Soy Roberto García, estudiante del Máster en Cooperación Internacional al Desarrollo. Aunque llevo apenas tres meses en este camino, tengo claro que este es el ámbito al que quiero dedicar mi profesión. Mi experiencia en prácticas con la Cátedra de Refugiados y Migrantes Forzosos del IUEM, en la Fundación Entreculturas ONG, no ha hecho más que reforzar esta idea. En tan solo un mes, he podido experimentar lo enriquecedor que es este sector, un entorno humano y cercano donde se trabaja no “para” las personas, sino “con” ellas, promoviendo un mundo más justo y equitativo, donde todos tengamos las mismas oportunidades desde que nacemos.
Entreculturas: educación como motor del cambio social Entreculturas es una ONG vinculada a la Compañía de Jesús y que forma parte de la federación Fe y Alegría, nacida en Venezuela en 1955. Hoy, esta federación internacional reúne organizaciones de 32 países con un objetivo común: promover el acceso gratuito de las poblaciones y sectores más desfavorecidos, en contextos de exclusión y vulnerabilidad, a una educación de calidad como instrumento de cambio y transformación social, generando nuevas oportunidades.
Sus proyectos abarcan África, América Latina, Asia y Europa, y se articulan en torno a cinco grandes causas: educación, migración y refugio, equidad de género, justicia socioambiental y participación ciudadana. Trabajando de la mano con estos socios globales, así como locales, Entreculturas demuestra que cada pequeña acción local tiene el poder de impulsar grandes cambios reales en la vida de muchas personas. Mi rol en Entreculturas: aprendiendo a cooperar desde la movilidad humana Dentro de Entreculturas, formo parte del área de Cooperación Internacional, específicamente en el equipo de Movilidad Humana.
Esta es mi primera experiencia laboral en este sector, y me siento agradecido por el acompañamiento de un equipo altamente competente y vocacional que me guía en cada paso del proceso. Junto a mis mentores, Mariana y Luca, he tenido la oportunidad de participar en diversas etapas de la gestión de diferentes proyectos. Esto incluye tareas técnicas y administrativas iniciales, como la revisión financiera y la formulación de proyectos, así como actividades más avanzadas, como la evaluación de proyectos, la elaboración de informes o la preparación de informes de justificación de gastos y recuperación de fondos, entre otros. A través de estas tareas, he comprendido que la cooperación trasciende lo superficial de las reuniones, informes o análisis de datos.
Cada pequeño logro y cada cambio positivo en la vida de las personas beneficiarias dan significado a este esfuerzo. Como dijo una compañera del equipo: “Los resultados son mucho más que números; son historias humanas que cambian vidas”. Un viaje por el mundo desde la oficina Aunque mi trabajo se desarrolla desde la sede de Entreculturas, he tenido la oportunidad de involucrarme en proyectos que, de manera simbólica, me han llevado a explorar realidades tan diversas como las de Colombia, Marruecos, Chad y Kenia. Cada proyecto ha supuesto un desafío y una experiencia de aprendizaje única. Desde la participación en reuniones con mi equipo de movilidad humana, la preparación de términos de referencia hasta la evaluación de informes finales, estas experiencias me están permitiendo contribuir a las diferentes fases de los proyectos y, al mismo tiempo, visualizar cómo nuestra labor impacta directamente en las personas y comunidades a las que apoyamos. La cooperación como un gran puzzle humano.
En Entreculturas he aprendido que la cooperación es como un puzzle: cada pieza, por pequeña que parezca, es esencial para completar la imagen final. Este trabajo en equipo, en el que cada persona aporta desde su especialidad y trayectoria, me ha permitido entender la importancia de colaborar, siempre con un enfoque inclusivo y cercano. Porque, aunque cambiar el mundo puede parecer un objetivo inalcanzable, mejorar la calidad de vida de muchas personas sí es posible, paso a paso y de manera sostenible.
Hoy siento que este camino no solo está formando mi perfil profesional, sino también a la persona que quiero ser. Mi experiencia en Entreculturas me está enseñando a valorar cada pequeño paso, a afrontar los retos con actitud positiva y a disfrutar de los logros. Este proceso me ha ayudado a ser más paciente, a ver la incertidumbre como parte del aprendizaje y a valorar las relaciones humanas que hacen que este trabajo tenga tanto sentido.
La cooperación no es solo una profesión, es una forma de entender el mundo, de posicionarse frente a las injusticias y de contribuir a un mundo más equitativo. Me siento agradecido por esta oportunidad, por las personas que me están acompañando en el camino y por el aprendizaje que me estoy llevando. Más que un destino, la cooperación es un viaje, y estoy emocionado por todo lo que aún me queda por recorrer.
Roberto García, es beca en Prácticas de la Cátedra de Refugiados y Migrantes Forzosos 24-25 de la Universidad Pontificia Comillas y estudiante del Máster en Cooperación Internacional al Desarrollo