¿Cómo hemos llegado a esto? Cuando ir a una boda supone un gasto indecente

Madrid. Ocho y cuarto de la mañana. Macarena mira el teléfono móvil después de tres cuartos de hora de natación. Al encender el dispositivo se encuentra con un grupo de WhatsApp nuevo. Comida Rodríguez es el chat donde su familia está organizando un almuerzo para el día siguiente de la boda de Rubén, su primo. El enlace, que se celebrará muy cerca de Tarancón (Cuenca), a 85 kilómetros de Madrid, obliga a esta pediatra de 40 años a hacer noche en un hotel de la localidad. Allí dormirá con su pareja y sus dos hijos, lo que supone un gasto de unos 200 euros. Cantidad a la que además del regalo (500 euros: dos adultos y dos niños) y de la despedida de soltero a la que acudió su marido previo pago de 150 euros, tendría que sumarle la factura de la comida en la que se ha visto envuelta. Porque su familia no planea juntarse en un Burger King. La comilona que los Rodríguez quieren ronda los 40 euros por comensal.
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[fa type=»file-text»]  Fuente: El País

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