¡Hola a todos, espero que estéis fenomenal! Imagino que ya en el trayecto final del máster y a punto de entregar los TFM’s. ¡Os va a ir genial!
Me da mucha pena contaros, que yo también estoy en la etapa final de mi experiencia en Grecia y después de 9 meses puedo afirmaros convencida que es una de las mejores experiencias de mi vida. No os imagináis cuantas cosas he aprendido. No sólo a nivel laboral, sino también a nivel personal, y por ello estoy muy agradecida.
La interacción con personas de diversas culturas, la gestión de los problemas cotidianos (que no tienen nada que ver con los problemas a gestionar en una empresa convencional o en una ONG que no se encuentra en terreno), trabajar con un equipo internacional con diferentes costumbres o la convivencia en comunidad, son algunas de las cosas que considero han moldeado y fortalecido mi personalidad y mi forma de trabajar a lo largo de esta experiencia. Creo que esta es una experiencia estupenda que te ayuda a forjar tu carácter y te enseña no sólo temas más prácticos relacionados con nuestro ámbito laboral en el ámbito de la cooperación o las migraciones, sino los famosos denominados “soft skills”. Creo que, en cualquier experiencia en terreno, las personas aprendemos a fortalecer todas esas habilidades que pensábamos que no teníamos, además de aquellas que pensábamos que dominábamos y a la hora de la verdad nos costaban un poco más. Para mí, el terreno ha sido una auténtica “escuela o universidad” para esos “soft skills” que tanto se necesitan aquí y en cualquier trabajo. Habilidades como la paciencia, la comunicación interna y externa, saber adaptarse a los cambios ordinarios y extraordinarios, resolver conflictos, no rendirse, relativizar, … parece que estoy citando una lista de habilidades bonitas de un currículo, pero si venís aquí lo podréis comprobar por vosotros mismo. Cuando os vayáis volveréis cambiados, o al menos con un poquito más de esta lista de habilidades bonitas que os estoy exponiendo (¡Espero!).
De verdad que no os imagináis el regalo que ha sido. Esta experiencia, al ser un trabajo muy emocional y en terreno, ha tenido sus subidas y sus bajadas, pero no os imagináis lo que ha valido la pena. Yo lo repetiría sin dudarlo, de hecho, me voy a quedar un poquito más como voluntaria hasta que se acabe el mes.
Las personas que he conocido, el trabajo que he realizado (que me apasiona), las cosas que he aprendido (desde cómo funcionan los diferentes estatus legales hasta un nuevo idioma), … Si alguien me hubiera dicho al principio del año que iba a sacar tantas cosas en 9 meses creo que no me lo hubiera creído. Además, tenéis que vivir Atenas (no conocerla, VIVIRLA (en mayúsculas)), es una de las ciudades más espectaculares para vivir. Llena de vida, de jóvenes inconformistas, de lucha por la libertad, de colinas, de lugares mágicos escondidos y de muchas cosas más que tendréis que descubrir.
Quiero acabar este post agradeciendo. Agradeciendo a la Universidad Pontificia Comillas, al Instituto de Migraciones y especialmente al equipo de la Cátedra de Refugiados y Migrantes Forzosos por darme la oportunidad de venir al JRS Grecia. Quiero dar las gracias a todo el equipo por desde el principio estar súper pendiente de mí, chicos, para los que vayáis, no os imagináis lo súper acompañados que vais a estar en todo momento. Podéis acudir a ellas cuando lo necesitéis, están ahí. Para mí han sido un regalo.
Quiero agradecer también al equipo del JRS Grecia por acogerme y a la comunidad de jesuitas ya que, sin ellos, tampoco habría sido posible.
Me llevo una experiencia gigante en el corazón en la que, sobre todo, he aprendido muchísimo, más de lo que nunca me hubiera imaginado.
¡Con ganas de saber de vosotros!
Τα λέμε!
Ανα
Ana Furundarena es Contrato en Prácticas JRS Grecia 2024-25 de la Cátedra de Refugiados y Migrantes Forzosos de la Universidad Pontificia Comillas.