Nos pasamos la vida analizando qué dar de comer a nuestros hijos, especialmente cuando son bebés, conscientes de que su desarrollo dependerá en parte de ello. Sabemos que la comida casera es mucho mejor que la envasada, pero la falta de tiempo hace mella. Nuestra conciencia, entonces, la aplacamos decantándonos por alimentos infantiles que creemos saludables, productos que muestran a bebés felices bajo mensajes que incitan a pensar en alimentos naturales y, encima, avalados por organismos que cuentan con la confianza del consumidor… Pero no. Al parecer poco de esto es cierto.
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[fa type=»file-text»] Fuente: La Vanguardia
[fa type=»camera”] Autor de la imagen: Katie Mollon | Flickr