A la pregunta de cómo encajan los horarios laborales con las obligaciones familiares o sociales fuera del trabajo (tabla 6), nuestro país se sitúa entre los que presentan un porcentaje más bajo de los que consideran que el encaje es bueno o muy bueno (74,7%), lejos de países como Dinamarca, Holanda, Reino Unido o Austria, donde supera o se acerca al 90%.
El estudio Demandas sociales en materia de horarios permite hacer un análisis comparado de satisfacción con los horarios laborales según el tipo de jornada. Resulta interesante comprobar que el 25,8% de los trabajadores con jornada partida considera como mala o muy mala la calidad de sus horarios de trabajo (tabla 7), mientras que los porcentajes son mucho más bajos entre los que tienen jornada intensiva, ya sea de mañana (7,2%) o de tarde (11%). Como es lógico, los más insatisfechos con su horario laboral son los que trabajan a turnos.
La distribución de estos porcentajes prácticamente se repite cuando se les pregunta si el horario de trabajo les permite cumplir con sus compromisos sociales y familiares. También en este caso el porcentaje de los que responden mal o muy mal es más del doble entre los que tienen jornada partida que entre los que tienen jornada intensiva. Pero, hay una diferencia significativa: en este caso, el porcentaje de los que tienen horario a turnos es menor que el de los que tienen jornada partida. En consecuencia, la jornada partida es el principal factor de dificultad respecto a la vida social y familiar en lo que se refiere a los horarios laborales.
El mayor inconveniente asociado a la jornada completa partida se traduce en más insatisfacción respecto al tiempo que se puede dedicar en un día laborable en todos los ámbitos. Como se observa en la tabla 8, los que tienen jornada partida presentan los porcentajes más altos de insatisfacción en todos los ítems, superando a los de los que trabajan por turnos. Es especialmente significativo que en el caso de “Hogar y familia”, “Vida social y diversión”, “Deporte y actividades al aire libre” y “Aficiones y juegos”, el porcentaje de insatisfechos se acerca o supera el 30%.
Todos estos datos son coherentes con el hecho de que los trabajadores españoles se sitúen en las primeras posiciones entre los europeos que, con bastante frecuencia (varias veces a la semana), declaran que llegan a casa demasiado cansados para hacer las tareas domésticas imprescindibles o que tienen dificultades para cumplir con sus responsabilidades familiares (tabla 9). En ambos casos, España se sitúa en la segunda posición detrás de Grecia, país que tiene una jornada laboral bastante más amplia que la española.
Las diferencias que se aprecian con los países con mejores registros son muy llamativas. Así, mientras el 30,1% de los trabajadores españoles declaran que llegan demasiado cansados para hacer las tareas domésticas imprescindibles con bastante frecuencia, dicho porcentaje se queda en menos de la mitad en Austria, Holanda, Alemania e Irlanda. En cuanto a las dificultades para cumplir con las obligaciones familiares, la cifra es más baja (13,9% en nuestro país), pero igualmente muy descompensada respecto a los países con mejor desempeño (Suecia, Finlandia, Dinamarca y Austria, por debajo todas del 6%).
Un aspecto que llama mucho la atención en esta encuesta es el que se aprecia en la tabla 10. Tradicionalmente se ha identificado a los países mediterráneos –y, en particular a España– con sociedades con un alto protagonismo y valoración de la familia y una visión más instrumental del trabajo. Los datos muestran que nuestro país es uno de los que presenta el porcentaje más bajo de los que consideran muy importante en su calidad de vida una buena vida familiar: 66,1%, claramente por debajo del 86,3% de Grecia, del 80,4% de Luxemburgo, del 77,5% de Suecia, del 75,3% de Alemania o del 74% de Francia. Complementariamente, entre los que consideran muy importante un buen trabajo, España se sitúa en una posición intermedia (59,6%), pero muy por encima de Holanda (22,7%), Finlandia (33,8%), Suecia (48,8%), Dinamarca (49,2%) o Bélgica (50,6%). La diferencia entre los porcentajes de ambos grupos muestra que los países que valoran mucho más una buena vida familiar que un buen trabajo no son los mediterráneos, sino, por este orden, los nórdicos, Reino Unido, Holanda, Irlanda y Francia.
Probablemente, esta alta valoración comparativa de un buen trabajo entre los españoles tiene más que ver con las dificultades asociadas a nuestro mercado laboral en los últimos cuarenta años (marcados por períodos con altísimas tasas de paro o con una extensión en otros de la precariedad laboral) que con un mayor peso de éste entre las prioridades vitales. De hecho, el porcentaje de los ocupados que desearían trabajar más, reduciendo el tiempo de cuidado a otras personas (3,8%) es muy inferior al de los que desean trabajar menos (tabla 11), aumentando el tiempo de cuidado a otras personas (14,3%). En no pocos casos, ese trabajar menos se identifica no tanto con trabajar menos horas, sino hacerlo en un horario que facilite la reducción de tiempos muertos y la coincidencia con los horarios de quienes necesitan atención o con los de las actividades que se desearía realizar. Por otro lado, hay que tener en cuenta que la menor dotación de servicios sociales (guarderías, atención a dependientes…) en nuestro país incrementa la importancia y la necesidad de la atención por parte de las familias.