuten en ellas estos nuevos retos y demandas que plantea la sociedad y cómo están respondiendo las instituciones universitarias a ellos?
Conscientes de los esfuerzos que otras instituciones y colectivos académicos están haciendo continuamente para enriquecer el debate acerca de la universidad, el objetivo principal de este informe no será reiterar análisis sabidos, ni contradecir o apoyar diagnósticos y propuestas ya formulados, sino fijar la atención en algunos aspectos a los que no siempre se presta la atención que merecen, en los debates sobre la realidad y el futuro de la universidad. Por eso aquí, aunque no vamos a eludirlos, no tendremos como objeto principal de nuestro interés ni los problemas de la financiación de las universidades, ni la reforma de sus órganos de gobierno, ni las bondades o maldades del Espacio Europeo de Educación Superior. En lugar de ello, nos proponemos agrupar nuestro debate en torno a los siguientes cuatro apartados:
1. La organización de la oferta de enseñanzas de acuerdo con los perfiles profesionales que demanda la sociedad.
2. La incorporación de las TIC a la enseñanza universitaria y sus consecuencias institucionales.
3. El papel de las universidades en los modos de producción científica y tecnológica actuales y en la formación de científicos y tecnólogos.
4. La imagen social de las universidades, las políticas de comunicación pública y el papel de los medios en la construcción de esa imagen.
Si hubiera que señalar algún supuesto mínimo del que queremos partir en nuestro análisis, éste sería simplemente la idea de que las universidades constituyen instituciones dotadas de recursos propios de gran valor social, basados casi exclusivamente en el prestigio de sus tradiciones académicas. Y que son estos recursos los que es preciso preservar y reordenar para dar respuestas adecuadas a los retos que deben afrontar.
Detrás de nuestros análisis y debates subyacen preocupaciones como las que se reflejan en estos interrogantes:
• ¿Qué es lo que hace a las universidades tan atractivas y resistentes y al mismo tiempo tan frágiles?
• ¿De qué forma las nuevas demandas sociales sobre las universidades pueden desvirtuar a estas instituciones?
• ¿De qué forma pueden las universidades utilizar sus propios recursos para dar una respuesta adecuada a las nuevas demandas y retos de la sociedad?