En general, desde la ciencia económica, la alta desigualdad social se asocia con una baja movilidad intergeneracional de ingresos. En cambio, desde la perspectiva sociológica de la movilidad de clases, no se encuentra evidencia suficiente para defender que el crecimiento económico o la desigualdad social estén correlacionados con la movilidad social. De hecho, altos niveles de crecimiento económico y de desigualdad social coexisten con niveles altos y bajos de movilidad social absoluta. Hay que recordar que al hablar de movilidad nos referimos a la movilidad vertical ascendente como a la descendente, en contra del imaginario popular que tiende a asociar la movilidad sólo con el ascenso social, por ser su parte positiva o deseable.
Vamos a presentar los resultados de nuestro análisis de movilidad entre clases de origen (O) y de destino (D) comprobando su disimilitud, es decir, las diferencias de peso de las clases de los padres y las de sus de hijos nacidos entre 1942 y 1981. El período de análisis cubre 39 años para la población entre 25 y 64 años en 2006. El gráfico 1 presenta la disimilitud entre las clases que han tenido un aumento absoluto en puntos porcentuales y las que han disminuido de otras.
Gráfico 1 – Diferencias en la estructura de clases entre padres e hijos. En porcentaje. 2006
Fuente: Elaboración Fundación Encuentro a partir de CIS (2006): Estudio 2.634. Clases sociales y estructura social.
Durante los últimos cuarenta años, la estructura social española se ha transformado en una sociedad de clases medias, dejando atrás la hegemonía de su base industrial obrera de reciente pasado agrario. En 2006, el 65,5% de los ocupados pertenecía al sector servicios, el 16,9% a la industria, el 12,6% a la construcción y un 5,1% al sector agrario. Si se analizan estos destinos sociales en relación con los de sus padres, la disimilitud intergeneracional asciende al 31,9%. Es decir, un tercio de las clases de los padres han dejado de existir y han dado paso a un tercio de nuevas profesiones y posiciones de clase.
La disimilitud entre orígenes y destinos refleja el aumento de la profesionalización y cualificación de la estructura de clases durante los últimos cuarenta años. El tercio de las nuevas posiciones ocupadas por los hijos se desglosa en el crecimiento en puntos porcentuales de la clase profesional experta (13,1), las clases intermedias (9,4), la pequeña burguesía urbana (3,7) y la clase obrera poco cualificada (5,7). Complementariamente, un tercio de las clases ocupadas por los padres ha dejado de existir y se reparte entre la clase obrera cualificada (–12,5), los agricultores (–12) y los jornaleros agrarios (–7,4).
Un tercio de disimilitud intergeneracional entre orígenes y destinos es indicador de una significativa renovación de la estructura de clases, que amplía oportunidades en la zona intermedia y alta universitaria y destruye posiciones campesinas y obreras industriales. No obstante, existe otro indicador para medir el grado de estabilidad o cambio de la estructura de clases a lo largo del tiempo. Se trata de la estructura de oportunidades de entrada al mercado de trabajo cuando preguntamos por la primera ocupación en su vida a los encuestados.
Gráfico 2 – Evolución de la primera inserción de clase por cohortes de edad. En porcentaje. 2006
Fuente: Elaboración Fundación Encuentro a partir de CIS (2006): Estudio 2.634. Clases sociales y estructura social.
Si la disimilitud entre padres e hijos es alta, la estructura de puertos de entrada es más bien muy estable y constante en los dos extremos superior e inferior. Tal y como muestra el gráfico 2, las ocho cohortes de edad de los nacidos entre 1942-1981 reproducen una elevada y constante tasa de entrada en posiciones obreras poco cualificadas (entre el 35% y el 41%) y una misma tasa de primera inserción en posiciones profesionales expertas (alrededor del 9%-11%). Independientemente de los cambios productivos, políticos e institucionales, la estructura de entrada y primera inserción de los últimos cuarenta años se ha mantenido muy estable en los extremos y sólo ha variado por la desaparición de destinos obreros industriales cualificados, ocupando su lugar posiciones intermedias.
Si agregamos la estructura de oportunidades de entrada de todos los encuestados, el 60% empezaron a trabajar en posiciones obreras (38% en poco cualificadas y 22% en cualificadas), el 30% en posiciones intermedias (19% en ocupaciones medias y 11% en la pequeña burguesía) y sólo el 10% como profesionales superiores.
La estructura de entrada está muy sesgada por la segregación ocupacional de género, tal y como muestra el gráfico 3. El 43% de las mujeres se ha iniciado laboralmente en puestos poco cualificados, frente al 28% de los hombres. Sin embargo, los hombres superan a las mujeres si se agregan todas las posiciones obreras, con un 64%, frente al 53% de primera inserción femenina obrera.
Hombres y mujeres han tenido la misma oportunidad de iniciarse como autónomos o pequeños propietarios (11%) pero son las mujeres las que han logrado un mayor enclasamiento inicial en las clases medias y profesionales (36%), frente a los hombres (25%). Esto se contrarresta en la movilidad intrageneracional masculina, puesto que el 43% de los hombres llegan en 2006 a destinos de clase media y profesional, casi igualando a las mujeres (46%).
Gráfico 3 – Primera inserción de clase y clase actual por sexo. En porcentaje. 2006
Fuente: Elaboración Fundación Encuentro a partir de CIS (2006): Estudio 2.634. Clases sociales y estructura social.