En la situación de crisis económica que llevamos sufriendo varios años, la evolución de las partidas de gasto de las familias constituye un buen indicador de lo que realmente consideran importante en su vida cotidiana. A este respecto, los datos de la tabla 1, donde se recoge la distribución por partidas del gasto medio por hogar en 2008 y 2011, son muy ilustrativos. Las únicas que aumentan son “Vivienda, agua, electricidad, gas y otros combustibles” y “Enseñanza”.
La partida “Comunicaciones” es, dentro de las que bajan, la segunda que registra un descenso menor, y, además, achacable en gran medida, a la rebaja de las tarifas. Por otro lado, si desagregamos esa partida, encontramos que el epígrafe “Servicios relacionados con Internet” aumenta un destacable 5,2%. En consecuencia, se puede afirmar que la profunda crisis económica no ha tenido como consecuencia una merma en el gasto ni en el consumo de servicios relacionados con Internet. Al contrario, la crisis ha puesto de manifiesto que Internet es cada vez más importante en la vida cotidiana de las personas; se ha convertido en algo casi imprescindible, hasta el punto de constituir un elemento fundamental para entender la vida actual. Del mismo modo que la electricidad colonizó todos y cada uno de los espacios de la vida personal, social y productiva, Internet constituye de manera creciente la urdimbre que da soporte a la sociedad actual en todas sus dimensiones.
El porcentaje de internautas sobre el conjunto de la población sigue aumentando de manera apreciable. Según la Encuesta sobre equipamiento y uso de tecnologías de la información y comunicación de los hogares del INE, el porcentaje de personas de 16 a 74 años que habían utilizado Internet en los tres meses anteriores pasó del 40,4% en 2004 al 69,8% en 2012, un aumento de casi treinta puntos en apenas ocho años (tabla 2) .
La desagregación de este indicador por grupos de edad aporta datos muy ilustrativos. En primer lugar, hay que destacar que el acceso a Internet se ha convertido en una actividad cotidiana para prácticamente todos los jóvenes de 16 a 24 años: si en 2004 todavía el 24,5% declaraba no haber accedido a Internet, en 2012 ese porcentaje se redujo a un testimonial 3,8%. En los grupos a partir de los 55 años es donde se produce la brecha, ya que entre las personas de 55 a 64 años se alcanza un 43,7% y en las de 65 a 74 años un 18,3%. De todos modos, en términos relativos, estos dos grupos son los que más aumentan, ya que triplican y sextuplican sus porcentajes en el período considerado. Al igual que ocurrió con la telefonía móvil, es esperable que en pocos años veamos tasas de penetración del uso de Internet prácticamente universales en todos los grupos de población.