No existe una dosis segura de alcohol durante el embarazo. La única cantidad recomendada es cero. Y la evidencia científica lo avala: sus efectos en el feto y futuro niño pueden ser peligrosos y persistir a largo plazo. En primer lugar, “no hay ninguna duda desde el punto de vista científico de que el alcohol es un teratógeno que describe a cualquier sustancia capaz de alterar el desarrollo normal del embrión o del feto y de producir malformaciones en el recién nacido”, dice rotundo Miguel Marcos Martín, especialista en medicina interna del Hospital Universitario de Salamanca.
El País
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