Hay una forma, muy sutil, aunque puede llegar a ser llamativa, de mostrar la ideología al escribir una noticia: la ortografía, en concreto el uso de las mayúsculas, de esas mayúsculas que los manuales de ortografía llaman “mayúsculas de respeto” y que también se conocen como “mayúsculas subjetivas” o “mayúsculas de genuflexión”.
La ideología de un monárquico se dejará ver de inmediato porque escribirá siempre con mayúscula las palabras reyes, rey, reina, príncipe, infanta, etc., términos que son nombres comunes, sustantivos comunes, y que como tales solo deberían escribirse con minúscula inicial. Del mismo modo, un católico practicante y creyente escribirá siempre con mayúscula la palabra papa, sin tener en cuenta que se trata del nombre de un cargo y como tal es un sustantivo común.
Además de las mayúsculas, hay otro recurso ortográfico que se usa constantemente para darle al discurso ciertas marcas ideológicas: las comillas, utilizadas siempre con cierto matiz irónico.
La tipografía también es un elemento bastante eficaz para darle a la información un valor distintivo: las negritas que resaltan palabras o párrafos enteros, el tamaño de la letra empleada e incluso las distintas familias tipográficas de los caracteres. Un ejemplo manifiesto de que las marcas tipográficas pueden convertirse en ideológicas lo encontramos en el caso de la propaganda nazi, que empleaba siempre un determinado tipo de letra que reflejaba a primera vista la ideología que se intentaba propagar.
Los expertos en márquetin recurren a estas técnicas para crear una identidad en el producto que anuncian y conseguir que el mensaje que transmiten tenga una seña propia que lo distinga de otros similares. ¿Ideología mercantil?
Las concentraciones que tuvieron lugar el pasado 13 de mayo en toda España para conmemorar el primer aniversario del movimiento 15-M les sirvieron a algunos medios de comunicación para mostrar sin recatos artificiosos su línea editorial, es decir, su ideología. Tal vez fue el diario La Razón el que más abiertamente se pronunció en contra del citado movimiento ciudadano. En su número del día 13 de mayo, el periódico le dedicaba la portada prácticamente entera, el editorial y once páginas de un especial titulado “15-Mentiras”. Todo un despliegue informativo digno de un acontecimiento histórico y de relieve internacional.
El editorial muestra su rechazo a un movimiento que considera que actúa movido por intereses contrarios al Partido Popular. Así, dice: “Mientras su ejemplo se esparcía como la pólvora por el mundo, los “indignados” madrileños caían devorados por una izquierda que demostró sus galones políticos para “reconducir el proceso” y convertir lo que fue una iniciativa al margen de los partidos en un ariete contra el Partido Popular”.
En “Un camino a la deriva”, una doble página que firma Alfonso Merlos, se desarrollan quince puntos que empiezan con la expresión “Es mentira”. Veamos alguno: “Es mentira que se esfuercen en proteger las raíces de la democracia. Las arrancan de cuajo y sin contemplaciones siempre que violan las leyes y disposiciones de las autoridades”; “Es mentira que quieran más democracia y que la soberanía resida en el pueblo. Propugnan, simplemente, la ruptura hacia un modelo mixto de perfiles socialistas, comunistas y anarquistas”; “Es mentira que sean pacifistas”; “Es mentira que sean solidarios”, etc., etc. Así hasta quince “Es mentira”.
Éste es un ejemplo de los varios que podrían mostrarse sobre cómo los medios de comunicación afines a una determinada ideología pueden sacar su “artillería pesada” para combatir lo que consideran contrario a sus principios, sin temor de caer en la desinformación.