Han pasado casi ocho meses desde que empecé mi beca en la Cátedra de Refugiados y Migrantes Forzosos. Entré con ganas de aprender, aunque sin saber del todo qué me iba a encontrar. Con el tiempo, fui entendiendo mejor el funcionamiento del equipo y el lugar que podía ocupar en los proyectos.
Desde el principio, noté que no era un espacio académico más. En la Cátedra se piensa mucho en el sentido de lo que se hace. Las investigaciones no solo buscan producir conocimiento, sino también aportar algo a nivel social.