Tras apenas llevar tres meses en el Máster de Cooperación al Desarrollo y recién tres semanas en las prácticas de la Cátedra de Refugiados dentro de la organización “Servicio Jesuita de Migrantes” (SJM), cada día aprendo a percibir el mundo más como cooperante, que como alumna de cooperación. Además, el poder realizar las prácticas en SJM – junto a la exquisita formación en cooperación internacional brindada por la Universidad Pontificia Comillas- ha sido una gran oportunidad para aprender, crecer y contribuir, complementando el trabajo juntos.
El SJM es una red de entidades que trabaja por la defensa de los derechos de las personas migrantes y su pleno acceso a la ciudadanía. Esta entidad trabaja en red con otras organizaciones como Pueblos Unidos, Migra, y Entreculturas entre otras, trabajando además en el plano internacional con entidades como Servicio Jesuita a Refugiados. Entre sus labores, se encuentra: ofrecer asistencia jurídica a migrantes, poner en marcha iniciativas de hospitalidad y acogida, formación al empleo o de lengua española, al igual que promocionar otros proyectos como el de voluntariados y CIE en España.
Mi papel dentro de SJM, es dar apoyo a las áreas de comunicación y marketing. A pesar de ser algo inexperta ya que todavía tengo un largo recorrido que hacer en el máster, me siento afortunada de contar con compañeros y compañeras que me ayudan y me acompañan en mi proceso de aprendizaje. Junto con Clara y Jaime, coordinadores de proyectos, he podido conocer la lógica detrás de los programas: la parte “menos visible”. Cuando pensamos en proyectos, solo pensamos en el resultado, el cambio en la comunidad, el éxito o fracaso…Pero detrás de un proyecto hay un sinfín de reuniones con otras entidades, la creación de unos objetivos, indicadores, resultados y presupuestos, encuentros con las entidades/personas donantes… por no hablar además de su ejecución, el seguimiento y la posterior medición de su triunfo.
Para que todas las piezas se entrelacen, es crucial tanto el trabajo individual como el grupal de cada parte. Como decía San Ignacio de Loyola, «Actúa como si todo dependiera de ti, pero confía como si todo dependiera de Dios”, o en mis palabras, mi esfuerzo es crucial, pero debo de confiar en el proceso, en los demás, y en la misión que compartimos.
Por otro lado, también estoy colaborando en el área de comunicación. Fue una gran sorpresa para mí, ya que entendía – y presuponía – que trabajar en comunicación solo comprendía trabajar con redes sociales. ¡Qué equivocada! Mis compañeros de comunicación, Camila y Daniel, quiénes hicieron las prácticas en SJM también, me han transmitido que comunicar es un arte, y es un puente que une a las personas. La comunicación busca impacto, abrir un diálogo, inspirar y motivar. ¿Cómo logramos que una idea llegue al corazón de quien la escucha o la lee? Estoy muy interesada en poder complementar mi formación en el área de comunicación, y poder dar respuesta a esta pregunta.
Por último y no menos importante, de forma indirecta estoy aprendiendo sobre el área jurídica. En la misma mesa de la oficina, se sientan Iván, Javier y Sara, abogados expertos en ley de extranjería y acompañamiento de personas migrantes. Junto con ellos he podido tener conversaciones sobre temas jurídicos desconocidos para mí, sobre todo cuando desde comunicación o proyectos debíamos hacer alguna tarea que involucraba su labor. En conclusión, somos distintos departamentos, pero a la vez somos uno, ya que cada uno experto en su área, contribuye a que todas las piezas casen unas con otras.
Saliéndome un poco de mis tareas, debo mencionar el ambiente de trabajo. A parte de mis compañeros del SJM, de las áreas de proyectos, comunicación y judicial, en Casa San Ignacio (sede de SJM) hay otras muchas entidades: Pueblos Unidos, Ecca Social, A moverse S.L.U o Entreculturas entre otras. El buen ambiente de Casa San Ignacio, promueve a que hagamos actividades en red y nos conozcamos los unos a los otros, creando un buen ambiente de trabajo
Hoy me encuentro en un momento en el que siento que estoy creciendo no solo profesionalmente, sino también como persona. Estoy aprendiendo a tener paciencia conmigo misma, a celebrar los pequeños logros y a enfrentar las incertidumbres con una mentalidad abierta. El futuro es un lienzo en blanco que me entusiasma, porque sé que lo que estoy viviendo ahora me está preparando para lo que venga.
Trabajar en comunicación y proyectos me han enseñado nuevas habilidades técnicas y me han permitido salir de mi zona de confort, ya que estoy aprendiendo diariamente. Me siento agradecida por la oportunidad brindada, y tengo ganas de seguir aprendiendo, contribuyendo y explorando. Como bien decía Ignacio de Loyola, «No es el mucho saber lo que sacia y satisface el alma, sino el sentir y gustar de las cosas internamente». Estoy disfrutando de este proceso, y esa es una satisfacción que trasciende cualquier meta.
Aitana Cabello es alumna del programa Prácticas en Sede de la Cátedra de Refugiados y Migrantes Forzosos de la Universidad Pontificia Comillas 24-25.