La actual crisis económica ha aumentado notablemente el interés por el emprendimiento. Si en las últimas décadas ya se venía señalando su importancia central en el crecimiento de numerosas economías, en el contexto actual, con el estancamiento o la destrucción de empleo por cuenta ajena, se mira al empleo por cuenta propia como el único elemento compensador a corto plazo.
Sin embargo, las políticas eficaces de apoyo al emprendimiento requieren estrategias decididas y continuadas en el tiempo, que no se han llevado a cabo en la época de expansión.
La crisis económica nos ha recordado con crudeza que nuestro tejido productivo es incapaz de crear un número suficiente de puestos de trabajo de alta cualificación para absorber la oferta de empleo resultante del importante esfuerzo educativo realizado por nuestra sociedad en las últimas décadas. Como resultado, una parte de la importante inversión en capital humano realizada se está rentabilizando ya –y lo seguirá haciendo los próximos años– en otros países. Cabe preguntarse dónde estarían hoy los emigrantes de alta cualificación si en la década precedente se hubiera aplicado una buena política de fomento y apoyo al autoempleo de alta cualificación. Una buena parte habría creado seguramente sus empresas, proporcionándose un empleo para sí y para otros trabajadores, también de alta cualificación, y sus empresas habrían contribuido a desarrollar actividades productivas de alto valor añadido, renovando y fortaleciendo nuestro tejido productivo. Pero esto es justo lo que no se ha hecho y hoy, ante la urgencia de crear puestos de trabajo, todas las miradas se centran en el empleo por cuenta propia.
Pero, ¿cómo ha aguantado la crisis este tipo de empleo? ¿Qué ha sido de las empresas dirigidas por mujeres y de las trabajadoras autónomas o cooperativistas? Sus empresas tienen unos claros rasgos diferenciales respecto a las de los hombres. En general, nacen con menor capital, son de menor tamaño y muestran una mayor concentración sectorial (Consejo Superior de Cámaras, 2007: Mujeres empresarias en la economía española). Estas diferencias, ¿se han constituido en elementos de mayor vulnerabilidad?
Nuevas iniciativas empresariales lideradas por mujeres
Si atendemos a la creación de nuevas empresas, los resultados del proyecto GEM (Global Entrepreneurship Monitor) muestran una evolución de perfil similar para hombres y mujeres en los últimos años.
En los primeros años de la crisis se redujeron significativamente los nuevos emprendimientos. A partir de 2011 se observa un repunte de los mismos, debido en parte al aumento del emprendimiento por necesidad, es decir, de aquellas iniciativas puestas en pie por personas desempleadas que necesitan crear su puesto de trabajo. Sin embargo, durante la crisis se aprecia un mayor retraimiento de la actividad emprendedora femenina, aumentando la brecha de género en este ámbito en 2009 y 2010 (tabla 7). No obstante, la brecha se ha reducido ligeramente en 2011, situándose en valores menores a los del conjunto de la UE, incrementándose de nuevo en 2012.
Tabla 7 – Evolución de los índices de actividad emprendedora total en España según sexo. En porcentaje. 2006-2012
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Nota: La actividad emprendedora total son las iniciativas emprendedoras que llevan funcionamiento menos de 42 meses en porcentaje de la población de 18 a 64 años.
Fuente: Hernández, R. (dir.) (2013): Informe GEM España 2012, Cise/Fundación Xavier de Salas.
En relación con las iniciativas creadas por hombres y mujeres, las mayores diferencias se encuentran en los sectores en los que emprenden. Las mujeres se orientan en mayor medida hacia los sectores de consumo (65% de las mujeres frente al 45,4% de los hombres). Su participación en los sectores de media y alta tecnología es menor (4,8% frente al 7% en 2011), reproduciendo la segregación sectorial que se observa en el mercado laboral en general.
Buena parte de los posibles factores explicativos de la brecha de género observada en el emprendimiento en España se enmarcan en dos ámbitos que también aborda el Informe GEM: los factores psicológicos y sociales y el apoyo prestado a las mujeres emprendedoras.
Respecto a las diferencias de género en los determinantes psicológicos y sociales de la actividad emprendedora, el GEM advierte que son pequeñas entre las personas que ya son empresarias, pero notables en la población no empresaria (tabla 8). En concreto, hay menos mujeres no empresarias que consideran que tienen habilidades y conocimientos suficientes para poner en marcha una pequeña iniciativa. Y el miedo al fracaso es un obstáculo mayor para ellas.
Tabla 8 – Determinantes psicológicos y sociales de la actividad emprendedora en la población española empresaria y no empresaria de 18 a 64 años según sexo. Porcentaje de respuestas afirmativas. 2012
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Fuente: Hernández, R. (Dir.) (2013): Informe GEM España 2012, Cise/Fundación Xavier de Salas.
Por último, en cuanto al apoyo que se presta en nuestro país a las mujeres empresarias, las personas expertas entrevistadas señalan que la capacidad y motivación de las mujeres españolas para crear empresas es alta, pero el resto de factores considerados –conciliación de vida profesional y familiar, aceptación social de las empresarias, animación al autoempleo y percepción de oportunidades de negocio– no alcanzan una valoración media de aprobado y ésta es claramente inferior a la de los países de la UE. Por tanto, cabe concluir que el marco contextual social y cultural es desincentivador. Vuelve a observarse una clara asimetría entre las capacidades de las mujeres españolas y el contexto en el que desarrollan su actividad profesional.
Destrucción de empleo femenino por cuenta propia
Según los resultados de la EPA, la destrucción de empleo por cuenta propia también presenta peores resultados en el caso de los hombres. Entre 2007 y 2012, la caída del empleo masculino por cuenta propia casi ha duplicado a la del femenino (–18,8% frente al–9,6% en el caso de las mujeres). La diferencia es especialmente acusada en el grupo de los empleadores y empleadoras (tabla 9).
El menor tamaño de las empresas de mujeres, su ubicación sectorial y sus menores “exigencias” de rentabilidad podrían ser factores explicativos de su mayor resiliencia. Las diferencias son también acusadas y favorables a las mujeres en el caso de las empresarias sin asalariados o las trabajadoras independientes. Sólo en el caso de las “ayudas familiares”, la caída ha sido mucho más significativa entre las mujeres, que en estos años se ha aproximado a un nivel muy similar al de los hombres. Esta reducción muestra la fortaleza de la tendencia de las mujeres a abandonar esta categoría en la que los empleos no tienen un marco formal ni una retribución específica, ya que, ante el empeoramiento de las tasas de paro, ésta podría haber actuado como refugio pero, al menos hasta 2012, no parece haberlo hecho.
La destrucción de empleo femenino por cuenta propia no sólo ha sido inferior para los distintos tipos de empresariado, sino también por grandes sectores de actividad (agricultura, industria y servicios).
Tabla 9 – Evolución de los ocupados por cuenta propia por sexo. Valor absoluto en miles y porcentaje. 2007-2012
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Fuente: Elaboración Fundación Encuentro a partir de INE, Encuesta de población activa, varios números.