Cuidado emocional y psicopedagógicoSALUD Y BIENESTARUnidad de Orientación Psicopedagógica

Tiempo de crisis, tiempo de oportunidad

Estamos inmersos en un tiempo de incertidumbre y de falta de control, ajustándonos y haciendo un gran esfuerzo ante una situación novedosa y en continuo cambio. Existe una gran preocupación por cómo superar esta pandemia, afectando nuestra necesidad de seguridad, y privándonos de algo esencial, el contacto físico afectivo.

Nuestro cuerpo está afectado por un exigente proceso de adaptación a una realidad, nueva y confusa. No tenemos referentes y vagamos lidiando con muchas emociones que, en muchos casos, no tenemos el tiempo ni el discernimiento para entender ni tomar conciencia.

Mientras vivimos este proceso interno, lidiamos con una rutina y un sin fín de exigencias externas que ahora mismo resultan muy costosas, nos requieren invertir grandes dosis de tiempo y conciliar con tareas de primera necesidad, que tenemos que integrar con gran esfuerzo.
Mantener los requerimientos académicos, los compromisos profesionales, el cuidado del hogar y de nuestras familias, nos está requiriendo aprender nuevas maneras de estudiar, de trabajar y de relacionarnos; cambiando hábitos y modificando nuestra manera de vivir.
A nuestra mente le cuesta concentrarse y tener un buen rendimiento. Planificar y llevar a cabo nuestra rutina diaria supone gran esfuerzo.

Estamos viviendo un proceso de duelo y de ruptura. Nuestra vida cotidiana se ha cortado abruptamente, y en un intento de continuar y normalizar, en muchos casos negamos lo que nos está ocurriendo, mientras seguimos corriendo y cumpliendo todas las tareas que se nos requiere.
Nuestro cuerpo exhausto y agotado, está en estado de alerta, segregando sustancias, porque no entiende lo que ocurre.
Nuestra confusa y exigente realidad cotidiana, esa burbuja personal en la que muchos nos encontramos convive con el verdadero motivo que nos ha traído a esta nueva realidad, una pandemia mundial que se propaga afectando a miles de personas, cifras que aumentan vertiginosamente, con poca capacidad de integrar psicológicamente.

Aparece la enfermedad, la imposibilidad de estar cerca de los nuestros, de quienes sufren física y emocionalmente y el mayor de nuestros miedos, la muerte.
Cuando el dolor y el sufrimiento nos tocan, nos obliga a experimentar intensos procesos emocionales, ahondar en las complejidades internas y hacer un viaje profundo de indagación personal.

Es tiempo de crisis… es tiempo de peligro, de amenaza…. pero también tiempo de oportunidad, para comprender una realidad mayor que se nos brinda y se nos manifiesta.
Un profundo autocuidado y amor a uno mismo, es la condición que abre paso al cuidado del otro, el cuidado de los demás.

Necesitamos recuperar nuestro primer instinto, de conexión y de profunda escucha a nosotros mismos, para acompañar aquello que acontece en nuestro interior. Tiempo de amor  y de compasión.
Es curioso dónde nos lleva esta crisis, a resignificarme, a volver a establecer nuevos significados en mí y en relación con los demás y con el mundo, volviendo a lo básico, a lo esencial, al sentido de la vida.

Hay cantidad de guías, cursos, retos que se nos ofrecen… nos intoxicamos de información, de recursos, de una constante interacción virtual, y quizá lo que más necesitamos sea algo sencillo, SILENCIO.
La paz interior y la calma se basan en la relación que establezco con mi mente. Es tiempo de parada, de observar mis pensamientos y estar atento a dónde me llevan emocionalmente, y desde ese lugar de mayor consciencia y conexión, recuperar mi equilibrio.
Mediante el sosiego y autocuidado podré adquirir la empatía necesaria para cuidar a los demás, para cuidar al mundo.

Acompañar nuestra interioridad será sin duda el reto, y cuando volvamos a retomar nuestro trabajo, nuestras relaciones y nuestra vida; hayamos sido permeables a esta experiencia, dotando de sentido y significado este tiempo de crisis y un sentido nuevo y profundo habite en nosotros.

 

Cristina Peñalba de las Heras

Unidad de orientación psicopedagógica

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