Que tendamos a poner voces agudas cuando nos dirigimos a un bebé, puede tener como explicación que nos adaptamos inconscientemente a aquellos tonos por los que ellos muestran predilección, unos sonidos que les pueden motivar para desarrollar sus propias habilidades de habla. Según un estudio publicado en la revista especializada Journal of the Acoustical Society of America, los niños de 7 meses, la edad en la que los bebés están a punto de balbucear, tienen una clara preferencia por los sonidos del habla que se parecen a las de ellos en términos de combinación de tono alto y resonancia.
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