Parece que hablar de las personas mayores es referirse al envejecimiento de la población, a los años de vida que aún faltan por vivir y, sobre todo hoy, en medio de una profunda crisis económica, a las pensiones que se deben pagar. Se habla de los mayores como personas a las que hay que atender, cuando es un número todavía pequeño el que se encuentra en esta situación y los mayores más jóvenes alcanzan esa edad en condiciones de salud cada vez mejores. El envejecimiento es un éxito social.
Nos hemos acostumbrado a vivir con un modelo de sociedad que ha perdurado durante siglos, donde había muchos niños y pocos mayores. La realidad actual es inversa: muchos mayores y pocos niños. Aquel modelo estuvo vigente en casi todos los países hasta hace poco tiempo. En Europa y en España no empezó a cambiar hasta bien entrado el siglo XX. Las sociedades avanzadas recobran algo de lo que fueron, pero ya nunca recuperarán el pasado y lo mejor es seguir avanzando hacia el futuro.
De todo ello se deduce que la sociedad será distinta a como lo fue en el pasado: en su composición, en la aptitud de las personas que la integran, en los gastos que tiene que afrontar, en las necesidades que hay que solucionar, en los problemas que hay que resolver y en el tiempo que hay que invertir para que funcione.
Se han estudiado ampliamente los cuidados que hay que prestar a las personas mayores, pero mucho menos la aportación que estas personas pueden hacer a la sociedad. Se dice que sociedad será lo que aporten los jóvenes y la gente que está trabajando, pero también las personas que se jubilan. Hay que atender a los mayores dependientes. Ésta es una de las funciones que tiene nuestra sociedad, pero no es la única. A las personas mayores, hasta llegar a ser dependientes, les quedan muchos años de vida en buenas condiciones y éstos pueden aprovecharlos siendo útiles a la sociedad.
¿Qué hacer en estos años? Los mayores verán reducido un 34%, como máximo, el tiempo que pueden dedicar a la sociedad por las situaciones de dependencia, pero el resto lo pueden destinar a la vida social. No se puede cambiar sin más una sociedad en la que los jóvenes y los adultos son los protagonistas principales a otra en la que también las personas mayores tengan la importancia que demográficamente merecen. Pero hay que intentarlo ya. Y no es posible realizarlo sin el consentimiento de la propia sociedad. El cambio supone que las personas mayores tengan un protagonismo social que ahora no tienen y que se les reconozca.
Hasta ahora, trabajo y jubilación eran términos enfrentados y opuestos. Pero trabajar no es sólo desempeñar una actividad remunerada. Esto es lo que prima, pero también invertir nuestro tiempo en funciones sociales. La sociedad no funciona solamente por el trabajo remunerado y la economía. La sociedad funciona cuando todos colaboran siendo buenos ciudadanos. La sociedad funciona si nuestros mayores son útiles y autónomos, es decir, trabajan por la sociedad. Ya están jubilados, pero esto no les exime de ciertas obligaciones sociales, que son también trabajo, aunque no estén remuneradas. Trabajar es –como dice Joan Subirats– crear valor, y se puede crear valor de muchas maneras. Se puede crear valor, aunque no esté recogido en la Contabilidad Nacional, trasmitiendo lo que han sido las personas a lo largo de su vida, es decir, la experiencia, los valores y las creencias. Se pude crear valor atendiendo a las personas dependientes. Se puede crear valor apoyando el consumo y el ahorro. Los mayores, son, entre otros, los que cobran al final de mes y pueden ayudar a que la economía funcione. Son los que pueden viajar durante todo el año y ocupar plazas hoteleras que de otro modo estarían vacías. Pueden crear valor siendo solidarios con los que no tienen ingresos, con los hijos que no han encontrado trabajo o con otros familiares que están en la misma situación.
Las personas mayores no son sólo objeto de gestión, sino sujetos y protagonistas. Son protagonistas cuando quieren ir a la universidad, porque así cumplen con un deseo que tuvieron durante toda la vida. También lo son cuando participan activamente en una ONG y, con su presencia, contribuyen a que determinadas parcelas de la sociedad funcionen. Son protagonistas cuando se implican en la vida social y política.
Es otra manera de mirar a nuestros mayores y fijarse en ellos, no como personas que ya son viejas y no pueden realizar ciertas funciones, sino como personas que tienen un fin social y pueden llevar a cabo muchas tareas en la sociedad. No se trata de hacer una sociedad para los mayores, sino una sociedad en la que los mayores tengan voz, estén integrados y sean útiles, con todo el potencial que les da la experiencia. Una sociedad en la que los mayores tengan algo que decir y hacer en función del bien de todos.