«Comencé a perder a mis hijos a los 37 años». Judith lo dice muy bajito, con un hilo de voz y los ojos al borde de las lágrimas, como si el llanto fuera una forma de estar en el mundo. De los cuatro que murieron, sólo pudo enterrar a uno. Del paradero de los otros sólo sabe que están en fosas comunes (…)
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[fa type=»file-text»] Fuente: El Mundo